Chapter Text
CAPÍTULO 1:
-¿Nombre?
-Natalia Alianovna Romanova.
-¿Alias?
-Viuda Negra.
-¿Lugar de nacimiento?
-No lo sé.
-¿Edad?
-No lo sé.
-¿Afiliación?
-KGB.
En pocas palabras, aquella era mi vida. Un nombre, un alias y una afiliación. Nada más. No era nadie, no debía de ser nadie porque era todo y nada en el mismo momento. Debía de ser lo que ellos querían, debía de ser su sueño y su deseo, pero a la misma vez; debía de ser la última sombra que verían.
¿Qué tipo de vida era aquella? ¿La buena? ¿La mala? ¿O una con la que debía de terminar ya si quería ser… yo? ¿Qué futuro me esperaba si no lo hacía?
-¿Dónde está Steve?
El agente de Shield me observa, no dice nada, pero después de muchos años sé que con una sola mirada me dice que está detrás del espejo, observándome. No hace falta que lo diga, lo sé. Normalmente, un silencio vale más que un millón de palabras. Asique, no hace falta más preguntar. Mi mirada se fija en el espejo de doble cara de la sala. En él me veo yo, pero sé que en el otro lado, estará él.
Odio este sentimiento. Es lo que nos dijeron una y otra vez. Nunca os enamoréis de la misión. Solo es una misión. Tú eres la muerte, él es tu peor enemigo. Solo tienes que acabar con él cuando consigas lo que quieres. ¿Quién iba a decir? Más de cincuenta años sin una sola misión fallida solo para que ahora, el enemigo número uno por el que tenía que ir, fuera quien cambiara las cosas. Solo esperaba que después de todo lo que habíamos vivido, después de todo lo pasa juntos, supiera ver más allá de lo que la mayoría habían visto en mi persona.
Era lo único que esperaba de Steve.
Observo al agente. Termina de escribir algo en su libreta y me mira. Yo no digo nada, me mantengo callada. Este se levanta y con el mismo silencio, se marcha de la sala. Quedo sola en el habitáculo, aunque sé que más allá del espejo, están todos. Incluso él.
Muevo mis muñecas y observo las esposas. Vibranium, el metal más poderoso del mundo. Pocas veces lo había visto en mi vida. Una con aquel mutante, otra en el escudo de Steve y ahora en aquellas muñecas. Aunque este vibranium parecía especial. No era como los que había visto. ¿Quizás de Wakanda?
-Natalia Romanova… ¿O debería llamarla Natasha?
Reconozco al tipo que entra. Nick Furia. Alto rango en Shield, un grano en el culo para los más poderosos de la organización, pero alguien que sabía como hacer las cosas. Había escuchado muchas cosas de él mientras iban pasando los años y más me iba acercando a Shield. Nunca llegué a pensar que lo conocería en persona.
-Natasha está bien- respondo.
-Muy bien- se sienta delante de mí, se acomoda- La Viuda Negra por fin pillada. ¿Cómo es que aun no me lo creo?
-Si que tengo buena reputación por aquí.
-Solo un poco- Furia sonríe, me mira a los ojos- ¿Por qué ahora?
-¿Qué quiere decir?
-Vamos Natasha. Eres tan famosa como el Soldado de Invierno. Número uno en la KGB y sin olvidar el robo, aunque fallido, de las industrias Stark.
-Bueno, Tony Stark puede ser tan engreído como el que sea, pero he de decir que su sistema es bueno. Aunque iba aprendiendo, todo hay que decir…- no me avergonzaba admitirlo, si tenía que ser sincera.
-Ya…
Furia se callada por un momento, se levanta. No dice nada mientras camina lentamente hacia la cámara que en todo momento nos está grabando. Va a por los cables, va a dejarlos sin video y sin audio. ¿Qué es lo que quiere?
Acto seguido, se acerca al espejo y es por el espejo que observo que con un dispositivo en su muñeca debe de haberlos dejado sin visión también. Miro la puerta, seguramente, también cerrada. No creo que me vaya a hacer daño, tampoco creo que utilice los peores métodos para interrogar.
Quiere que hablemos en privado.
-¿Cuál es su relación con el Capitán Rogers?
Tengo que reírme, porque si digo la verdad, me resultaba raro de que no hubieran ya sacado el tema. Después de todo, fue por su culpa por lo que estoy aquí.
-¿Por qué lo quieres saber?
-Lo sabes Natasha. Todo Shield te va a preguntar por el enemigo, yo quiero saber por qué has dejado al enemigo.
-Yo nunca he dicho que haya dejado al enemigo.
-¿Entonces por qué estamos todos vivos y tú aun con esas esposas?
Era bueno, lo tenía que reconocer. Veía más allá de lo que debe de ver. No se entretiene en tonterías. Quizás pudiera sacar algo bueno de todo aquello.
Miro la ventana una vez más. Sé que está allí aunque no me escuche o me vea.
-¿Por dónde empiezo?
-¿Por el principio?
Desde el momento de sentarme en aquella silla hasta donde todo había empezado, había pasado casi un año ya. Parecía mentira que hubiera pasado tanto tiempo, si decía la verdad. Todo parecía un simple recuerdo, un sueño del que acababa de despertar para convertirse ahora en una pesadilla de la que no podía salir.
La mañana en la que todo empezó, estaba en un hotel de Amsterdam, en una misión. Un antiguo miembro de la organización que quería dejarlo. Aunque claro está, con la KGB, nunca lo podías dejar; morías antes de hacerlo. Era el lema y como lema, había que cumplirlo. Una muerte rápida, de la que nadie sospechara, pero de la que todo el mundo supiera quien había sido realmente el autor. El tipo era rápido, pero aquel día, le había llegado finalmente su hora. Llevábamos mucho tiempo siguiéndolo hasta que por fin lo encontramos en Amsterdam. Y digo llevábamos porque aquella mañana, no me encontraba sola, el Soldado de Invierno, alias, Bucky Barnes -claro está, que por ese tiempo, aun no sabía quien era- estaba conmigo.
Hacía un frío increíble. Por la noche había helado y al abrir aquel día la ventana, un frío helado entró en el cuarto.
-Que frío- murmuro mientras vuelvo a cerrarla.
Tapo el resto de mi cuerpo que queda al aire con cuidado y me vuelvo hacia la cama. Bucky aun dormía después de la noche de sexo que habíamos tenido. Empezaba a gustarme aquello. Bucky era bueno en la cama y juntos éramos los mejores asesinos. Aunque ¿lo mejor de todo? Que ninguno se había enamorado.
¿Por qué no decirlo? Me gustaban las misiones en las que ambos trabajábamos juntos.
Aprovecho que él duerme y me meto en la ducha. El objetivo saldría a las diez del hotel para encontrarse con un contacto. Juntos volarían fuera del país hacia Estados Unidos. En el trayecto, el coche sufriría un pequeño problema del que ya nos habíamos ocupado y los pillaríamos en el acto. Parecería un accidente, solo que el accidente se volvería mortal para ambos. Cuando salgo, Bucky está preparado.
-Media hora para que salga- me dice mientras observa por la ventana.
-El coche está preparado para seguirles- respondo acercándome junto a él en la ventana- ¿Tienes todo?
Bucky gira su rostro, nuestros ojos se encuentran un momento antes de seguir hacia el maletín de la cómoda. Dos pistolas nueve milímetros, la pistola más general del mundo; ametralladora, silenciadores y el brazo metálico de Bucky. Se podría decir que iba a ser un trabajo rápido si no había problemas.
-Lo de anoche estuvo bien- me dice de repente.
-Nada de enamoramientos, ¿recuerdas?- le bromeo.
-No he dicho nada de amor- responde él con acento pronunciado.
-Ya…- sonrío, pongo mi mano en su pecho, recorriendo el filo de su chaqueta hasta que llego al filo metálico de su brazo- Como si te creyera suficientemente bueno para mí. Sueñas, soldado.
Bucky me sonríe, pero pronto, nuestra atención se gira hacia el objetivo. Sale un cuarto de hora antes del hotel y fuera, observamos que alguien le está esperando. Debe de ser el contacto, aunque este no viene solo. Alguien más sale del coche. No le vemos la cara, pero sabemos que su presencia solo es mala señal. Tenemos que ponernos en marcha rápidamente si no queremos perder la oportunidad.
Salimos corriendo, tomando las cosas a nuestro paso. Estamos cerca de la escalera de servicios. El soldado de Invierno entra primero, engancha la cuerda y en un par de segundos, bajamos unos vente metros y salimos por la puerta trasera del hotel, donde nos espera el coche. Yo iré conduciendo, mientras Bucky montará la guarda en el copiloto con el arma preparada. Creíamos que se reuniría con una persona, no con dos. El plan puede salir mal si no nos damos prisa.
Salimos detrás del coche objetivo a penas un minuto después. Soy rápida y con el localizador que lleva me es fácil encontrarlo por las calles. Mantengo mi espacio. Hasta que no tomen la carretera secundaria, nada más salir de la ciudad no funcionará el dispositivo para bloquear el coche y que se estrelle en medio del bosque, asique tenemos tiempo. Tiempo también para saber qué hacer si todo aquello falla.
-¿Quién es el otro tipo?- Bucky me pregunta.
Lo miro un segundo, tiene su “careta” puesta ya para no ser reconocido.
-No lo sé- respondo- No nos dijeron nada y por lo que sabía, solo iba a presentarse uno, el contacto- estoy tranquila, sé que aunque se nos haya presentado un improvisto de última hora, nada de aquello impedirá que terminemos aquella mañana con el objetivo.
-Cinco minutos para salir de la ciudad. ¿Seguro que funcionara?
-¿Es el cielo azul?- aquella pregunta me ofendía- Lo conseguiremos, tranquilo.
Pasamos la salida y tomo el indicador del aparato. Va a fallar en menos de un minuto, asique le indico al Soldado de Invierno que se prepare. En nada se va a liar y con aquella nueva sorpresa, quien sabe como va a salir la cosa.
Como prevemos, el coche toma la carretera secundaria. Observo de nuevo el indicador, treinta segundos para que falle asique, aprieto un poco más el acelerador y en nada, estamos a penas a unos metros del coche. Nos ven y aceleran un poco, sin embargo, cuando el marcador ya llega a cero, lo inevitable pasa y el coche empieza a girar sin control hasta que sale disparado hacia un pequeño deslizamiento donde vuelca.
Miro al soldado que aunque no le vea la cara, sé que sonríe. ¿A caso dudaba?
Salimos enseguida, pero cuando a penas estamos por acercarnos, sale literalmente disparado del coche. Literalmente, es un tipo con alas, quien nos empieza a disparar. Tanto Bucky como yo, nos deslizamos de nuevo detrás de nuestro coche. Levanto el maletero y saco mis armas. Que ni se piensen que van a poder con nosotros.
Observo el coche. EL tipo de antes, rubio y extremadamente fuerte está sacando al tipo del coche. Cuando le veo la cara, es cuando finalmente lo reconozco. Aun no ha tomado su escudo ni nada, pero sé que es él: Capitán América. El famoso soldado creado por el gobierno estadounidense y que liberó la Alemania nazi y la Alemania de Hidra. Toda una leyenda, una leyenda que caería aquel día también y yo me encargaría de hacerlo.
Miro a Bucky y le señalo para que se ocupe del tipo, que se escapa, yo mantendría ocupado al Capitán mientras tanto.
-¿Y el de las alas?- señala Bucky.
-Como si no pudieras con él.
Le acerco uno de los ganchos remotos y Bucky sale de su escondite. El soldado con alas le empieza a disparar, pero el Soldado de Invierno es bueno y le lanza el gancho. En un abrir y cerrar de ojos, Bucky está corriendo detrás del objetivo mientras el soldado que volaba les persigue. Lo hará bien, sé que lo hará.
Yo, por el otro lado, tengo trabajo que hacer.
-¡Sam!- le grita el Capitán- Cuidado…
Empieza a perseguirlos, pero ni que se crea que va a llegar muy lejos.
-¿Dónde vas, guapo?- empiezo a dispararle y el Capitán Rogers reacciona.
Pone su escudo delante de él. Por ahora, tendrá que estar ocupado conmigo.
Aunque he de decir, que es bueno. Pelea bien y se mueve con gran agilidad. A penas llega a darme fuerte una o dos veces, pero las veces que me da, noto que la fama que le procede al Capitán no es ninguna broma. El super suero que le inyectaron trabaja bien en su cuerpo. América, en contra de la idea del super soldado ideal de Alemania, cuando fueron ellos quienes crearon uno.
Que ironía, ¿verdad?
Bueno, aunque más ironía es que el Capitán creyera que podría vencerme. Porque había un pequeño secreto que no conocía: yo también tenía ese suero.
-No quiero hacerte daño- me dice.
-Como si pudieras hacérmelo- me río en su cara mientras cargo mi brazalete, solo tengo que esperar mi momento exacto.
-¿Por qué queréis matarlo?
Me río, ¿de verdad me lo pregunta?
Le golpeo en las costillas con tal fuerza que consigo aturdirlo un poco. Es mi oportunidad de poder aturdirlo más para por fin terminar con la vida del Capitán América. Pongo mi muñequera al máximo y voy a golpear cuando me ve y me bloque con una llave.
Quedo literalmente atrapada entre sus brazos y no en una forma muy romántica. Su brazo por debajo de mi axila y agarrándome el hombro que le viene en diagonal mientras que con la otra mano aprieta más debajo de mi muñeca para que no pueda moverla y darle con el blaster que llevo incorporado.
-Eres la Viuda Negra, ¿verdad?
Vaya, al final me había reconocido, que sorpresa.
-Los autógrafos para después.
Golpeo su rodilla con mi pierna y aprovechando el momento de debilidad, cabezazo y cuando me doy cuenta, ya me he deshecho de él. Se aturde un poco y es mi momento, voy a golpear cuando literalmente, el tipo de las alas viene volando. No sé como lo hace con una sola ala, pero me alza y termino estrellada contra el capó del coche.
-Joder- ahora si que no les perdonaba.
-Sam- dice el Capitán Rogers.
-Vámonos, Steve.- su voz es triste, ¿lo consiguió?- Está muerto.- Sí, sabía que podría contar con Bucky.
Tenía que irme ahora yo si no quería joder la misión. Estaba muerto, era lo que necesitábamos hacer. Ya me reuniría con Bucky después. Por ahora, lo de matar al Capitán América quedaría para otra ocasión.
Tomo uno de los electrodos que crean una especie de bomba eléctrica y la lanzo. Tendría que darme tiempo suficiente como para poder desaparecer.
Cuando me doy cuenta, estoy de nuevo camino hacia Amsterdam. Con el orgullo un poco dolido, podría haberme ocupado perfectamente de Rogers, pero por ahora, lo dejaríamos así. Tenía que volver al hotel, esperar a que el Soldado de Invierno volviera y después salir del país lo más rápido posible para no levantar sospechas. Aunque creo que por ahora, se sabría perfectamente lo que habría pasado. Quizás, si explicaba que había conseguido pelear con el Capitán, no llegara mucha represalia.
Cuando llego a la habitación, me tiro literalmente sobre la cama. Sí, no es que sea mucho de asesina, pero hasta los asesinos tenemos nuestros límites. Miro el teléfono, no hay todavía noticia de Bucky. Seis horas más. Seis horas y después tendría que desaparecer. Solo esperaba poder encontrármelo una vez más antes de tener que irme corriendo literalmente de la ciudad.
Me meto en el baño y miro mi rostro en el espejo.
La pelea no me ha dejado demasiado mal. Un pequeño corte en la mejilla y el pómulo un poco. ¿Lo bueno de ser mujer? Que te lo puedes ocultar con un poco de maquillaje. ¿Por qué creían muchos que los agentes nunca me cogían?
¡Crack!
Distingo perfectamente el ruido, es el sonido de la puerta. Alguien a entrado y si no ha hecho ruido, es porque no es alguien que conozca. Abro la cisterna del wáter y saco la pistola de repuesto que tengo allí guardada. Lugar extraño para guardarlo, pero en momentos como estos, sirve para mucho.
Me quedo escuchando, no se escucha ningún ruido más, pero si que escucho pasos. Está cerca, asique, me posiciono delante de la puerta del baño y cuento hacia atrás. Cinco, cuatro, tres, dos, uno.
Pego la patada más fuerte que puedo y me sorprende cuando al apuntar, encuentro a nada más y nada menos que al Capitán Rogers. ¿Qué está haciendo allí? Aunque la pregunta es ¿por qué está allí? Yo no le digo nada, lo miro y veo como poco a poco alza sus manos y tira su escudo. Podría matarlo fácilmente si pudiera, ¿qué estaba haciendo entonces en aquel lugar? No creo que quisiera morir.
-Capitán Rogers, ¿tan poco agradece la vida?
-No me vas a matar- responde con seguridad.
-¿Y por qué está tan seguro?
-Porque si lo hubieras querido, ya lo hubieras hecho- ahí tenía razón- Vengo a pedir tu ayuda.
-¿MI ayuda?- aquello era nuevo, pienso aun apuntándole.- ¿Por qué?
-Porque trabajas con él, ¿verdad? El soldado de invierno- vale, aquello ya me interesaba más, asique bajo el arma- Su nombre verdadero es James “Bucky” Barnes- no digo nada- Es mi amigo y necesito encontrarlo.
Era su amigo y necesitaba encontrarlo… Interesante, Capitán.
Quizás, pudiéramos hacer algo juntos.
