Chapter 1: 00
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“Ahora mismo estoy muerto, pero de alguna forma sigo respirando.”
Monkey D. Luffy, próximo Rey de los Piratas, ya en Raftel , se enfrenta a una alianza que nunca pensó ver ni experimentar.
Él ya había oído hablar de cómo Teach ganó contra su hermano por la sucia ayuda de los Marines. Pero nunca hubiera pensado que hubiera buscado la ayuda del “ Perro Rabioso” Sakazuki Akainu. El hombre que causó la muerte de su hermano mayor en ese fatídico día Marineford.
Luffy, cegado por su ira, no titubea ni un segundo en empezar la guerra. Después de todo, estaba luchando junto a toda la flota que adquirió en Dressrosa. Y mientras sus propios nakamas se abrían paso a la victoria, la guerra ya apuntaba a un ganador. Se podía ver cómo Teach, a pesar de tener dos akumas no mi en su ser, flaqueaba contra el brillo resplandeciente de Nika.
Fue astuto aliarse con la Marina, pero un error descomunal que sea con Akainu.
Entre maldiciones, choques de espadas, usar su haki para empujar a los marines y piratas de Kurohige, Luffy no se molesta en darles algo de apoyo a sus nakama. Se confía que ellos podrán, como siempre lo han hecho, mientras no pidan ayuda. Es algo claro: Luffy llegará en un parpadeo si pides ayuda. No hay duda en eso, es su capitán, su responsabilidad es cuidarlos.
Es por eso que, mientras le arrebata la vida a Teach, el chillido de Nami es una exploción de miedo en su torrente sanguíneo. Luffy lanza el cuerpo muerto al mar y se gira con el miedo en los ojos a su navegante. Aunque no quiera admitirlo, él esperaba ver algo malo con su chica.
Lamentablemente, la realidad es peor.
Zoro, con Enma entre sus manos, atravesando el pecho de Sanji, quien moría a manos de su amigo.
Luffy parpadea, aturdido, y está a punto de golpear a Zoro con todas sus fuerzas si no fuera por la débil voz de su cocinero que se abre paso en todo el mar de agonía y caos que traía una guerra.
“Capitán…” Murmura con voz áspera. “No culpes al marimo.”
“S-Sanji-”
“Yo se lo pedí.”
La realidad es sumamente peor. No entiende qué sucedió mientras se deshacía de Kurohige, pero quiere saberlo ya. Sus ojos parecen lagrimear y no tarda en correr hacia su rubio, quien, una vez con la katana fuera de su pecho, le sonríe tan hermosamente que le rompe el corazón.
“Sanji…” Susurra, con la voz rota. “¿Qué sucedió, eh?”
Sanji levanta su mano y acuna, con sus fuerzas reducidas, el rostro de Luffy. “El marimo… lo sabía. No quiero ser cómo ellos.”
Luffy niega, reducido a lágrimas, y trata —inútilmente— de empujar algo de su poder en su cocinero. “Nunca serás cómo ellos, Sanji. Nunca.”
“Oh, capitán.” Deja caer su mano mientras su respiración baja. “Estuve así de cerca de serlo… y no podría vivir con ello.” Tose fuertemente, sangre cayendo por las comisuras de sus labios. “Gracias por todo lo que hiciste por mí, Luffy.”
“No,” Susurra Luffy, sintiendo cómo su presencia va desapareciendo. “No, no, no. Sanji, no. Aún tenemos… Aún tenemos que ver el All Blue, ¿recuerdas? No sé lo que es. Me prometiste explicármelo.”
Su cocinero, su preciado cocinero, le sonríe con burla.
“Tonto capitán. ¿No te has dado cuenta?” Lleva su mirada hacia las orillas de la isla, señalando con calidez. “Ya estamos en el All Blue.”
Luffy no lo puede aceptar. No puede.
Escucha el llanto de toda su tripulación, pero todo se desdibuja mientras Sanji muere entre sus manos.
“No… no sé lo que es, Sanji. Por favor. ” Suplica y empuja más su poder. “ No sé lo que es. ”
Sanji tararea.
“¿Es eso, entonces…? Bien.” Se acomoda entre los brazos de su capitán, mientras sus ojos luchan por abrirse, y comienza.
«El All Blue es la convergencia de todos los Blues, dónde se juntan todo tipo de variedad de animales marinos…. Todos coexisten en armonía… Es un lugar muy hermoso…»
Poco a poco, la voz de Sanji se va reduciendo a nada.
Poco a poco, Luffy llora más.
Poco a poco, Sanji muere.
Hasta que lo hace, y con una sonrisa, se despide.
«Capitán… Luffy… Eres el Rey de los Piratas… Siempre supe que lo lograrías»
Lágrimas caen de sus ojos y se apresura en acunar su rostro. Luffy le sonríe, tanto cómo puede, y niega con una sonrisa.
“No podría serlo sin mi amable cocinero.”
Pero no hay respuesta, y eso rompe a Luffy.
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En algún punto cuando Luffy comprende que Sanji, realmente, ha muerto, su haki se expande por todo Raftel. Siente cómo Shanks ya está cerca junto a todos para celebrar su nuevo título, pero, ¿qué habría que celebrar? ¿La muerte de Sanji?
Luffy no lo permitirá jamás. Si recibir su título junto al One Piece significa seguir adelante sin Sanji, no lo aceptará. Bañado en su otra forma, avanza con Sanji entre sus brazos y lo deja caer en el mar, quien lentamente lo va hundiendo hacia sus profundidades.
Mira cómo el All Blue es el lugar de descanso de Sanji, con todos esos peces nadando a su alrededor y recibiéndolo cómo un familiar lejano que acaba de llegar.
Luffy no lo va a aceptar. Aprieta sus puños y mira furioso al mar.
“¿¡POR QUÉ ME LO QUITASTE!?” Ruge con ira y cae de rodillas al suelo, viendo cómo las olas se crispan. “¡PENSÉ QUE YA ERA SUFICIENTE CON ACE!” Lágrimas caen de sus ojos. “¿No lo fue, mar?” Solloza. “¿Por qué lo hiciste?”
No recibe respuesta, pero sabe que el mar calmó sus olas ante su enojo y llanto.
“No podré ser el Rey de los Piratas sin él. Lo sabes.” Murmura con rechazo. “No me importa el One Piece. No me importa ese título.” Jadea y vuelve a gritar. “¡No puedo aceptar ser el hombre más libre del mundo sin mis nakamas! ¡Estar solo… Es horrible! ”
Con ese último arrebato, una gran ola se eleva por encima de su cabeza, y Luffy no puede hacer más que desafiar las leyes de la naturaleza.
Se deja abrazar por el mar, pero se obliga a permanecer intacto.
Y eso exactamente parece gustarle al mar.
«Mi Rey… Lamento cómo sucedieron las cosas. Por favor… déjame darte la oportunidad de arreglarlo.»
Luffy, incapaz de hablar por su evidente estado en el mar, asiente con angustia y destellos de furia.
«Te concedo… tres viajes. No alteres los hechos, y así conseguirás lo que buscas.»
Luffy asiente varias veces. Sea lo que signifique, hará las cosas bien.
Porque ahora mismo está muerto, y de alguna maldita forma sigue respirando. Ya lo sintió con Ace, ahora con Sanji, y a pesar de escuchar a su corazón latir, su respiración no es un consuelo que aprecie en ese momento.
Así que acepta.
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Cuando Luffy, de un momento a otro, deja de estar en el mar para luego caer del maldito cielo, no puede estar más confundido. Sus gritos se mezclan con maldiciones y, en algún punto, hace uso de su libertad para lograr que el suelo sea suave como un malvavisco.
Sus lágrimas desaparecen con el aire y su dolor se detiene por el breve momento de euforia.
Con un ‘boing’ cuando toca el piso, levanta la cabeza, curioso y con ojos abiertos, para ver en qué demonios lo metió el mar. Luffy mira con una sonrisa a los niños que le rodean, estos con las bocas abiertas y ojos brillantes.
“Hola, ¿Dónde estoy?” Pregunta, tratando de camuflar el dolor pasado que cargó su voz.
Un niño, aparentemente grande y robusto, lo mira con adoración y exclama: “¡Nika!”
Oh, bueno. Me conocen.
“¿Nika?” Repite una niña pelirrosa, confundida.
El mismo niño de antes asiente varias veces y le sujeta de las manos con una esperanza en sus ojos aterradora.
“¿Nos vas a sacar, Nika?” Pregunta con ilusión. “¿Por favor?”
Luffy chasquea la lengua y levanta al mocoso con facilidad, sacándole un chillido de emoción.
“Claro que sí, mocoso.” Lo posiciona en su hombro y sonríe a los demás niños. “Pero primero necesito saber en dónde estoy, ¿Vale?”
La mocosa pelirrosa de antes sale de su confusión y le sonríe con burla. “Bueno, Nika, eres muy despistado.”
Luffy se ríe y asiente. “Entonces explícame.”
“¡Estás en God Valley, y tú nos sacarás de este pandemonio! ¿¡Verdad!?”
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God Valley.
¿Qué había dicho Rayleigh sobre eso?
Luffy se cruza de brazos mientras escucha vagamente el plan de la niña pelirrosa. Hace memoria sobre una de las noches —una de las pocas noches— de paz que logró compartir con su mentor. Recuerda casi como un borrón lo que había dicho Rayleigh.
Algo sobre un pandemonio. Marines y piratas por doquier, esclavos corriendo por sus vidas… sumamente horrible a su parecer.
Y ahora estaba allí.
Justamente con ese pensamiento es lo que le hace detenerse.
God Valley fue hace años.
Hehe, ¿qué?
Luffy se queda parado en su lugar, con la piel un poco pálida mientras sudaba frío. ¡Estaba en el pasado! ¿Todos estaban en la misma página, verdad? Había tenido muchísimas aventuras locas, pero esto definitivamente superaba a todas en creces. Dios mío, ¡en el pasado!
Antes de que se de el tiempo correspondiente para enloquecer, el destello de su cocinero impacta en su mente.
Bien, Luffy, cálmate. Por alguna razón estás acá, carajo.
Baja al mocoso que tiene sobre sus hombros y lo mira fijamente.
“¿Cuál es tu nombre?”
El niño sonríe con emoción y grita. “¡Kuma!”
La presión se descontrola en su cuerpo. ¿Qué demonios hacía el bueno de Kuma en un lugar…?
Oh santa mierda.
Luffy quiere vomitar. Ahora mismo.
Sin embargo, no puede perder la compostura frente a los mocosos que lo miran. Se recompone mentalmente y empieza a mirar a cada uno de ellos. Su ceño se frunce cada vez más mientras lo hace.
Iva, con trapos que lo cubrían difícilmente.
Ginny, la madre de Bonney.
Y esclavos. Demasiados.
Su interior pica con furia. Haki burbujea debajo de su piel gomosa mientras las nubes que lo han acompañado todo su Gear 5 empiezan a crecer con enojo.
«Te concedo… tres viajes. No alteres los hechos, y así conseguirás lo que buscas.»
Luffy, no.
¿Saben qué?
A la mierda.
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Luffy cree fuertemente que todo es culpa del mar. Él es inocente. ¿Cómo el mar podía pretender mandarlo tan atrás y que se quede de brazos cruzados? Era realmente estúpido. No había lógica —algo ahora empezaba a perder— en lo dicho. El mar falló ahí en su plan.
No se va a quedar como un imbécil cuando Linlin —¡Big Mom!— ataca a Iva y mira con furia a Kuma.
Claro, ellos seguían vivos en el futuro, pero Luffy estaba allí para hacer las cosas más fáciles.
Con una patada manda a volar a la mujer, quien grita con enojo y le suelta una cadena de maldiciones muy coloridas.
“¡Búscate una vida, cabrón!” gruñe con enojo. “Esas akuma no mi son mías. ¡Aléjate!”
“Na-ah.”
Linlin gruñe.
Luffy no quiere perder tiempo con la mujer, ni mucho menos quitarle un ojo a los…
¿¡LOS NIÑOS!?
Santa madre hermosa, Dadan tenía toda la razón: los niños eran escurridizos como el infierno. ¿Dónde carajo se pudieron haber ido en cuestión de segundos? ¡Linlin ya estaba volando en el cielo, por amor al mar!
“¡Ay!”
El chillido de Kuma lo hace girarse y ver como un muy joven Kaido le arrebata la fruta de Iva.
¿¡Eso debe pasar!? ¿¡Me moriré en el futuro por esto!?
El cerebro de Luffy está trabajando todos los años que se negó a hacerlo. Sus neuronas se conectan, trabajan y tratan de concebir algo coherente para la situación. ¿Es que acaso sus acciones cambiaron algo? Robin mencionó una vez el efecto mariposa, ¿estará haciendo eso ahora mismo?
Eran muchísimas preguntas y…
¡Mierda, los niños!
Para su infortunio, Kaido ya había tragado la fruta. Su risa estruendosa resuena en el lugar y los ojos de Luffy se salen de su cuerpo al verlo mutar a un Dragón. Quiere alarmarse pero, oh dios, menos mal que no intervino. ¡Si Iva se tragaba eso, Luffy iba a morir en el futuro!
“Kuma,” murmura con seriedad. “Trágate la fruta.”
Algo en su interior le decía que, bajo ninguna circunstancia, Kuma debía dejar que le roben la fruta. Esta vez era importante.
Para su alivio, Kuma lo miraba como el Dios que ostentaba y sin rechistar se tragó la fruta de un bocado. La breve mueca de asco emerge en su rostro, pero no había tiempo para consuelo.
“¡Kuma, vamos con los demás, ya tienes el poder!” interviene con rapidez Iva. Parece que estaba en lo correcto. “¡Andando!”
“¡Pero Nika…!”
“Estaré bien,” asegura con cariño, empezando a dejar salir su haki para alejar los tontos intentos de Kaido de acercarse. “Ahora vayan, no dejen de correr.”
Kuma duda unos segundos pero después se aleja con Iva.
Luffy se gira al dragón y frunce el ceño.
Recuerda a su hermanita. Recuerda a Kin’emon. Recuerda a Wano.
Pero por mucho que quiera matarlo, hasta él entendía el desbalance que traerían sus drásticas decisiones.
“O te alejas por las buenas, o por las malas.” advierte mientras el haki salpica su cuerpo.
Kaido se ríe con bravuconería. “Podría decir lo mismo de ti.”
Véase que Luffy lo advirtió, eh.
“Por las malas, entonces.”
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Luchar contra Kaido resulta más fácil que la última vez. Quizás es porque ahora era un mocoso en comparación con él. Quizás ahora era más fuerte… lo que sea. Luffy lo mandó a volar en la misma dirección que Linlin. Ahora estaban juntitos en vaya saber dónde, nunca entendió dónde quedaban el norte y sus amigos.
No trata de volver con los mocosos, después de todo, él sintió con su haki en el momento que Kuma, el último, abandonó la isla.
¿Ahora qué se supone que deba hacer? ¿por qué el mar lo envió hace tantísimos años? ¿por qué solo, sin ninguno de sus nakamas?
Una mejor pregunta.
¿A qué se refería con tres viajes?
Su cerebro estaba hecho papilla oficialmente. No importa que sea un Dios, nunca, entre todas sus cualidades, destacó el pensar. Luffy se sube a un árbol de la isla y mira con horror lo que se desata frente a sus ojos. Logra divisar algunos barcos marines, otros piratas…
Mar, ¿qué mierda tengo que hacer?
Por el rabillo del ojo ve a Garling, uno de los cabrones más insufribles que tuvo el desagrado de conocer y enfrentar. El marine lo mira con miedo, quizás odio, quién sabe. Garling avanza con pasos firmes hasta él, pero sin subirse al árbol.
“¿Qué?” espeta con fastidio.
“Nika.” dice el hombre con asombro. No era una pregunta. “¿Qué haces acá?”
“Arreglar tu porquería, ¿qué más?” suelta con burla, sonriendo al ver cómo una vena se marca en su frente.
“Se supone que tú debes estar muerto.”
“Se supone que los padres están presentes.”
Todo el ser de Garling se queda quieto, se vuelve pálido y tartamudea su próxima respuesta. Luffy nunca pretendió ser amable con ese hombre.
“¿Cómo…?” farfulla con nerviosismo. “No sé de qué hablas.”
El mar ha sido muy cruel al ponerle una correa.
“¿Siempre eres así de insufrible?” pregunta con irritación, bajando del árbol con un sonido tosco. “¿O todos los marines son así?”
El hombre retrocede dos pasos, pero a los pocos segundos se recompone. Saca su katana con habilidad y lo apunta con el ceño fruncido.
Luffy levanta una ceja.
“Oh, ya veo. ¿Piensas llevar mi cabeza al señor todopoderoso?” brama con voz cantarina. “¿Quieres ganarte un puesto allí? Siempre tan faldero, Garling.”
Aunque el hombre lo esconda, Luffy sabe que lo está cagando del susto.
Claro, se puede atribuir el conocer toda su vida con la excusa de que era un Dios. Pero cuando llegó a conocerlo poco después de Elbaph no pudo dejar de odiarlo. Todo lo que hizo… uf. Luffy no se cansaría nunca de joderlo. Ahora sería su pasatiempo favorito hasta que se termine todo lo que pasaba en God Valley.
El Dios deja salir su haki a montones. Garling suelta la katana mientras lucha para no caer de rodillas.
“Eres un Dios, Nika…” susurra entre jadeos. “Un Dios… libertador.”
“Sí, sí. Y ya he visto suficiente para saber que un ser como tú no merece tal libertad que predican mis hazañas.” sentencia con seriedad mientras se acerca al rubio.
Sus ojos rojos se afilan mientras se para frente al hombre, que jadea desesperadamente. Luffy no titubea en soltar otra ola de haki para hacerlo caer de rodillas. Su sonrisa no surca su rostro, pero su serenidad en todo el asunto basta para dar a entender su calma y soberanía sobre el otro.
Luffy levanta su mano derecha, recubierta de haki, y no duda en hacerla impactar con el rostro de Garling. El sonido resuena en toda la isla mientras las risas de Luffy empiezan a brotar de él.
Cada rincón de God Valley se estremece con el poder de Nika. Los escondites brillan y los esclavos lloran. Los piratas se detienen y los marines los copian.
God Valley se detiene por un segundo cuando las risas del Dios resuenan en toda su extensión.
Y solo un hombre es suficientemente tonto para buscar al dueño de tal melodía.
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Gol D. Roger nunca se consideró un imbécil. Claro, no siempre tenía sus momentos de lucidez, ¡pero ser el Capitán debía significar algo!
Roger había estado discutiendo con Garp sobre por qué demonios lo había seguido hasta God Valley para capturarlo hasta que una risa estalla en toda la isla. La melodía es casi una percusión que se escuchaba en los banquetes. Algo alegre y divertido. Esperanzador después de los dos segundos.
El capitán queda embelesado. Sostiene a Ace, su fiel katana, y suspira con pesadez.
Garp, por otro lado, solo acompaña la risa sin motivo alguno. Hay cierta familiaridad en ambas que lo hace estremecerse, pero ahora mismo no importaba mucho eso.
Roger necesitaba perseguir al dueño de la melodía.
Ignorando tanto a su tripulación como a los piratas del cabrón de Rocks, Roger se aleja de ellos. Su misión es clara y palpable: conocer al chico de la risa melodiosa. No iba a parar hasta poder verlo con sus propios ojos y rellenarse los oídos con ella.
El hombre con la D. en su nombre se abre paso en toda la pesadilla que lleva nombre God Valley. Sigue el rastro de haki liberador que acompaña las risas que empiezan a detenerse —¡No, no, sigue riéndote!. Corre desesperado cuando el sol empieza a volverse más fuerte, el viento más fresco y, francamente, todo más perfecto.
Su corazón en algún punto empieza a descontrolarse en su pecho. Late como un tambor cuando se va acercando al dueño del haki. El hombre no se ha sentido de tal modo desde la última visita a Shakky.
Dios, quizás es hasta más escandaloso su corazón con lo que sea que esté persiguiendo.
Al cabo de dos minutos más, Roger llega, jadeante, hacia el núcleo de God Valley, dónde estaban los premios sorpresa.
Allí, entre los tesoros, había un hombre.
Nubes rodeaban su cuello, con una elegancia pulcra y novedosa. Su tez morena reflejaba el sol y resaltaba entre las joyas. El cabello blanco cual paz misma destacaba en el mar de inmundicia de la isla. Su sonrisa, una vez que logra acercarse lo suficiente, es condenadamente hermosa. De forma curvada, con un brillo sin igual, abarcaba su rostro. Ojos ónix seguían después la sonrisa, profundos como el mar y hermosos cual mundo mismo. Debajo de ellos, acunando el izquierdo, había una cicatriz en forma de medialuna. Casi imperceptible si no fueras un maldito creyente como Roger.
Claro que Roger no lo era. Solo creía en sí mismo y el mar.
Pero sería una sucia mentir decir que no creía en el hombre que estaba sobre las joyas.
Tras un tonto momento de idiotez, la respiración de Roger se le atrapa en la garganta al entender lo que veían sus ojos.
Nika.
Dios Sol Nika, guerrero libertador.
No sabe exactamente qué decir, o si decir algo era correcto, pero está seguro de que debe hacer algo. Lo que sea. Ahora mismo.
Pero entonces el Dios posa su vista en él. Sus profundos ojos le inundan el alma y la desnudan con una habilidad practicada, una destreza inmaculada. Roger suspira temblorosamente cuando siente que la sonrisa del Dios crece frente a él.
“Gol D. Roger,” dice con una tranquilidad hermosa. “ Rey de los Piratas .”
Quiere gritar que no, que no lo es. Que solamente es un tonto capitán libre por los mares. Que retire inmediatamente la palabra ‘rey’ de su boca. ¡Dios mío! Que Nika nunca diga tal título a nadie. Era un Dios, no debería conocer la palabra. ¿O sí? Era uno libertador, no debería incomodarle decirlo, ¿verdad? Mar hermoso, ya estaba divagando, ¿cómo pasó de Nika a su vocabulario, había relación en eso? Ay…
De repente, la misma risa de la que se enamoró —¿era muy pronto para decir eso?— vuelve a flotar en God Valley.
Roger, maldito cabrón, ¡hiciste reír a un Dios!
“Deja de pensar tanto, Roger,” murmura con simpleza. “Solo soy un humano más como todos los demás. No hay necesidad de romperte la cabeza pensando qué decir.”
“Y-yo…” tartamudea. “¿Hola?”
Nika se vuelve a reír, abandonando su lugar sobre las joyas para acercarse a él. Roger traga grueso.
“Hola, hombre más libre del mundo.”
“Soy Roger.”
¿¡ERES ESTÚPIDO!? ¡YA SABÍA TU NOMBRE!
Pero Nika vuelve a reír mientras se pone frente a frente con él. De ese modo es notable la diferencia de altura: Roger le ganaba por pocos centímetros.
Nika suelta una última risa y murmura:
“Eso ya lo sé, tonto. ¿Cómo no podría reconocer la libertad de las personas?”
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Rayleigh no sabía exactamente qué pensar, para ser honesto.
Su capitán, Roger, siempre había sido alguien extravagante. Fuera de su tiempo, pero a la misma vez tan conectado con él. Era casi un enigma, el sol que decide formar un eclipse la luna, algo peligroso pero llamativo.
Muy aparte de ello estaba el hecho de que era un tonto enamorado (estaba en debate, solo era un flechazo, pero bueno) de Shakuyaku, la ex-Kuja que rondaba en la isla de Rocks. Todos en el Oro Jackson eran conscientes de ello.
Pero entonces Nika desciende de su divinidad por vaya saber porqué y Roger decide que era una estupenda idea reclutarlo.
Mientras lo mira con recelo, no puede darle vueltas a su reacción ante el Dios.
No había ninguna Shakky y ya lo miraba como el mundo entero. No habían corazones en sus ojos pero ya brillaban como dos soles. No había ninguna mujer curvilínea y ya jadeaba como perro. No había un ser humano , pero Roger nunca se caracterizó por ser normal.
Y es que claro, quizás ese flechazo por la idol Kuja seguía arraigado muy cerca de su corazón, pero la sola presencia del Dios ya había invadido todo de él.
“Tengo un requisito.” dice Luffy con voz alegre pero con deje de tristeza.
“¿Cuál es?” murmura rápidamente Roger, desesperado por tener al Dios en su barco. “Seguramente ya la tenemos.”
“Mm,” Nika se lleva una mano al mentón. “Sé que nadie más cocinará igual que Sanji, pero… ¿Tendrán algún cocinero a bordo?” pregunta con tranquilidad. “Sin cocinero, no me subo.”
Rayleigh se atora con una risa.
Tantos años diciéndole a su capitán que un cocinero era necesario y, realmente, las insípidas comidas que trataba de preparar Crocus no era lo mejor para la tripulación. Ahora le explotaba en la cara con la inocente petición del Dios.
Rayleigh se quiere reír tan mal.
“¿U-un cocinero?” repite Roger, sudando frío. “Eh…”
Nika lo mira expectante.
“Estamos… ¡Nos desviamos!” farfulla con rapidez. “Nos desviamos a God Valley, pero estábamos en busca de uno. Así que, eh… ¿no tardaremos en tener uno?”
El Dios parece pensar antes de sonreír como antes había hecho.
“Si en una semana no veo un cocinero, olvídate de todo.”
Roger era de pensamiento lento, por supuesto que no entendería eso.
“¿Eh?” murmura con confusión. “¿Eso es…?”
Todos se quieren palmear la cara. Capitán, use su cerebro por una sola vez en su vida, ¿quiere?
Gracias al mar, Nika muestra una paciencia que ellos agotaron hasta hace poco.
“¿Cuándo zarpamos, capitán?”
El grito de Roger resuena en los escombros de God Valley.
Notes:
Sostengo con una mano el canon y con la otra escribo esto. Por favor, déjenme ensuciarme ambas manos para crear este ff
¿¿¿Roger logrará encontrar un cocinero???
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Por un breve momento, lo único que Roger quiere decir es ‘¡Ahora mismo! ¡Zarpemos!’ pero había un deber qué cumplir en el genocidio que llevaba el nombre de God Valley. Rayleigh también se da cuenta el momento en el que se muerde la lengua.
“Después de arreglar esto.” espeta con voz grave. Cualquier indicio de emoción desaparece. “Mi Dios,”
Nika, para su asombro divino, solo logra sonreír con suficiencia. Como si hubiera esperado esa respuesta.
“No podía haber esperado menos, mi Rey.”
¿Rey?
“Salvemos esta isla antes de pensar en hundirla.”
.
Luffy había anticipado que no sería tan fácil abandonar God Valley. Desde el momento en que vio a Kuma hasta Figarland Garling, un dolor en el culo. Sabía con todo su corazón que sería una batalla. Una grande, escandalosa, y sumamente horrorosa.
Aún, debajo de su piel, había ese tic que solía pasar desapercibido la mayor parte del tiempo.
Pero no podía dejar pasarlo ahora. No cuando se ve envuelto en otra guerra tras apenas haber salido de una. El vívido recuerdo de Sakazuki, Teach…
Uf, uf.
Luffy quiere explotar. Siente que va a explotar. ¿Puede explotar?
Antes de poder tomar un momento de aire, una probadita de calma, se topa con un hombre frenético. Su rostro es el recuerdo puro de la desesperación. Se recuerda a sí mismo. En Marineford. Luffy siente que todo su cuerpo se tensa.
Sin embargo, no es por recordar. Es por ver.
“¿Jones?” pregunta con un eco de voz. El bullicio del desastre parece detenerse.
El hombre se detiene como una roca y su cabeza gira como un látigo hacia él.
Era Jones.
¿¿Quién mierda es Jones?? ¿¡Por qué siento que lo conozco!?
“¿Mi Dios?” murmura el hombre, confundido y asombrado. “Pensé… que había dicho… ¿Qué está haciendo acá, mi Dios? ¿En este horrible lugar?” pregunta con horror, acercándose furiosamente hacia él, luciendo notablemente preocupado. “¿Buscan tu poder? No, no… Eso…”
“Estoy acá para ayudar, Jones.” susurra con calma. Todo parece volver a encajar. Recuerdos antiguos se empujan en su mente. Recuerdos que no eran suyos. “¿Qué haces tú acá?”
“Mi clan,” farfulla con rapidez. “Mi familia. La tomaron. Como esclavos.”
“¿Ellos hicieron qué?” su voz se agrava drásticamente y Luffy siente el haki brotar a chorros de su cuerpo. “¿Todo el clan?”
“Solo queda mi familia, mi Dios. Somos los últimos.”
Luffy, si le preguntan, respondería que no tiene idea cómo puede mantener una conversación con el hombre que no recuerda ni pío. Pero hay memorias, recuerdos, que se incrustan en su mente con brusquedad y rapidez sin igual. Cosas van encajando, poco a poco, y un mosaico de una era antigua se crea en su mente.
Aún todo es borroso. Pero está seguro de una cosa.
El clan Davy D. no podía desaparecer.
“¿Dónde?”
Xebec, ahora que recuerda que ese era su nombre, suspira temblorosamente y se recompone.
“En… los calabozos.”
God Valley fue bendecido con las risas del Dios del Sol.
Y ahora sería condenado con su furia.
.
“¿Eres un pirata?”
“Mmm. Aunque con esto estoy pensando en disolver la tripulación. Descuidé a mi familia.”
Luffy lo mira seriamente.
“Lo haces bien, Jones.”
“Es Xebec.”
“La costumbre.”
Lo cual no es costumbre, damas y caballeros. A Luffy se le escapan palabras de la boca de una manera impresionante. Véase:
Al principio del todo, se veía a sí mismo moribundo. Su brillo, poderes y fuerza reducidos. Un eco de su verdadero ser. Después, aparece Jones (Xebec, aunque está seguro que ese no era su nombre en ese entonces). Lo salva de una forma que no recuerda.
A partir de allí, el clan Davy D. se forja.
Hay un hueco enorme de allí hasta el presente, pero Luffy puede entender una cosa: El clan de Xebec, bajo ninguna circunstancia, debía acabarse.
Agarraría de las pelotas a Imu y lo empujaría a las profundidades del mar dónde nadie vendría para salvarlo.
God Valley, desde el momento en el que dejó estallar su haki, demostró todo lo que verdaderamente era ahora: Un infierno. Con una pirata Kuja como premio principal en la zona de nobles y millones de esclavos con precio por sus cabezas… Luffy enloqueció. Lo primordial era salvar a la familia de Xebec. Después se encargaría personalmente de destruir a la Marina.
Por un momento se cruza con otra pirata Kuja, su nombre es Gloriosa. Su imponente figura se cernía con la serpiente que la acompañaba. Sus pisadas eran decididas y el ceño fruncido decoraba su furia.
Luffy, a pesar de estar en una misión importantísima, no puede evitar caerse de culo mentalmente al notar de quién se trataba.
¡La abuela Nyon, por Dios!
“¡Oye, Gloriosa!” ladra Xebec mientras giraba el rostro. “¡Salva a Shakky!”
“¿¡QUÉ CREES QUE HAGO, IMBÉCIL DE CUARTA!?”
¿¡LA ABUELA NYON!?
Xebec suelta una risa seca y asiente.
“¡Ah, y si ves a los chicos… diles que disuelvo la tripulación!”
Gloriosa se detiene como estatua, jadeando por aire. Gira su cabeza con lentitud, buscando algún indicio de mentira por parte del pirata. Al no encontrar lo que busca, suspira derrotada y asiente.
“La próxima vez que te vea… solo serás un enemigo, capitán.”
“¿Tengo oportunidad de esperar algo más de la Reina de las Piratas Kuja?”
Gloriosa gruñe y sigue avanzando.
Luffy siente que se pierde de algo.
¿La abuela Nyon no había sido desde siempre la Reina? ¿Mmm?
Como sea, tenía que salvar al clan Davy D. y restaurar la paz que el gobierno mundial arrebató a las personas inocentes que yacían contra su voluntad en God Valley.
Ya salvó a Kuma, pero el mundo no era sus amigos ni conocidos. Era una gran masa de personas que esperaban cada mañana aprender a vivir y olvidarse de la ardua tarea de sobrevivir. Una masa que se vio afectada en cierto considerable porcentaje al verse encapsulada en God Valley, con la libertad arrancada con tijeras oxidadas y golpes bruscos.
Luffy, Dios Sol Nika, o como el mundo quiera llamarlo, arreglará todo lo que es God Valley.
Cueste lo que cueste.
.
Roger no sabía qué pensar cuando vio a Luffy irse con Rocks.
Pero, para su desgracia, esa quid no tenía espacio en su cabeza por el momento. Ahora mismo solo se enfocaba en una cosa: God Valley… y Shakky. En algún punto en el tiempo, sus prioridades se derrumbaron como bebés que aprenden a caminar. Y no solo por la hermosa mujer que fue secuestrada, sino por el verdadero significado que cargaba la isla.
Nika ya le había mostrado el brillo que podía ofrecer, y hasta hace poco le demostró su ira pura.
Roger entendió que era momento de revaluar sus prioridades.
Ladrando órdenes a su tripulación, se dispone a arrasar con los marines en la isla. Y si era posible, minimizar las bajas.
Los piratas eran las personas más libres del mundo, después de todo. ¿Qué era compartir un poco de esa libertad con quienes verdaderamente la necesitaban?
.
Mientras Luffy avanzaba con grandes pasos a la par de Xebec y Gloriosa, no sabía muy bien qué pensar.
El pasado era cruel. Crudo, doloroso y retorcido.
Gloriosa, por su lado, iba en dirección a su hermana menor (¡lo acaba de descubrir!). Sus pasos dejaban un eco de haki a borbotones. Su ceño fruncido resaltaba su odio hacia la Marina y nobles, mientras que sus maldiciones no disimuladas hacían alejar a quienquiera que pensara que, por ser mujer, sería una presa fácil. Gloriosa iba a su lado izquierdo, acompañándolos hasta acercarse lo suficiente a la zona más protegida de God Valley.
Claro, podía ser tan protegida como el mundo quisiera llamarlo, pero Gloriosa no se detendría hasta tener a Shakky entre sus brazos, sana y salva.
Xebec, por su lado derecho, estaba desesperado. Frenético. Su mirada era una guerra de resentimiento, anhelo y dolor. La culpa florecía en los chorros de haki que soltaba sin querer mientras, para su propio dolor de cabeza, le recordaba demasiado al hombre que conoció hace varios años.
Davy D. Jones.
Luffy está completamente seguro que no se acuerda ni de su rostro. Claro que, sin embargo, no puede prestar mucha importancia a aquello. Debía salvar a la familia de Xebec. Debía salvar a todos los esclavos. Debía acabar con todas las almas corruptas en el lugar.
Debía liberar.
“Me voy.” sisea Gloriosa, viéndose desde la distancia a un grupo de personas con pecera en la cabeza. “Suerte.”
Luffy la sujeta de la mano y la mira con decisión. Solo tiene vagos recuerdos de la abuela Nyon, nada muy complejo, pero no es de importancia.
“Gloriosa,” vaya, suena raro no llamarla abuela. “Puedes con esto, ¿entendido? Eres la emperatriz de las piratas Kuja. Puedes.”
Un suspiro tembloroso hace eco en el momento, despidiéndose solo con un asentimiento tajante.
Gloriosa se gira con su serpiente y corre hasta los nobles.
Ella podrá. Luffy está seguro.
“Sigamos,” se gira a Xebec, empezando a avanzar.
“Te sigo, mi Dios.”
Y es que a Luffy no le gustaba que lo llamen así. Lo detestaba. ¿Un Dios? ¿Él? No, por favor. Solo era Monkey D. Luffy, un hombre que buscaba borrar sus errores. Un hombre que buscaba a su hermano mayor y cocinero hermoso.
No era un Dios, carajo.
¿Pero por qué escucharlo de Xebec lo hacía sonar tan correcto?
“Sígueme.”
.
Dragon se había enlistado en la marina únicamente por su padre.
La sola idea de ascender tan rápido a un puesto superior le retorcía las tripas. No le gustaba para nada, (¡absolutamente nada!) el modus operandi de la marina. Era hipócrita y sumamente injusto. Nunca se cansaría de decirlo: odia estar allí.
Aunque, sin embargo, aquello parecía consolidarse por completo cuando llegó a God Valley.
Originalmente, había aceptado la misión para enorgullecer a su padre, pero el plan se fue al caño rápidamente cuando escuchó las órdenes que se le encomendaron.
¿Esclavos? ¿Disparar? ¿Perdón?
Dragon entra a una casa vieja, con barrotes oxidados impuestos en su interior, y siente que va a vomitar.
“¡Se lo ruego!” escucha decir a una mujer, que intenta respirar correctamente. “Salve a mi hijo. No deje que se lo lleven.”
Dragon va a vomitar. ¿Era eso un infante encadenado?
“Tranquilo, Teach. Todo saldrá bien.”
Sí, definitivamente va a hacerlo.
Claro que su plan debía verse frustrado cuando escucha una serie de balazos seguidos de gritos de agonía.
Por primera vez, Dragon agradece algo enseñado por su padre.
“¿Si tenemos a un bebé y a un anciano dices? ¿Qué eres, un imbécil? ¡Salva a los dos! ¡No importa si tus piernas se rompen! ¡La vida no debe ser discriminada por nada del mundo, Dragon!”
Él se va a fracturar una pierna y un brazo, pero si ese era el precio, que así sea, carajo. Se acomoda la pistola en su espalda y se remanga las mangas. Avanza con pisadas decididas para llevarse a la madre e hijo de allí. Había dejado su bote en el sur. No estaba demasiado lejos, podía con ello.
Sujetando al pequeño niño, Teach —cree—, en su cadera, procede a agarrar con delicadeza a la sollozante mujer, que trata de contener algún quejido para no alertar al niño Dragon asegura varias veces que los salvará. A la mierda con la Marina. Esto no era ni mínimamente justo.
Cuando está a punto de girarse para huir con el duo, una plegaria susurrada llega a su oído.
“Por favor…” murmura alguien desde la oscuridad. No puede ver mucho desde la distancia. “Llévatelos. No dejes que se los queden… Por favor…”
Logra ver una mano extendida. Señala una caja plegada de hongo en la parte inferior.
Maldice pero avanza.
Dos bebés.
Dos bebés pelirrojos, con ojos cristalinos, y una horrorosa libertad arrebatada.
Dios mío… ¿Qué es la marina realmente…?
Antes de que pueda pensar su próximo movimiento, la puerta por dónde entró se vuelve a abrir mientras un haki poderoso recorre cada rincón de la habitación.
Girándose con horror, Dragon cree que necesitará romperse más huesos para salvar a alguien.
“¿Qué crees que haces, estúpido e insignifcante insecto?”
Figarland Garling.
.
Roger nunca pensó admitirlo abiertamente, pero… ¡Amén contigo, Garp!
Le debe una al maniático de las galletas de arroz. ¡Dios mío! Le debía una docena entera.
No solo había logrado cambiar de parecer a último momento, sino que apareció como el espíritu santo, señalando que tenían trabajo que hacer. No especificó qué tipo de trabajo, pero al sentir un haki poderoso Roger pudo entender por dónde iba la cosa.
Había un hombre, marine, con un… peculiar estilo de peinado, por decir lo menos.
Parecía una banana.
¡Roger, concéntrate!
Garp es el primero en apartarlo de un golpe. Su mirada promete dolor, cosa que no entiende Roger al principio. ¿Garp no era un marine también? ¿Qué hacía derribando a uno de los suyos?
Hasta que da un ojo dentro de la habitación y ve a Dragon, el mocoso que conoció hace varios años.
¿Qué hace ese cabrón acá y CUANDO creció tanto?
Las matemáticas no eran su fuerte, pero Dios mío, la última vez que lo vio era un mocoso del tamaño de una gaviota. ¡Gaviota!
“¿¡Vas a quedarte parada como una poronga o vas a ayudar, imbécil!?”
Ah, claro. El tipo con peinado de banana.
“¡Hahaha! ¡En eso!” recubre a Ace con haki y se gira momentáneamente hacia el ya-no-mocoso. “¡Oye, Dragon, busca a Rayleigh! ¡Pégate a él como garrapata, muchacho, así estarás a salvo!”
Dragon, para su gusto, obedece sin rechistar. Huye con una mujer, un niño, y dos bebés. Vaya juego de equipamiento, eh.
Lo malo resulta ser que el tipo banana necesitaba algo urgentemente de Dragon. Sea lo que sea, ni Garp ni él permitirían que se acerque al chico.
“¿¡Es todo lo que tienes, banana!?”
Garp gime estruendosamente.
“¿¡Es lo ÚNICO en lo que puedes pensar ahora, carajo!?”
Roger suelta una risita antes de mover a Ace.
Tenían esto.
.
Luffy se detiene abruptamente junto a Xebec. El cielo se estaba volviendo negro.
“Está apareciendo… Menudo idiota.” sisea con odio en sus palabras. “Los voy a detener. Ve tú, Xebec.”
El pirata asiente con determinación.
“Los salvaré, mi Dios. Después los podrás conocer, ya verás.” carcajea con simpleza. “Mi esposa es una mujer fuerte. Y oh, mi adorado hijo, él tiene su cabello. ¡Aunque dicen que se parece a mí!”
Luffy, calculando dónde aparecerá Imu, sonríe.
“¿Ah, sí? ¿Y cómo se llama?”
“¡Me tomó una semana elegirlo! Pero su nombre es…”
Un relámpago se manifiesta frente a Luffy. Estaba cerca. Demasiado.
“Lo dejamos para otro día. Tengo que atrasarlo.” Luffy agranda su tamaño. “Encuéntralos y huye. No mires atrás, ¿entiendes? No vale la pena. Vive.”
Sin más despedidas, el pirata sigue corriendo mientras Luffy resplandece en un color dorado. Aún era nuevo eso, brillar cual fuego artificial mientras sus ojos, rojos, brillaban cual zafiro.
Luffy, Nika, como sea, mira con detenimiento hacia el cielo y gruñe al ver una nube negra descender con rapidez sobre la isla.
Solo que no. No era una nube negra.
Era Imu.
Y, después de tanto tiempo, Luffy estaba solo.
“Oh, mi Dios.”
Contra ese maldito demonio.
“Imu.”
.
Xebec encuentra a su familia en la tripulación de Roger. Mejor dicho, la encuentra siendo protegida por un rabioso Rayleigh.
No necesita lidiar con más mierda de lo que ya es el mundo.
“¡RAYLEIGH!” grita con voz estruendosa. “¡Me llevo a mi familia!”
El hombre levanta una ceja antes de girarse al mocoso que retenía celosamente. Señala con los ojos a los gemelos. Xebec niega. Después mira a la madre e hijo. Xebec asiente.
Era un verdadero amén al cielo que Rayleigh sea uno de los seres pensantes en el Oro Jackson, porque Jesús, si Gaban hubiera estado de guardia, la historia sería completamente diferente.
“Tómalos y vete de esta mierda, Rocks. Ya estoy al tanto de la mayor parte de las cosas.”
“¿Ah, sí?” pregunta desinteresadamente mientras abraza a su esposa e hijo. “¿Qué sabes?”
“Eres más de lo que aparentas. Tenemos un Dios en el campo de batalla. Gloriosa está furiosa. Y, mar sálvame, Roger está prendido por el Dios. ¿Suena creíble? Lo llevo repitiendo lo que va del día.”
Xebec se congela en su lugar.
“¿Roger… con Nika?”
“Empieza a creértelo. Shakky está empezando a ser desplazada con una velocidad increíble.”
Sí, no. No estaba pasando.
“Que este infierno se apague.” sisea con el ceño fruncido. “Y acomodaré a Roger de los putos huevos.”
Rayleigh carcajea y se cruza de brazos.
“Para ese entonces ya estaremos en la boda.”
Xebec pierde el color y su esposa se ríe.
“Lo mataré.”
“Haz fila.”
.
Luffy jadea descontroladamente. Había pros y contras de luchar con Imu en el pasado.
Pros: Era inexperto. Era tonto. No sabía muy bien el alcance de sus poderes.
Contras: Era joven.
Aunque había un lado muy positivo: Luffy no era precisamente paciente.
Con un rayo en su mano derecha y el poder del sol en la izquierda, logra que Imu se retire entre maldiciones hacia el cielo.
No va a perseguirlo, sabe sus límites, carajo.
Cuando regresa a su tamaño original, decide tomar una siesta. Lo merece, ¿verdad? Claro que sí. Por favor, acaba de frenar a un ser atemporal y jodidamente poderoso. Merece descansar, gracias.
Sin embargo, no hay descanso verdadero a menos que esté muerto.
Escucha un balazo seguido de un chillido.
Sí, el trabajo nunca estaría terminado.
Así era el mundo, después de todo.
.
Gloriosa sujeta a Shakky entre sus brazos y calma sus llanto.
Estaba junto a ella. Por fin. Tras un horrible año de su silencio, volvía a tener a su hermanita entre sus brazos.
“Volvamos a la isla, cariño. Estarémos mejor allí, ¿vale? Fui una idiota al renunciar a mi puesto. Volveré y todo será como antes.”
Shakky la mira con ojos cristalinos y vuelve a llorar.
“Gracias. Gracias, gracias, gracias. Hermana, gracias.”
“Estoy acá, Shakky. Nunca me iré. No otra vez.”
Gloriosa volvía a estar allí. Dónde siempre perteneció.
.
Garp jadea descontroladamente junto a Roger.
“¿Está muerto?”
“Si le das un beso quizás y llegue a estarlo.”
“Jódete.”
Garp suelta una carcajada y se aleja del inconsciente marine. No necesita retomar la pelea, ya tuvo suficiente.
“¿Y si un beso tuyo si lo haga?”
Jodidamente suficiente.
“Camina y cierra la boca. Necesito ver a mi hijo.”
Roger se detiene y jadea.
“¡Verdad, el pequeño Dragon estaba acá!” su puño llega a la palma de su mano. Luce imbécil de ese modo. “¿Qué demonios hacía en esta porquería?”
“Una tontería.” bisbisea el hombre. “Quería impresionarme. Lo cual no va así. ¿En serio cree que estando acá me alegraría? ¡Es un infierno!”
“Mal padre.”
Garp gruñe.
“Cierra. La. Puta. Boca.”
Pero, amor al sake y mar divino, Roger no aprendería a cerrar el pico a menos que se lo cosan con hilo, caña de pescar, y una puta soga.
“Hasta yo sería mejor padre, Garp. ¡No es tan difícil! Solo dales su libertad y…”
Garp tuvo suficiente.
Golpea su miembro con su puño recubierto de haki y lo deja lamentarse en el suelo.
Después se lavará las manos. ¿Ahora? Necesitaba ver a Dragon.
.
Luffy está oficialmente agotado.
Gloriosa hizo la mayor parte del trabajo fácil. A él le tocó el divertido.
God Valley no era lo que alguna vez llegó a ser, eso era claro, pero ahora estaba libre de la inmundicia humana. Y con su poder recorriendo la tierra de la isla, todos allí estaban a salvo. Ya había despachado a los marines vivos —escupió en Garling, de nada— hacia algún lugar cualquiera del mar. Deberían seguir… respirando.
Por otro lado, no necesitaba escuchar un “gracias”. Las personas salvadas no necesitaban agradecer por vivir, era estúpido.
Luffy camina con pasos tambaleantes al Oro… ¿Cuakson? ¿Panckson? Como sea. Va al barco de Roger. Está relativamente muerto —su corazón está de acuerdo con la oración— y necesita tumbarse antes de caer por el cansancio en sus huesos.
Vislumbra a algunas figuras en el barco. No ve a Xebec, lo cual debía ser bueno. Estaba lejos, a salvo con su familia.
“¡Oooohhh! ¡Nika!”
Roger llega con un ruido sordo mientras sonríe con avaricia.
“¿Estás listo? ¡Será el mejor viaje de tu vida! ¡Y no creas que me olvidé del cocinero! Aparecerá más rápido de lo que-”
“¿Quiénes son ellos?”
El capitán baja su rostro y ve a los bultos que sostiene. La sonrisa vuelve a aparecer en su rostro y explica.
“¡Los encontró Dragon! ¿A que no son lindos? Parecen-”
“Tienes dos bebés.”
“Eh… ¿sí?”
Luffy abre la boca y mira fijamente a los dos bultos que sostenía Roger. Uno, por su sonrisa plácida, reconoce con facilidad. El otro siente conocerlo de algún lado, pero después puede pensar correctamente.
Como sea, Luffy habla.
“Tienes dos semanas para encontrar al cocinero.” extiende los brazos. “Pásame a Shanks y a Shanks dos. Ahora.”
Obviamente se iba a quedar con Roger. Tenía a SHANKS BEBÉ.
Pero un cocinero era importantísimo.
Notes:
Luffy oficialmente tiene dos tomates bajo su manto. PERO el cocinero está presente.
RECUERDEN: con una mano sostengo el canon y con la otra escribo. Necesito ensuciarme para traer estos capítulos al mundo.
POR LA CORDURA DE LUFFY, no sabrá el nombre del hijo de Xebec hasta que... no sé. Pero aún no jsjdsj
Chapter 4: 03
Summary:
Luffy, su aún-no-familia, y los dos tomates
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Roger parpadea dos veces antes de asentir furiosamente.
¡Dos semanas! ¡Tenía dos semanas para encontrar un cocinero!
Va a encadenar a Gaban en la cofa y no lo sacará de allí hasta dar con un cocinero.
“¡Dios mío!” Nika arrulla con encanto y sujeta con sumo cuidado a los dos bebés. “Shanks, eres adorable. Shanks dos, también tú. Ambos son adorables.” susurra con emoción antes de volver a girarse a Roger. “¿Quién los ha encontrado? Ve contándome.”
Sin esperar respuesta, el Dios empieza a caminar hacia el barco.
“Vámonos antes de que nos ganen los demás. ¡No me gusta perder!” declara mientras salta hasta la proa, dónde ve un interesante grupo de personas. “¿Eh?”
Lo primero que destaca, para su horror, es su abuelo.
Solo que está joven. Demasiado.
Luffy casi suelta a los bebés del susto. ¿El abuelo siempre ha sido así de musculoso? Dios mío, con razón sus puños de amor dolían como el infierno. No le extraña que, a pesar de ser un crío en ese entonces, usara haki contra su inocente cabeza.
Luego, viendo al otro intruso, su boca definitivamente cae. Literalmente.
¡Dragon! ¡SU PAPÁ!
¡MENOR que él!
Luffy está haciendo un cortocircuito, gracias. No pueden juntar a su familia —extrañamente joven— y no esperar que mantenga la calma. Es estúpido y jodidamente horroroso.
Claro, nunca conoció directamente a su papá, una que otras cosas que le contaba Sabo, pero nada más.
¿Ahora? Tiene un puto adolescente marine frente a él.
Mar santo y venerado, ¿qué demonios fue el pasado?
Pero solo escucha sus risas del cabrón.
Estúpido.
“Eh, bueno.” se aferra como un ancla a los dos Shanks que tiene. “¿Garp… Dragon?” dice con duda.
“Vaya, así que eres el Dios del que Roger se ena- ¡Joder!”
Como si lo hubieran invocado, la patada de Roger impacta contra el rostro de su abuelo.
Oh por Dios. Alguien golpeó al abuelo.
Antes de que pueda preocuparse de las consecuencias de la acción, Roger resucita, agitado, y le cubre la boca al marine.
“¡Nika!” dice entre jadeos. “Te presento a Dragon, aunque creo que ya lo sabes…” jadea una vez más. “Es el mocoso de Garp. Fue quien salvó a los dos tomates.”
“Eh…” se gira a su no-papá. “Gracias, Dragon. Yo me encargo de ellos.”
El adolescente —Dios mío, Zoro lo dijo una vez mientras hablaba con Robin, tenía cara de emo— levanta su pulgar con una pequeña sonrisa.
“Sé que estarán en buenas manos, Nika.” murmura con pesadez. ¿Qué demonios había estado para estar tan cansado? Pobrecito.
“¿Estás bien?” pregunta con interés genuino. “Espera, ¿qué haces acá?”
Antes de que Dragon pueda decir algo, Garp logra librarse de las manos de Roger con un lametón —“¡Ay imbécil!”— e interrumpe.
“Es un tonto,” dice con voz rotunda, pero con un cariño clarísimo. “Y me lo estoy llevando de acá hacia unas vacaciones infinitas. Ya no más marine para este testarudo hijo mío.”
¿Acaba de escuchar bien?
¿¿Acaba de escuchar bien??
“Y a tu pregunta, fue una tontería. ¿Verdad, Dragon?”
“Sí, papá.”
Oh santo cielo, el mundo se va a derrumbar. El abuelo estaba mostrando afecto genuino y su padre, del que sabe casi prácticamente nada, arrastra las palabras como el maldito adolescente emo que es.
Sabo, no me lo vas a creer.
Luffy esconde su risa con su mano mientras asiente.
“Veo,” dice con calma. “Me alegra que tengas un rumbo… más calmado.”
Entonces, como si desatara una fiera, Dragon resucita y levanta sus temblorosos brazos.
“¡Lideraré una Armada Revolucionaria, ya verás!” declara con determinación. “Salvaré a todo el mundo de estas cosas. Mi nombre será- ¡Ay!”
“¡Déjate de tonterías, serás un civil más, idiota!” gruñe Garp con ira. “¡Si te saqué de la marina es para mantenerte a salvo, no que busques el peligro activamente!”
Sin que pueda analizarlo correctamente, una pelea ya se había formado entre padre e hijo.
Luffy se acerca cuidadosamente a Rayleigh —¡ES RUBIO!— y susurra: “¿Siempre son así?”
“Desde que Dragon era un mocoso.”
“Vaya,”
Es poco difícil de entender todo lo que sucede frente a él, por supuesto, pero su familia es Monkey D. No son conocidos precisamente por ser cuerdos. Mucho menos normales. Así que estaban perfectamente bien.
“¡Nika!”
¿Me acaba de tutear?
Luffy no es un señor ni mucho menos. Pero, de nuevo, ¿me acaba de tutear?
“¡Dame tu permiso, por favor! Quiero arreglar este mundo. Lo que acabo de ver, todo esto… ¡Por favor!”
La respuesta está en la punta de la lengua cuando otro puño de amor es repartido.
Ya van dos seguidos, me estoy preocupando.
“¡Déjate de barbaridades, Dragon!”
“¡Nika!”
ME SIGUE TUTEANDO.
“Busca a Kuma, Iva y a Ginny.” suelta sin más.
“¿Eh?”
“Búscalos. Comienza allí.”
“¿Quiénes son…?”
“Búscalos.”
No necesita decir nada más. Él desaparece con sus dos tomates.
Si no me acuerdo del nombre de Shanks dos, lo llamaré oficialmente tomate.
.
“¿Por qué no se puede llamar tomate?”
Gaban sigue partiéndose de la risa mientras que Rayleigh, voz de la razón, trata de explicarle a un Dios por qué un bebé no podía recibir, ni mucho menos vivir, con el nombre ‘tomate’ ni su variación por defecto ‘tomatito’.
“Nika, no es un nombre como tal. ¿Por qué no buscas uno como lo hiciste con Shanks?”
“Shams.” dice en desespero. “¿Es un nombre, no?” pregunta, porque acaba de usar todo su cerebro para crear la derivación del nombre de Shanks. “Por favor, dime que es un nombre.”
Los labios de Rayleigh se curvan mientras Gaban se ahoga con su risa a su costado.
“Sí, Nika. Es un nombre.”
“¡Aleluya!”
Luffy levanta a Shanks y Shams hacia el cielo, adorando las risas de ambos bebés.
Aunque siente que algo se está olvidando.
Shams. Su nombre… le resulta conocido.
De todos modos, no importa. ¡Tiene dos tomates!
“Un motivo más para encontrar un cocinero,” murmura el espadachín con burla. “¿No, Nika?”
“Obviamente. Son dos bebés. Deben comer bien.” Luffy gira su cuello hasta Roger, que discutía algo con Crocus. “¡ROGER!” grita estruendosamente. “¡El cocinero, tenemos dos bebés!”
“¡Solo han pasado dos horas desde que Garp y Dragon se fueron!”
“¡Son dos bebés, apúrate!”
Y lo más sorprendente de todo es que Roger le hace caso. El capitán sujeta del cuello —casi como si fuera un gato— a Gaban y lo lanza hacia la cofa.
Le recuerda mucho a Nami.
Con una punzada de dolor, también le recuerda a Ace.
¿Será que todos los navegantes guardan similitud?
“Y allí va nuestro navegante, qué bonito.” murmura Rayleigh, encantado.
Luffy sigue mirando la cofa antes de girarse hacia el hombre.
“¿Gaban?”
El Oro Jackson se sume en silencio antes de que la voz de toda la maldita tripulación se rompa en risas. Los ladridos de Roger resuenan con fuerza en el barco mientras que Crocus, el hombre más calmado que ha llegado a conocer, es un maldito manojo de risas.
A su costado, Rayleigh es un tomate.
Con diversión, pone a su costado a los dos bebés.
“Mira, hacen juego.”
Rayleigh no responde.
“Sabes, puedo ser un Dios y todo eso, pero también soy humano.”
Rayleigh sigue sin responder.
“Hombre, solo golpéame.”
Rayleigh hace exactamente eso.
Roger pega el grito al cielo y se lanza como luchador hacia su espadachín.
.
Mientras Luffy ve a Crocus curar a Roger y Rayleigh, escucha atentamente sus indicaciones.
“Es una verdadera sorpresa que los dos tomates no presenten desnutrición tomando en cuenta dónde los encontramos.” tararea mientras cura el morado en el ojo de Ray. “Pero no importa cómo hayan logrado eso, debe seguir.” se gira a Roger. “Cocinero.”
“Gaban está en ello.”
“¿Y esperas matarlos de hambre hasta llegar a una isla? Gaban es un navegante excelente, pero no puede alterar el clima.” susurra lo último, porque Gaban definitivamente se ofendería si escucha eso.
“¿Tenemos leche?” pregunta Ray mientras gime al tocar su nariz rota.
“¿En serio crees que sería buena idea tener leche en un barco?”
Luffy no entendía cuál era su punto. Sanji necesitaba de todo para hacer sus deliciosos postres.
Ay, Sanji. No te preocupes, lo arreglaré.
Oye, hablando de eso. ¿Cómo demonios usaba un salto? Guardará ese pensamiento para más tarde.
Mientras Luffy ve a Crocus discutir con ambos hombres, una idea surge en su cabeza.
“¿La leche materna funciona?” pregunta con seriedad.
Crocus termina con la nariz del espadachín antes de girarse hacia Nika.
“Sí. En todo caso, sería lo mejor. Son unos bebés de apenas dos meses. Y eso.”
Luffy no necesita más.
Llevando su pulgar a su boca, y brillando más que nunca antes, modifica todo su cuerpo. No lo podría lograr con tanta facilidad de no haber sido por las hormonas de Iva. Así que, de nuevo, gracias Iva. Eres lo mejor.
Luffy reaparece con una nueva apariencia.
Ahora… ¿era una mujer, qué mierda?
Antes de que alguno de los tres hombres allí pueda decir algo, el llanto furioso de los dos tomates resuena en la habitación.
“¡Ay! ¿Qué pasa, tomatitos? ¿No les gusta esta apariencia? ¡Pero si lo hago para…! ¡Ay, ya entendí!”
Y tan rápido como sucedió, Luffy volvió a tomar su forma original.
Shanks y Shams se calmaron.
Crocus es el primero en romper el silencio.
“¿Es… normal que puedas hacer eso?” pregunta con curiosidad. Oh no, sus ojos eran médicos. “Con todo el asunto de ser un Dios, por supuesto.”
“Uhhh, ¿supongo? Puedo modificar mi cuerpo a mi antojo, pero a los tomatitos no les gusta, así que no es opción.” zanja el tema con indiferencia, volviéndose hacia Roger. “Cocinero.” repite.
El capitán cierra su boca y asiente.
“En ello, Nika.”
Luffy arruga la nariz.
“Deja ya eso. Llámame Luffy.” dice mientras se levanta y abandona la habitación. “Voy con Gaban, a ver y le presto un poco de mi poder y llegamos más rápido a una isla.”
Con eso, Luffy desaparece de la habitación.
Rayleigh está revaluando todas sus acciones pasadas en vida.
.
Luffy ya había vuelto loco a Gaban con un poco de su poder. Todos en el Oro Jackson se aferraban a cualquier cosa para no salir disparados con la velocidad con la que iba Gaban, el frenético de su navegante.
Para ese momento, el problema de los tomatillos había tomado mayor poder, porque se quejaban con pucheros, ceños fruncidos y puños cerrados por el hambre en sus cuerpecitos. Luffy sentía que había lastimado un perrito al ver las caras desoladas de Shanks y Shams por igual.
“Crocus,” se gira al doctor que comía una manzana. “¿No pueden comer algo que no sea leche? Se asustan si cambio.”
“Puré.” dice con simpleza. “Pica una fruta, échale azúcar, que hierva unos minutos… y podrán aguantar un poco más hasta tocar isla. Si no conseguimos el cocinero, al menos compraremos leche.”
Buen plan, qué bueno que los doctores tengan un cerebro bonito.
Luffy sigue las instrucciones al pie de la letra. Si alguno de sus nakamas lo viera ahora, se espantarían del susto. Él mismo sentía que algo lo estaba poseyendo al momento de cocinar.
Ya sea una ofensa a las habilidades de Sanji, o su propio cuerpo concentrándose en la labor, pero Luffy encontraba realmente extraño lo que estaba sucediendo.
Al cabo de veinte minutos, Luffy termina la comida más decente que alguna vez pudo soñar en cocinar. Se siente hasta incluso poderoso al momento de sostener su puré de manzana.
Enfriándolo con un papel, acomoda a los dos bebés sobre la mesa mientras empieza la misión de alimentar sus estómagos hasta que lleguen a una isla y consigan o bien el cocinero o leche.
“Muy bien, digan ahh…”
Eso fue una mala idea.
Shanks lanza con las habilidades de un karateka la cuchara mientras que Shams, el calmado y pacífico de Shams, prueba con una sonrisa su puré, chillando de alegría al comerlo.
Crocus, detrás de él, se parte de la risa al verlo sufrir con Shanks.
“Simplemente increíble.”
“¿Cómo pueden ser gemelos y ser tan diferentes?” farfulla mientras recoge la cuchara. “Shanks, no se lanza la comida.” reprende con el ceño fruncido, recibiendo un asentimiento jovial del bebé.
Y puede que sea una habilidad suya o el encanto que posee, pero en la siguiente cucharada Shanks se comporta justo como su gemelo.
“Que buenos bebés, sí señor. Ambos son adorables.”
Los dos tomatitos chillan mientras extienden sus brazos para un abrazo.
“Awww, yo también los quiero. Ahora a seguir comiendo hasta llegar a una isla.”
Los dos asienten y abren su boca.
Son los bebés más educados que ha conocido jamás.
.
“¡Atrás!”
“¡Ba!”
Estaban relativamente cerca a una isla cuando Shanks, el más movido de los gemelos, se le aferra al pecho con determinación, impidiendo con gritos a cualquiera que se le acerque mucho.
Shams también es parte de eso, con sus manitas fuertemente pegadas en el pecho de Shanks, escucha con una sonrisa los gritos de protesta de su hermano.
Luffy lo encuentra interesante. Nunca había pensado que Shanks sería tan protector.
“¡Yo lo ví primero, mocoso, préstamelo un rato!”
“¡BA!”
Era ridículo cómo Roger se ponía al nivel de un bebé, ¿pero quién era Luffy para juzgar?
Rayleigh, sujetando su nariz chueca, rueda los ojos. “Roger, no te rebajes por un bebé.”
“¡Está acaparando a Luffy!” señala indignado. “¿No ves el problema?”
“Veo que estás discutiendo con bebé pocos meses. Eso veo.”
Roger le saca el dedo corazón mientras se gira nuevamente a Shanks, porque es el único problema real allí.
“Vamos, mocoso. Te sostuve antes. ¿Ya no te acuerdas de mí?”
¿Era eso manipulación…?
Shanks parpadea, casi como si hubiera escuchado los secretos del mundo. Mira fijamente a Roger antes de chillar y extender sus brazos para que el hombre lo cargue.
“¡Ves! ¡Haces escándalo por nada, mocoso tonto!” ríe con alegría mientras abraza al bebé. “Ahora, si me permites, voy a-”
“¡BA!”
Y allí va de nuevo.
“¿Perdón? ¿A quién crees que gritas de tal manera? ¡Soy el capitán de este barco!”
“Ba ba ba.”
Roger jadea ofendido.
“¿Perdón?”
“Ba.”
Rayleigh ríe disimuladamente mientras que Luffy evita hacerlo frente a Roger.
“Creo que está bien con que lo cargues, pero no le gusta que te acerques a Luffy, Roger.” señala Rayleigh con burla. “Es un poco celoso.”
“Eso no tiene sentido, Ray. ¿Está feliz que lo cargue pero que no me acerque a Luffy? Es ilógico.”
“Dice el hombre que discute con un bebé.”
El capitán resopla y vuelve a intentar acercarse a Luffy.
Con el estruendoso llanto de Shanks en el barco, es evidente que fue una pésima idea.
.
Gaban grita como un lunático cuando pisan tierra, pero no se le podía culpar. El navegante había hecho uso de los poderes de un Dios para hacer que el barco desafiara las leyes de la física.
Era completamente comprensible que Gaban parezca un loco cuando toca tierra.
“Un récord.” dice con voz frenética. “¡Un puto récord!”
“Lo sé, Gaban. Felicidades.” dice Roger con una sonrisa, palmeando su espalda. “Ahora, a por un cocinero.”
Obviamente eso iba dirigido hacia sus tripulantes, porque Gaban no era un ser funcional en ese momento.
Roger sale disparado a la isla mientras que Luffy va junto a Crocus por leche. Los dos tomatitos eran un barril sin fondo.
“¿Crees que lo encuentre?” pregunta Crocus con burla.
“Tiene dos semanas.”
El médico asiente.
“Será suficiente.”
“Más le vale.”
.
Cuando la noche se cierne sobre sus cuerpos, Luffy repleto de fórmulas para bebés y mucha ropa tonta pero adorable para los tomatitos, se había olvidado por un microsegundo del cocinero.
Cocinero que, cabe recalcar, estaba en el Oro Jackson.
Parece ser que todos llegaban al mismo momento, porque se detienen en la escalera al ver a un pobre hombre encadenado a una silla mientras Roger le hablaba de muchísimas cosas que no llegaba a escuchar.
“¿Roger…?” murmura Rayleigh, luciendo verdaderamente confundido. “¿Quién…?”
“¡Ah, ya llegaron!” Roger extiende sus brazos y muestra al hombre que estaba en contra de su voluntad allí. “¡Les presento a nuestro cocinero!”
“¡QUE NO LO SOY, MALDITA SEA!”
Roger jadea, ofendido. “¡Pero me dijiste que te gustaban los mocosos!”
“¡Sí, pero no de un pirata!”
El capitán finge llorar mientras se gira a Luffy, que sostenía a los dos bebés.
“Luffy, ilumina el cerebro de este buen hombre. Sé que quiere ser parte de la tripulación.”
Suelta un resoplido, pero Luffy avanza con interés. El hombre encadenado en la silla lo mira con una ceja levantada antes de llegar a los bebés. Su rostro muestra un conflicto antes de volver a la seriedad de antes.
“Lindos bebés.”
“Lo sé,” dice Luffy con seguridad. “¿Cómo te llamas y con qué te engañó Roger?”
“Mi nombre es Max Marx y… tu capitán me dijo que tenían dos bebés desnutridos.”
Todos se palmean la cara. Sí, eso era Roger en su máxima expresión.
“Ah,” Luffy esconde una risa y asiente. “No te preocupes, ahora te…”
Sin embargo, un grito estruendoso resuena en el barco y todos se desestabilizan cuando el Oro Jackson empieza a moverse con rapidez.
“¡No jodas! ¿¡Aún le queda poder!?” gruñe Rayleigh. “¡Crocus, detén el barco ahora mismo!”
“¡SOBRE MI CADÁVER!”
Luffy se aferra a la silla mientras mira al pálido hombre.
Oh no.
“¡Habemus cocinero!” grita el capitán del barco.
Roger, imbécil.
Notes:
¿Eso... cuenta como cocinero? Ya lo sabremos hahah
Chapter 5: 04
Summary:
Max y los piratas de Roger.
Notes:
estoy como súper enferma, pero quería publicar esto cuanto antes:,)
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
No solo estaba el hecho de que habían raptado a alguien, sino que Gaban, por alguna peculiar razón, decidió gastar todo el poder que le dio Luffy para irse a vaya saber dios dónde y luego dormirse.
En pocas palabras, sin saber cómo volver a la isla.
Roger por su parte no mostraba arrepentimiento alguno, el muy idiota. Se podría afirmar que estaba complacido con su trabajo. Claro, Luffy había pedido un cocinero y le había dado el plazo de dos semanas, ¡pero no se esperó que el capitán raptara al cocinero!
Aunque viéndolo mejor, era una buena jugada. Luffy, como capitán, aprobaba el trabajo realizado.
Tiempos aquellos cuando adoptó a Torao.
Luffy aún no aprueba haber secuestrado a Max, pero definitivamente entendía lo hecho por Roger. Así que solo podía tratar de aminorar el ánimo del cocinero que, si se puede recalcar, únicamente cocinaba para los bebés. Roger no mintió cuando dijo que a Max le fascinaban los bebés.
Ellos, por otro lado, comían la insípida comida de Crocus. Junto algunas buenas cosas que compraron en la isla que habían dejado hace poco.
(Que se agotaban absurdamente rápido cuando juntaban a Roger y a Luffy).
.
Mientras Max mataba con la mirada a Roger, Luffy jugaba con los dos tomatitos residentes del Oro Jackson. Le gustaba sobremanera molestarlos fingiendo que no los diferenciaba. Y es que a pesar de ser tan jóvenes, tenían un agradable manejo sobre sus emociones. No al punto de un infante, seguían siendo bebés, pero sabían demostrar su enojo puro cuando Luffy decía ‘Oh, ¿no eras Shanks? Perdón, Shams. Te pareces mucho a él’. O viceversa.
Ni Shanks ni Shams eran fanáticos de que los confundan, incluso si eran terriblemente parecidos.
Gaban, por otro lado, sacaba provecho a las bromas. Mientras que Luffy las frenaba para no lidiar con el llanto estruendoso de los bebés, el cabrón del navegante los provocaba lo justo y suficiente para que griten por todo el barco.
Lo más absurdo de todo es que los bebés les sigue gustando Gaban, a diferencia de Roger.
“Deja de joderlos,” brama con fastidio Rayleigh que iba de pasada. “Son solo bebés.”
“Y fruncen el ceño igual que tú. ¿No es divertido?”
Rayleigh le da un golpe al navegante.
“Es irritante. Eres irritante. Deja a los mocosos en paz.” advierte con su mirada, a lo que recibe una sacada de lengua. Lo peor es que logra cabrear muchísimo al rubio.
Mientras los dos súper mejores amigos del Oro Jackson demuestran su amor a base de puños y maldiciones, Luffy decide frenar a Roger, quien fallaba estrepitosamente al persuadir a Max para que cocine para todos. El peliblanco camina hacia los dos hombres —uno que estaba a una sola palabra de morderle la nariz al otro—y le entrega los bebés a Roger, quien se calla automáticamente para prestarle total atención a los tomatitos.
“Max,” llama Luffy, calmando la tensión. “¿Qué te está diciendo este idiota ahora?” pregunta mientras se apoya en la barandilla junto al cocinero.
El hombre resopla.
“Piensa, inútilmente, que por estar en su barco tengo la obligación de cocinar para todos.” girándose hacia Luffy, arruga la nariz. “¿Es así de imbécil siempre o solo conmigo?”
Luffy suelta una risita. “Siempre, pero tiene sus momentos de lucidez, no te preocupes.” asegura con una sonrisa. “De todos modos… ¿no te gustaría quedarte?”
Max gruñe como un animal moribundo. “No tú también…”
“¡Vamos!” Luffy, reitera, no aprueba el secuestro. Pero el hambre apremia. “Tenemos una refrigeradora muy llena. ¿No te gustaría echarle un vistazo? Quizás puedas probar el fuego…”
De nuevo, el hombre lo aleja con un manotazo. Luffy se ríe aún con la enorme mano del cocinero en todo su rostro. Es divertido porque, a pesar de que la molestia de Max es muy visible, no busca atacar a nadie realmente —a excepción de Roger, a él ya lo lanzó al mar dos veces. El Dios retira la mano intrusa con una sonrisa felina y se vuelve a apoyar en la barandilla.
“Aún no entiendo tu resistencia. Roger es un pirata decente.”
A pocos pasos, el nombrado hincha el pecho con orgullo. Sin embargo, Max solo vuelve a rodar los ojos.
“Y no lo entenderías.” espeta con molestia. “Solo eres un tonto hombre que sigue al imbécil del capitán.”
Esos adorables comentarios le recuerdan mucho a Kid. Cuando estaba en Wano. ¡Cierto! Hablando de Wano, ¿quizás podría dar un vistazo y ver si Yamato existía para rescatarlo de la horrible paternidad de Kaido? Era una bonita opción.
Está empezando a intentar pobremente cuadrar las fechas cuando el chillido de Roger, junto al de los bebés, resuena en su espacio.
“¿¡Cómo lo llamaste!?” ruge con ofensa. “¡Cuida tu vocabulario con MI Dios, Max!” Luffy levanta una ceja, esa posesión le irritaba en toda el alma.
El cocinero resopla.
“Realmente adoras al chico dorado.” provoca con una sonrisa. “Lástima, querido, que todos acá somos unos humanos tontos.”
Roger estalla en ira.
“Él no es ningún tonto humano, Max. Discúlpate ahora mismo.”
“¡Ba!” chillan de acuerdo los dos bebés, para sorpresa de Max. “Ba, ba, ¡Ba!”
Su idioma bebé es simplemente inútil de entender, pero la molestia era evidente en los dos mocosos.
“Roger, todos somos tontos.”
El capitán chasquea la lengua. “No me interesa que lo llames tonto, eso aún está en debate,” ¿perdona? “Me interesa la parte en la que lo llamas humano. No lo rebajes a eso.”
Luffy, primero, quiere volver a tocar ese punto donde lo llama tonto; segundo, en realidad es un humano. Aunque parece que todos allí no aceptaran tal hecho, lo cual, sí, le recuerda un poco a su era. Los únicos que lo reconocían como un humano muy estúpido era su tripulación y familia, para el resto del mundo era el Dios Sol Nika.
Max levanta una ceja, cruzándose de brazos. “¿Rebajarlo a eso? ¿Qué demonios tomaste hoy?”
Crocus, que iba de pasada, decide intervenir.
“Oh,” llama la atención del secuestrado. “Luffy no es su único nombre.” lo señala con simpleza. “También se llama Nika. Dios Sol Nika.” explica con calma antes de seguir con su rumbo.
Roger y los bebés asienten varias veces mientras que Max, el pobre cocinero secuestrado por Roger, abre los ojos de par en par.
Luffy quiere encontrar qué es tan importante que sea un Dios.
Todos son iguales, a fin de cuentas.
Aunque algunos no lo parecían en absoluto.
.
La primera semana que había impuesto Luffy estuvo llena de intentos de asesinato por parte de Gaban. Algunos días eran más pesados que otros, con cuchillos de varios tamaños y atentados mientras dormía. Otros, gracias a Dios, eran leves. Insultos demasiado coloridos y creativos con lanzamientos al mar en el transcurso del día.
Roger, para exasperación del cocinero, parecía no afectarle ni un poco los intentos de asesinato.
Peor aún, a nadie en la nave le importaba realmente que Max quiera matar a su capitán.
“Aún no entiendo eso,” señala Crocus con diversión. “¿Cómo demonios no te lastimas las manos?”
Max, que había decidido el camino de la paz ese día, lo mira con obviedad.
“Soy un cocinero.” levanta ambas manos. “No puedo permitirme alguna herida. Son mis herramientas de trabajo.”
“Pero usas cuchillos y todos sus derivados. Era extremadamente bueno con las armas.” enfatiza ese hecho. Porque ya lo habían visto con horror cuando se hizo con la katana de uno de los tripulantes.
“Y soy aún mejor en cuidarme las manos.” dice con una sonrisita presumida. “De todas no es mi forma usual de pelear.”
“¿En serio?” murmura Luffy. Había logrado hacer dormir a Shanks, a diferencia del muy despierto de Shams. A veces se turnaban el caos los gemelos. “Todo este rato te he visto con armas. ¿Cómo puedes ser mejor que eso?”
Max, curiosamente abrumado por la atención de todos los tripulantes, levanta su pierna derecha y, mucho antes de que alguien se de cuenta, ya le había robado todo el dinero de Crocus. El médico abre los ojos como plato.
“¡Oye, ladrón!” brama entre risas, arrebatándole con una carcajada todo su dinero. “¡Ahora ya entiendo cómo pudiste empujar al mar a Roger aún cuando tenías a los dos bebés en tus brazos!”
Todos los que los rodeaban estallan en risas.
Aunque, curiosamente, Luffy siente que es un poquito difícil respirar.
Él, de alguna forma, ya no estaba viendo a Max. No veía su cabello castaño, músculos prominentes y piernas, ahora, relativamente letales.
Él veía a Sanji.
«Capitán… Luffy… Eres el Rey de los Piratas… Siempre supe que lo lograrías»
Luffy no necesita excusarse. Él simplemente huye de la diversión de la tripulación y del fantasma de su amable cocinero.
.
La noche bañaba con su manto escarchado al Oro Jackson. Esa noche le tocaba a Roger cuidar a los tomates —realmente, debían hacerle unas cunas. No podían seguir malcriándolos de tal modo—, por lo que Luffy, aún abrumado con el fantasma de su cocinero, se sube al nido de cuervos para despejar su mente. Si lograba calmarse para el alba, todo volvería a la normalidad.
Aunque mientras trepa por las cuerdas, la conversación del mar vuelve a impactar en su cabeza.
Tres saltos.
¿Qué se supone que significa? ¿Debe saltar o qué mierda?
Luffy siente que Nami era una Diosa sin título que la reconozca. Ella había pensado por todos desde el inicio de su travesía. Está segurísimo que ella ya hubiera entendido eso. Tres saltos. ¿Qué mierdaaa?
El peliblanco resopla y, cuando llega al nido de cuervos, se topa con Max.
No es precisamente mejor, pero no lo lanzará de allí.
“Oye,” llama con curiosidad. El hombre se sobresalta, mirándolo con los ojos entrecerrados. “¿Qué demonios haces acá?”
Max levanta una ceja con burla.
“Me toca hacer guardia.”
“Ah,” Luffy se palmea la cara mentalmente. Había olvidado que Max accedió a unas reglas básicas, a pesar de ser secuestrado. ¿No era un rehén muy susceptible?
El cocinero bufa con diversión. “Eres un Dios tonto.”
Luffy, apoyándose a su costado, rueda los ojos hastiado.
“Entre nosotros dos, solo soy un humano.” recita con aburrimiento. “No le digas eso a Roger porque se pondrá insoportable.”
“Lo sé,” tararea con entendimiento Max, lo que causa curiosidad en Luffy. “O sea, sé que los dioses tienen sentimientos y eso, pero tus ojos son tan profundos como los humanos. Al menos cuando estás así.” señala su forma no brillante. Luffy se pregunta en qué momento el cocinero lo vio como un Dios en toda regla. “No preguntaré cómo eres mitad mitad, pero sé que eres en parte humano.”
Luffy asiente con una sonrisa pequeña. Hablar con Max era absurdamente fácil, claro, cuando no estaba gruñendo con Roger.
“Es fácil hablar contigo,” dice con voz juguetona.
“Me lo han dicho.” responde con una sonrisa. “Varias veces.”
“Porque es verdad.” Luffy, después hablar ese pequeño momento con Max, puede dejar de ver a Sanji en él. Claro, hablaba con su cocinero muchas veces, pero era más de quedarse con Zoro en la noche. “¿Sabes? Me recuerdas un poco a alguien.” Chopper alguna vez mencionó que hablar sobre lo que le molestaba era bueno.
“Qué coincidencia, tú también me recuerdas a alguien.”
Eso sorprende a Luffy.
“¿En serio? ¿A quién?”
“Tú primero.”
Luffy cree que es justo.
“A mi cocinero,” canturrea con una sonrisa. Puede sentir como Max rueda los ojos sin verlo directamente. “¡Oye! Primero escúchame antes de hacer eso.” le saca la lengua con burla. “Él también peleaba con sus piernas. Lo que dijiste en la tarde lo dijo hace un tiempo. Me recordaste a él.” murmura con nostalgia.
Max no le cree por completo.
“Hombre, ¿por qué jugaría con mi amable cocinero?” espeta con fastidio, sin darse cuenta cómo lo llamó.
“¿Amable cocinero?” repite Max con duda. “¿Por qué lo llamas así?”
Luffy, incapaz de cambiar lo dicho, suspira. Así que estaría hablando de Sanji, genial.
“Porque es amable. Su corazón es el más amable del mundo.” farfulla con cariño. La herida seguía abierta y sangrante. “No te conozco muy bien, Max, pero me recordaste un poquito a él.”
Max tararea con calma antes de hablar.
“Me recuerdas a mi madre.” dice suavemente, llamando la atención de Luffy. “Ella tenía tu misma risa.” antes de que Luffy pueda preguntar a qué se refería, Max lo detiene. “Creía que podía encontrar libertad en las situaciones más mundanas del mundo. Ambos eran igual de tontos.”
“No sé si quieres o no a tu madre. Me estás confundiendo el cerebro.”
“La quiero,” dice con obviedad. “Solo que ambos son ridículamente abiertos con el mundo. Ingenuos, aunque sé que no es así.”
Luffy emite un ‘mmm’ antes de que Max levante la cabeza al cielo.
“¿Hace cuánto?”
“Una semana.”
Max silba en entendimiento y luego dice:
“Ella murió cuando cumplí quince, pero parece que no podré olvidarla contigo a mi lado, ¿eh?”
Oh, Luffy le encantaba la ridiculez de la situación.
“Somos dos,"
.
“¿Qué demonios?”
Luffy, Roger, Crocus y sorprendentemente Rayleigh trataban de camuflar sus risas.
Gaban no lucía culpable en absoluto.
“Eres un maldito navegante, ¿Qué quieres decir que no te acuerdas cómo llegar a mi isla?”
“En lo que a mí respecta, estaba bajo el efecto de sustancias.”
Max no puede creer lo que escuchaba.
No solo ya había pasado una semana en el barco de Roger, sino que ya se iban para las dos semanas y el maldito de Gaban, en vez de regresar a la isla dónde se lo llevaron, siguió con el rumbo completamente opuesto en algún tramo de los días. Max lo había estado vigilando, maldita sea, ¿en qué momento el imbécil del navegante cambió la ruta?
“¡Mira el lado bueno! Estamos en una bonita isla. Puedes buscar más condimentos para tus deliciosas comidas.”
Eso era un punto hermoso: Max había cocinado solo dos días para todos cuando había estado borracho. Después de darse cuenta de lo que había hecho, no volvió a probar una gota de alcohol, para el sufrimiento de todos.
“Te voy a lanzar al mar, maldita sea.” promete con odio en sus palabras. “¡A ti también!” señala a Roger, porque está seguro que el idiota de capitán tenía algo que ver en la locura de Gaban.
“¡Oye, soy inocente!” salta en reclamo, recibiendo un gruñido de Max.
Crocus da un sorbo a su sake y salta del barco junto a Gaban.
“Sigan peleando o no, pero nos vamos en la madrugada.” grita el navegante desde tierra. “¡Queda en ustedes!”
Acto seguido todos los tripulantes saltan con desesperación del Oro Jackson para conseguir lo que les faltaba. Roger no demora en seguir a todos sus nakamas, dejando a Max en el barco.
“¡Luffy, sígueme!” grita mientras extiende los brazos.
El peliblanco sonríe y cae con elegancia en los hombros de Roger, quien empieza a trotar como una bestia por toda la isla.
Max, a regañadientes, salta del barco.
El maldito Oro Jackson no tenía sal. ¿Qué clase de bárbaros eran?
.
“Busca mi maldita isla, imbécil.”
Ya era de noche, todos estaban presumiendo orgullosamente lo adquirido en la isla y Max le tironeaba de la oreja a Gaban, prometiendo una comida envenenada si no regresaba a su isla.
“¡Ya, ya, suéltame!”
Ajeno a las advertencia de muerte de Max, Luffy veía con sumo interés cómo los dos tomates movían sus piernitas con fascinación. Era divertido porque parecía que estaban siendo conscientes que podían hacer eso, junto a apretar sus puños.
Ellos definitivamente no eran bebés normales. Max le había dicho que ningún bebé así de pequeño podía comer papilla, ni mucho menos ser tan consciente de lo que hacía.
Luffy estaba completamente seguro que era normal, después de todo eran Shanks y Shams.
“¡Ahora busca!”
“¡Primero quiero comer!”
Max volvió a gruñir.
.
A un maldito día de que las dos semanas impuestas por Luffy se cumplieran, Roger estaba al borde de la locura. Ya había tratado de ofrecerle muchos tesoros y buen comportamiento a Max, pero este seguía negándose.
Y lo seguiría haciendo con el doble de furia después de descubrir que Roger era quien saboteaba la ruta de Gaban por la noche. El navegante se había ganado un tazón humeante de ramen al demostrar su inocencia.
Eso solo provocó que todos aclamaran más su comida.
“¡Esta no es mi maldita isla!” Max quería arrancarse la cabeza del estrés. “¡Roger, maldito seas!”
“¡Necesitamos un cocinero, y eres el candidato perfecto!”
“¡Me secuestraste!”
“¡Y TE DEJO LANZARME AL MAR!”
Era como ver a una variación de Gaban y Rayleigh pero mucho más divertida, porque Max mordía. Literalmente. Era una maldita fiera salvaje. Roger había terminado con varias mordidas a lo largo de su brazo.
“¿Sabes? Empiezo a pensar que sí tendremos cocinero.”
“¿Te tomó dos malditas semanas darte cuenta? Roger es terco como una mula.”
Antes de que Gaban y Rayleigh puedan empezar una lucha, Crocus les entrega un bebé a cada uno. A regañadientes, se calman. Era realmente efectivo contar con los dos tomatitos como bandera blanca.
Como la costumbre de bajar en la isla para reponer suministros inculcada en el Oro Jackson, todos la siguen religiosamente. Así que Max, a las malas, aprendió que debía ser rápido para conseguir lo que faltaba en la cocina. Aún si no fuera el cocinero allí, no podía permitirse comer tan mal.
Pedazo de bárbaros.
“Esto no ha terminado,” gruñe con el ceño fruncido a Roger, que sostenía en sus hombros a Luffy. “Y tú deberías detenerlo.” se levanta al peliblanco.
“Lo que haga Roger no me incumbe a mí, Max. Lo sabes muy bien.”
El cocinero rueda los ojos, como si se lo creyera.
Los ojos de Roger no demostraban amistad.
Y Luffy no parecía apuntar a un lado de la balanza precisamente.
.
En el momento que todos se encontraban disfrutando del pequeño festival, con Roger misteriosamente desaparecido, Luffy estaba tratando de entender lo que el mar le había dicho.
Tres saltos.
De nuevo, ¿Qué se supone que debe significar?
Mientras los dos tomatitos experimentaban la arena en sus regordetas piernas, Luffy intenta sacar más información del mar. Cosa que era absurda a más no poder. El mar evadía cualquier pregunta relacionada con los tres saltos y su propósito en el pasado. Cambiaba el rumbo de la conversación con la inmadurez de Roger, los cambios que su sola presencia hacía y, por supuesto, la novedosa noticia que el Oro Jackson portaba a dos pelirrojos como grumetes.
Luffy no tenía el cerebro para la forma de acertijos con la que hablaba el mar. Él solo necesitaba saber qué significaban esas dos palabritas y, en su defecto, qué proceder con esa información.
Lastimosamente, el mar era muy escurridizo.
«¿Ha de permanecer el cocinero? ¿O sus temores escribirán su destino? ¿El rumbo será modificado, mi Rey? ¿Qué hará? Jujuju.»
Si el mar fuera una persona, Luffy la hubiera mordido.
“Mar hermoso, habla claro,” gime estruendosamente. No entiende absolutamente nada. “Oigan, ustedes dos, dejen eso.” se gira a los dos bebés que estaban a punto de comerse arena. Les limpia las manos convocando una pequeña brisa de aire, sacándole una risitas a los bebés.
Luffy estaba estresado, con el recuerdo fijo en el fondo de su mente de Sanji, pero no se iba a desquitar en dos bebés que no tenían la culpa de absolutamente nada. Así que solo los lleva a que remojen sus diminutos pies en el mar. Les acerca solo los dedos de sus pies, pero es completamente conocedor que a esa joven edad cualquier cosa los enferma, y no quiere lidiar con bebés enfermos.
“Ba.” Shanks intenta irse de cabeza al mar y Luffy solo lo atrapa con toda la habilidad que reunió todos esos años. “¡Ba!”
“No, mocoso. Eres muy pequeño. Cuando seas más grande te dejo zambullirte.” replica con calma, logrando que Shanks haga un puchero muy marcado. “Oye, te puedes enfermar. ¿A caso quieres sentirte mal?”
“Ba.”
“Eso pensé.”
Aleja al sonriente de Shams y al gruñón de Shanks del agua. Ambos bebés chillan cuando son alejados, pero Luffy está completamente seguro que no quiere bebés enfermos.
Está secando sus pies con una parte de su ropa cuando Shams balbucea con curiosidad. Segundos después se le une Shanks, ambos gemelos generando una orquesta de idioma bebé para que Luffy se voltee.
El peliblanco lo hace y se da cara a cara con un mocoso.
Luffy ladea la cabeza, jura haber visto ese peinado antes.
“¿Quién eres, mocoso?” pregunta con curiosidad, acercándose con ambos bebés entre sus brazos. “¿Estás solo?” vuelve a cuestionar. El mocoso no se veía tan grande cómo para estar sin padres, aunque Luffy mismo nunca tuvo uno muy presente, la verdad.
“No,” responde el niño, jugando con sus dedos. “Pops y Roger me dijeron que te buscara. Están peleando, yoi.”
‘Pops’ era algo que ya había escuchado antes. Ese tic ‘yoi’ también. Luffy, recordando que estaba en el pasado, trata de recordar quién poseía ese tic. Y, en consecuencia, averiguar quién era Pops, porque también tenía una vaga idea sobre esa persona.
Luffy frunce el ceño y se agacha hasta la altura del mocoso.
“¿Cuál es tu nombre?” recita con voz calmada. Seguía siendo un niño.
“Marco,” dice con voz tímida. “Y… me dijeron que vaya contigo. Para que no me lastime, yoi.”
Luffy abre la boca de par en par.
¡La piña!
.
Mientras una fiesta con la tripulación en ciernes del Ossan —ya no tan Ossan, ¡si hasta tenía cabello!— y la de Roger se desarrollaba con calma, Luffy, después de mirar embobado al diminuto Marco —y súper tímido, si puede agregar—, se gira a Max.
El hombre tenía un brillo que conocía muy bien en sus ojos.
Luffy debe hacerle entrar en razón, jugar al gato y al ratón ya había dejado de ser divertido.
Llamándolo con unas señas, el hombre llega hasta su costado. Estaban no muy cerca de la fiesta pero tampoco muy lejos de ella. Luffy le palma su costado y lo mira con sinceridad genuina, provocando un temblor en el hombre.
“Tienes que decidirte,” espeta mientras da un sorbo a su sake. “Sí, sé que Roger te ha secuestrado, pero en pocas horas se van a cumplir las dos semanas que le impuse, y necesito tu decisión, Max.”
El cocinero lucía pálido con lo dicho. Tenía un agarre férreo en su jarra.
“Puedo redirigir el rumbo tan rápido que no te darías cuenta.” susurra con simpleza. “Sin embargo, me haces dudar si hacerlo. Como te dije, es cuestión de horas para que el plazo se cumpla y te quedes o, en su defecto, te vayas a tu isla.” Luffy lo mira directamente. “¿Cuál es tu decisión, Max?”
Max gruñe una maldición y, tras dos semanas de una superficial actitud, se desmorona ante los ojos rojos de Dios. Su rostro refleja remordimiento y culpa.
“No me gustan los piratas.”
“Has convivido con ellos durante dos semanas.” Luffy da un sorbo a su sake. “Ignorando tus pobres intentos de matar a Roger, por supuesto. Ambos sabemos que podías hacerlo mejor que eso.”
“Puedo hacerlo.”
Luffy tararea.
“¿Entonces por qué no lo hiciste?”
Su pregunta logra causar otra maldición en el hombre. Max termina de un trago su bebida y lo mira con fastidio a Luffy. Aunque, si Luffy puede decir algo, solo ve miedo.
“Mi padrastro fue un pirata. Mi madre, una civil.” arrastra con enojo. “Ese maldito sabía que ella quería experimentar la libertad que poseían. Y aún así la enamoró y, meses después, la abandonó.” Max mira con un vacío inexplicable en sus ojos a Luffy. “Ella murió poco después de eso.”
Luffy deja su bebida en el suelo y ladea su cabeza.
“Ella lo quiso.”
“Estaba yo.” puntúa el hecho con desesperación. “Su hijo. ¿No le importó dejarme?”
“¿En serio crees que el amor puede matar, Max?” pregunta con seriedad. “Nadie se muere de amor. Mucho menos una mujer como tu madre. No creo que ella a voluntad propia haya querido dejarte solo.”
“¡Todo fue culpa de los piratas!” escupe con ira. “Ustedes tienen esa libertad que todos envidian. Ustedes presumen con una sonrisa burlona lo que no tienen otros.” Max desvía la mirada mientras su voz se apaga. “Ustedes… tienen todo mi odio.”
“No estoy de acuerdo.” interrumpe. “Yo creo que no nos odias. En realidad, estás buscando a quién culpar por lo que te pasó.” murmura con calma. Tanta que asusta. “¿Sabes? Empiezo a entender por qué te recuerdo a tu madre, Max. Ella quería sentir libertad.”
“¿A qué puto costo, Luffy? Si no se murió de amor, definitivamente lo hizo por la depresión que le causó ese malnacido.”
“Los niños que nunca han visto la guerra en contraste a los niños que nunca vieron paz tienen diferentes conceptos de libertad.” Luffy se levanta de su lugar, dejando atrás al cocinero. “¿Tú qué niña crees que fue tu madre? Porque déjame decirlo, nadie busca la libertad tan desesperadamente si no tiene un motivo.”
Mirando de reojo al hombre que temblaba de furia, Luffy lo mira con seriedad.
“¿Sabes? Ahora me dio curiosidad. Mañana, cuando me digas tu decisión, quiero saber también qué niño fuiste.” Max lo mira con desconsuelo. “Tus ojos… me recuerdan a mi hermano.” Luffy suelta una risita. “Qué pasado tan peculiar.”
Y así, Max se sume con el fantasma de Luffy.
Notes:
El pasado de Luffy lo persigue. No necesariamente reflejado en Max, planeo que siempre haya algo que refleje lo que perdió, ya sea en personas o el simple hecho de su misma paranoia.
Y sí, prometo desarrollar en el próximo capítulo a mi amor platónico: Marco (él merece todo 🥲💓💓) junto a Luffy y los tomatitos.
Chapter 6: 05
Summary:
La mezcla crack de Marco inteligente, Luffy exasperado, Roger inquieto y el cumpleaños de los tomatitos
Notes:
¿¿¿¿1k de vistas???? Lloro brillitos. Realmente. Lo siento si esto tardó demasiado en salir, pero he estado con la soga en el cuello. Si pudiera, me convierto en pulpo para hacer multitareas.
graciassss ToT💓
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Chapter Text
“¿Y este pequeñín quién es?”
Edward, quien había estado bromeando con Roger, se gira con una sonrisa orgullosa hacia Luffy.
“¡Es mi hijo!” proclama con el pecho inflado. Su mano cae con cariño sobre el hombro del mocoso. “Marco, hijo mío, ¿ya te presentaste hacia Luffy?”
“Sí, yoi.” murmura con voz bajita. Tiene un adorable rubor en toda la extensión de sus mejillas.
El novato capitán asiente con una sonrisa.
“Luffy. ¿Ya te he mencionado lo increíble que es Marco?” interrumpe con emoción en sus ojos. Edward vibra sobre su propio mientras ignora los farfullos quejosos de Roger. “Anda, mira.”
A pesar de que Luffy ya se hacía una idea de lo que le iban a mostrar, nunca dejaría de sorprenderle que alguien podría ser un fénix. Claro, no era tan increíble como un escarabajo, pero aún así. Era asombroso. Marco había convertido sus brazos en dos flameantes llamas mientras Edward se ría en felicidad suprema.
“Un fénix,” susurra con interés. El pequeño Marco parece genuinamente sorprendido al acertar tan rápido. “Qué inesperado.”
“Eh,” Marco se sonroja aún más y se esconde detrás de la pierna de su padre. “¿Gracias, yoi?”
Luffy se ríe con interés y se agacha hasta la altura del mocoso. Edward, como todos los demás allí, parecen encontrar de suma importancia su intercambio, porque cierran sus bocas ruidosas para prestar completa atención a ellos dos.
“Marco el fénix,” hace un esfuerzo sobrehumano para recordar su epíteto correcto y no llamarlo “amigo piña de Ace”. “Mm…” Luffy arruga la nariz con una sonrisita. “Serás intachable, Marco. Primogénito de Shirohige, primer comandante…” se vuelve a levantar y se cruza de brazos con una sonrisa enorme. “Sí, sí. Imparable. No he cambiado nada, ¿no? Al menos, recién te conozco. No pude haber influenciado tanto en ti…”
Antes de que pueda seguir divagando sobre las borrosas palabras del mar, el mocoso saca un poco su cabeza de la pierna de su padre y la ladea con confusión.
“¿Shirohige?”
Luffy abre los ojos.
“Ah. Hablé de más.” dice con nerviosismo. Y justo antes de que puedan darle muchas vueltas al futuro nombre, agarra del brazo a Marco y lo sube en sus hombros. “Vienes conmigo. Debes conocer a mis dos tomatitos.”
Edward se ve visiblemente paranóico por el hecho de que alguien le haya sustraído a su mocoso, pero Roger rápidamente zanja todo el asunto con un «Es un jodido Dios, Eddy. Nada les va a pasar.»
Al menos ese hombre había dicho algo sensato.
.
“Señor Luffy…”
“Luffy.”
La parte más importante de un viaje en el tiempo es —a parte de destruir todo el presente— realizar los enfrentamientos (pequeñas introducciones) entre dos o más personas que o bien nunca se conocieron o simplemente querías adelantar las cosas de una manera absurda.
Luffy obviamente sabe que Shanks y Marco se conocen. ¿Pero Shams? ¿Y justamente en ese contexto, los tomatitos siendo bebés y Marco un niño súper tímido?
No. Y quería ver cómo se desarrolla el encuentro.
El mocoso tiembla con nerviosismo cuando ambos bebés le sujetan la mano con sumo interés. Luffy siente que Marco estaba caminando sobre vidrio.
“Eh,” susurra con voz diminuta. “¿Es… normal que me agarren así, yoi? ¿Les agrado?”
Luffy resopla con una sonrisa burlona. “¡Claro que les gustas, Marco! Mira, si te agarran la mano con esos ojitos tan bonitos suyos. Te adoran. Qué bonito.”
Marco parecía escéptico sobre la argumentación de Luffy, pero decide guardar silencio para esperar el veredicto final de los dos bebés del Oro Jackson. Bebés que, si puede decir, llevan todo el poder en sus balbuceos y decisiones.
Tanto Shanks como Shams siguen escudriñando en su cabello y ojos azules. Una verdadera novedad para los bebés. No sabe si es por su frutal cabello o nuevo color de ojos para ellos, pero Marco no va a cuestionar ello. Son bebés.
“Ba.” balbucea Shanks, si es que no se equivoca. “Ba-ba.”
“Baaah.” continúa Shams.
El rubio no entiende ni pío lo que dicen, pero para Luffy parece una revelación.
“¡Les agradas!” sentencia con un chillido emocionado. “Listo, pasaste la prueba. Ahora ven. Debes tener una foto con mis tomatitos.”
¿Marco debía qué?
.
“¿Entonces estabas de camino a Sabaody cuando apareció Edward?”
El mocoso, quien sostenía a ambos bebés habladores en sus brazos, asiente con suavidad. Luffy ya había tomado unas cinco fotos y, como aparentemente las dos tripulaciones se habían olvidado de la existencia de los tres mocosos residentes (preocupante), decidió llevarlos a su habitación (¿genial?). Luffy estaba seguro que su pequeño cuidado hacia los tres mocosos debía ser un alivio para Rayleigh. Ese hombre había sido un maldito salvavidas cuando él estaba ocupado. ¡Y ni qué decir sobre las noches cuando los mocosos deciden no quererlo!
Rayleigh era un regalo del cielo y merecía descanso.
“Pops me salvó, yoi.” susurra con voz bajita Marco. Aún se mantenía receloso con su pasado antes de ser un grumete.
“Edward es un buen hombre,” farfulla con diversión, sosteniendo a los dos bebés para empezar a hacerlos dormir (tarea demasiado difícil).
Luffy no lo decía únicamente por haber salvado a Marco de la horrenda realidad de Sabaody. Lo decía por su hermano. Portgas D. Ace. Una de las razones por las que se encontraba en el pasado, casualmente.
El Ossan había logrado que su hermano mayor se abra a las personas. Que sonría más a menudo y que reconozca que tenía una maldita familia. A pesar de no lograr que Ace acepte que es amado, Ossan había hecho un trabajo espectacular. Luffy estaba eternamente agradecido con el hombre.
“Lo es.” afirma Marco con una sonrisa preciosa.
Luffy tararea en reconocimiento y empieza a caminar como idiota por el cuarto. Él cantaba horrible, siendo franco. Y la única otra forma que conocía hasta el momento para hacer dormir a un bebé era caminar en círculos. Literalmente. Los bebés encontraban las acciones más estúpidas para quedarse dormidos.
“Eh, Luffy,” vuelve a hablar Marco. “Pops dijo algo… un poquito raro, yoi.” tartamudea. “Dijo que tú… umm, bueno… ¿que eras un Dios?” pregunta con timidez. “No quiero ser ofensivo, pero…”
“Es verdad.” interrumpe Luffy con naturalidad. “Aunque solo llámame Luffy. No te rompas la cabeza en dos, Marco.” asegura con confianza. Ya había provocado una migraña (¿eso siquiera era real?) a Roger cuando no se decidía por cuál nombre llamarlo. “Pero respondiendo a tu pregunta, sí. Soy un Dios.”
Marco asiente con una curiosidad propia de un niño y un ‘al diablo’ plasmado en su rostro. “¿Eres inmortal, yoi?” grazna con interés. Cualquier rastro de timidez desaparece. “En los libros que leí dicen que los dioses lo son, yoi.”
Luffy, mientras lograba hacer dormir a los bebés, hace una mueca. ¿Por qué Marco tenía que ser taaan listo aún desde pequeño? ¿No podía preguntarle si podía cagar? ¿Como lo hace un niño perfectamente normal?
“Hasta donde recuerdo solo morí una vez.” recita mientras recuerda Wano. “Pero le obligué a mi corazón a volver a latir. Realmente no estoy seguro si eso cuenta como inmortalidad, Marco.”
El mocoso abre la boca lo más que puede mientras su adorables ojos brillaban cual joya preciosa.
“¿Moriste una vez y reviviste, yoi?”
“Es lo que acabo de decir, sí.” reafirma con burla.
Marco vibra sobre su propio cuerpo y realmente Luffy siente que le ha dado cuerda a algo que no quería hacerlo. Jesús.
“Eso es increíble. ¡Cuéntame más, yoi!”
En serio, ¿Luffy qué podría contar sobre sus poderes?
.
“¡Adiós, tío Luffy, yoi!”
Por alguna razón mística, extraña y aterradora, Marco, independientemente de su jodida edad, era una amenaza en toda regla. Su cerebro debía ser estudiado. Como, ahora mismo.
“¿Tío Luffy, eh?” corea Rayleigh con una sonrisa divertida. “¿De dónde vino eso?”
Oh, no sé. ¿Quizás de un…?
«Espera. ¿Me estás diciendo que has viajado en el tiempo? Como… ¿VIAJAR en el tiempo, yoi? ¿Venir del futuro?
“Realmente no…”
“¿Cuál es tu nombre, yoi? Pareces un pirata de poca monta.”
“¿¡Pero qué dices!? ¡Soy Monkey D. Luffy, y seré el Rey de…!
Marco lo mira con una ceja levantada y Luffy sabe que la cagó.»
Sí. Quizás de allí.
“Ray, cállate.”
.
Para su propia cordura Luffy no le da muchas vueltas al tema de que Marco sabe su pequeña artimaña y se enfoca en los dos bebés que estaba cuidando. Él también merecía algo de paz interior, gracias. ¡Además! Era Marco. Uno de los seres más puros e inteligentes del universo. Estaba bien.
“Luuu~”
Eso era algo de qué hablar.
“Lu-lu.”
Eso también.
Luffy resopla con diversión al ver la pequeña competencia entre los dos bebés. Habían decidido ver quién podía decir su nombre de la manera más acertada. No expresaron verbalmente que empezarían un duelo de balbuceos, pero era bastante evidente que ese era el caso.
Mientras Roger discutía el próximo paradero con Gaban, Luffy hacía de niñera.
Desde la distancia podía observar a Max bromear con algunos de la tripulación. Una sonrisa en su rostro le quedaba realmente bien. Era como ver a una persona completamente distinta a la que había retenido hasta hace pocos días.
De ese modo, atrevido y burlón, Luffy solo podía respirar con paz. La sonrisa de Max no era la de Sanji. Sus ojos profundos y melancólicos habían obtenido vida junto a una interesante pizca de esperanza.
Sus ojos ya no eran los de Ace.
Y, en resumidas cuentas, Max dejó de ser un fantasma.
Luffy agradece al cielo por ello. Porque la última vez que lo vió con esos ojos casi empieza a hiperventilar. Él no quiere pasar por eso otra vez. Mucho menos en el puto pasado. ¡Estaba allí para arreglar su presente, no lamentarlo! El mar se había tomado en serio el ‘no me hago cargo de las consecuencias’ con respecto al regreso en el tiempo.
Sin embargo, Luffy no se enfoca en las cosas negativas. Así que sigue rompiéndose la cabeza con los tres saltos que había profesado el mar.
Tenía una teoría: No se trataba de saltar. Se trataba de viajar.
Cómo hacerlo era un punto demasiado aparte. Por el momento se conformaba con el hecho de que no tenía que saltar como un imbécil. Solo… moverse como un gusano por el tiempo. ¿Para qué? Sepa el mar. Luffy tiene un uso del cerebro limitado por día. Ya había realizado mucho esfuerzo.
“¡Oye, Luffy!” grita alguien desde el otro extremo de la proa. Era Gaban, que se había escapado de Roger. “¡Mira, mira!”
Luffy levanta una ceja con curiosidad y agarra el News Coo. Los dos bebés a su costados toman la intromisión como una ofensa personal, pero ya después les quitará ese genio celoso que le robaron a Roger.
“Pensé que te interesaría. Como en God Valley estuviste junto a él pensé que sería bueno recibir buenas noticias.” explica con una sonrisa genuina.
En el periódico había en letras negritas Disolución de los piratas de Rocks mientras varias imágenes aparecían a lo largo de la portada. Luffy suelta una carcajada al ver cuánto tardaron en traer la noticia.
“Les tomó tiempo.”
Gaban bufa. “Pues claro que sí, Luffy. Esta es la primera edición independiente de Morgans. Ese pajarraco fumón. Tuvo que desvincularse del Gobierno Mundial para poder traer esta noticia.”
“¿En serio?” hasta dónde Luffy sabía, Morgans siempre fue así de impulsivo. Saber que en sus inicios estuvo retenido por el Gobierno era algo interesante.
Luffy abre el periódico y empieza a husmear lo dicho por el pajarraco. Morgans no tenía pelos en la lengua al momento de traer una noticia al mundo, pero sí que las exageraba. No al punto de parecer falso, pero lo suficiente para que su noticia esté en la boca de todos por un buen tiempo.
Lo primero que nota es las nuevas tripulaciones emergentes: Piratas de Barbablanca (nuevo epíteto. ¡Solo se adelantó unos días, no lo juzguen!), Piratas de Big Mom (bueno, ese pajarraco tenía contactos), y Piratas Bestia (y pensar que Morgans fue quien nombró a tales piratas en su momento más fumado).
Después aparece en una maldita hoja completa el rostro de Xebec. Lucía pacífico mientras rodeaba a su esposa con su brazo derecho y con el izquierdo sostenía a su pequeño hijo. De alguna forma Xebec se las arregló para distorsionar la foto, porque era un borrón los rostros de su familia. Ese imbécil siempre se salía con las suyas.
“Su último avistamiento fue en Lulusa…” lee con cuidado el final de la página. No necesitaba ver las especulaciones del pájaro marihuanero. “Ese idiota sí que hace las cosas grandes, ¿no?”
Gaban asiente con una sonrisa comemierda. “Es Rocks, ¿qué esperabas?”
Luffy se muerde la lengua para no corregir el nombre del hombre. Si Xebec no se lo restregó al mundo, ¿quién era él para hacerlo?
“De todas formas,” vuelve a decir el navegante. “Creo que Roger quiere visitarlo. Necesita asegurarse que uno de sus rivales más formidables se encuentre bien. Pero como el imbécil es así de difícil de encontrar… pues Roger está enojado.”
El peli blanco curva una sonrisa con burla. “No los estoy llevando hacia él.”
“¡Es lo que menos quiero!” chilla Gaban con una sonrisa. “Si Roger lo ve ahora empezará una batalla amistosa que no pienso involucrarme. Este hermoso cuerpo necesita un descanso, ¿sabes?”
Antes de que Luffy pueda reírse a gusto, Roger aparece con el ceño fruncido y lanza al mar a su querido navegante.
“¡Traidor!” brama con voz grave.
“¡Déjame descansar…!” gruñe antes de que su cuerpo caiga al mar.
Luffy definitivamente se está riendo.
Roger mira con completa ofensa a Gaban, quien pedía a maldiciones las escaleras para poder subir. Luego se gira hacia Luffy con un rostro inocente.
“Luffy…” arrulla con voz melosa. “¿No quieres llevarme con Rocks?” parpadea rápidamente.
“Pff,” agarra a los bebés y lo mira con diversión. “Roger, descansa un rato de peleas, ¿quieres? Mira, tenemos a dos bebés.”
“¡Pero Rocks también tiene uno! ¡Y anda de imbécil por el mundo!” reclama con un quejido. “¿No crees que sería bueno para los tomatitos? Socializar y todo eso.”
Luffy se detiene en su lugar. “Su hijo,” susurra con interés. “¿Cómo era que se llamaba?”
“Algo con T y te suplico que me lleves con Rocks.”
“Roger,”
“¡Uf!” el capitán se desploma a su costado. “No lo recuerdo bien. ¡Diablos! Estoy seguro que solo lo escuché por una divagación de Rayleigh borracho. Pero Luffy,” lo mira con ojos de cachorrito. “Soy un pirata. No puedes hacerme esto.”
“Acabas de luchar contra Edward hace dos días.”
“Me estoy muriendo acá.”
Y para dramatizar el hecho tose con fuerza.
Le sale sospechosamente natural.
Cuando Luffy iba a volver a hablar un chillido estruendoso resuena en el barco. Su vista se baja hacia los bebés.
“¡BA!” gruñe como un animal rabioso Shanks. “Ba-ba.”
Shams refunfuña a su costado.
Luffy no necesita pensar mucho qué les hizo gritar: Roger le había sujetado el hombro.
“Mira, los tomatitos dicen que no. Cuando crean que es una buena idea lo haré.” tararea con burla en sus ojos.
Roger emite un sonido de animal moribundo, pero lo deja allí.
Luffy va a buscar a Rayleigh. Necesita saber el nombre del mocoso de Xebec.
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Mientras alaba la comida de Max, Luffy escucha devastado a Rayleigh.
“Luffy, solo reforcé lo dicho por Newgate,” dice mientras muerde su carne. “Es él quien sabe el nombre del mocoso. Además, ¿por qué tanto interés?”
“No es nada,” farfulla mientras come su último pedazo de carne. “Esperaré a ver a Edward.”
“O podrías llevarnos con él…”
Tanto Luffy como Rayleigh miran mal a Roger.
“¡Vamos, estoy aburrido!”
Los presentes en la cocina deciden ignorar al capitán del barco. Solo era una pequeña rabieta del hombre. Ya se le pasaría cuando lleguen a una isla.
“¿Al menos puedes darle un poco de tus poderes a Gaban? Quiero diversión.” implora. “No hemos hecho nada en dos días. Siento que muero.”
“Pues deja de sentirlo,” responde Rayleigh con burla. “No es la primera vez que estamos en descanso. Deja de ser tan dramático.”
Roger resopla y se cruza de brazos. “¿Sabes? Estás siendo muy malo conmigo. Merezco respeto.” reprocha con la ceja alzada. “Soy tu capitán.”
“Y yo tu encantador espadachín. Ahora déjame comer.”
Luffy esconde una carcajada.
.
Alrededor de una semana más logran llegar a una isla.
Es demasiado aburrida que Luffy también quiere llorar.
“Consigan los suministros y…” Rayleigh mira a su capitán y actual niñera de los tomatitos. “No interrumpan la burbuja de tristeza de estos dos. ¡Vamos!”
Todos se dispersan por la isla y dejan solos a Roger y Luffy —este con los bebés que ya gateaban. El peli blanco deja que Shanks y Shams ronden por la arena del puerto. El mar parecía estar relativamente calmado y la isla estaba en verano. Solo con una pésima suerte los mocosos se enfermarían. Y Luffy no tenía mala suerte.
(Claro si se deja de lado que AÚN no sabe cómo moverse como gusano por el tiempo).
A los pocos segundos los bebés ya estaban divirtiéndose con la textura de la arena entre sus pies y Roger ya había asumido el interesante cargo de ver a los mocosos.
“Oye, Luffy.” lo llama con voz curiosa. “Se acerca navidad.” recibe un murmullo como respuesta. “Será tu primera navidad con nosotros. Y la de los tomatitos también.”
Luffy se levanta lentamente de su lugar y se sienta pacíficamente. Su rostro calmado mira con curiosidad al nerviosismo de Roger .
“Es verdad,” susurra con asombro en su voz.
Sin darse cuenta ya había estado cuatro meses junto a ellos. Era agosto.
“Pero falta para navidad.” vuelve a decir con confusión. A pesar de ser realmente hiperactivo, nunca se dejó llevar tanto por la festividad. Claro que sin contar a su tripulación, dónde solo seguía los preparativos de Usopp por diversión. “Falta… muchísimo.”
Roger grazna con ofensa. “¿Qué dices? Ya está a la vuelta de la esquina. Navidad es la mejor festividad en el Oro Jackson. Llegará tan rápido que no te darás cuenta, ya verás.”
“Mm,” Luffy tararea con una sonrisa curiosa. “Si es así, ¿qué se supone que les deba regalar a todos?” pregunta con interés. En el Sunny usualmente se realizaba un amigo secreto, pero él siempre buscaba un regalo para todos sus nakama. No podía perder la costumbre ni aunque lo apunten con una katana. “Solo me hago una idea de lo que les podría comprar a los tomatitos.” los señala con cariño.
Los gemelos, ajenos a su conversación, parecen debatir telepáticamente si era buena idea comer arena.
Dejad a los bebés ser bebés.
“Pues en el Oro Jackson realizamos un amigo secreto.” recita Roger con emoción. “Así que solo debes preocuparte que tu regalo sea uno bueno para la persona que te tocó.” asegura con confianza. “El año pasado me tocó Crocus y fué un dolor en el culo conseguir ese hongo que le sirve para hacer medicina. ¡Pero lo logré!”
Luffy asiente con sabiduría. Él de primera mano sabía lo difícil que eran las peticiones de los doctores. Una vez, a Nami le tocó Chopper y este pidió amablemente una especie de bacteria casi extinta. Su navegante sufrió por dos semanas enteras, shishishi.
“Espero que me consiga algo de carne de Rey marino a la persona que le toque. ¿Es válido, no?” en el Sunny siempre pedía comida. Lo gracioso es que nunca le llegó a tocar a Sanji. “La carne.”
Roger medita unos segundos la pregunta.
“Sí y no. Obviamente te puede conseguir la carne, pero debes pedir algo más específico. Algo que realmente quieras, Luffy.” dice con una sonrisa traviesa. “¿Qué tienes en mente? El año pasado yo pedí un set de costura.”
Si bien Luffy quiso empezar a pensar algo que realmente quiera, la respuesta inesperada de Roger le saca una sonrisa involuntaria.
“¿Para qué demonios querías un set de costura?” farfulla entre sonrisas.
“Para mi sombrero, claramente!” declara con orgullo. Lo sujeta de su espalda y lo muestra con cuidado a Luffy. “Me lo dió mi madre. Es lo más valioso que tengo, así que tengo que cuidarlo muchísimo. ¡Y eso implica arreglarlo cuando soy un poco imbécil!”
Luffy tararea en reconocimiento y pasa la yema de sus dedos por la extensión del sombrero de paja. Una serie de recuerdos inunda su mente y sonríe con nostalgia.
“¿Sabes? Yo también tenía un sombrero.”
“¿En serio? ¿Y dónde está?”
El peli blanco arruga la nariz con diversión.
“Lo perdí.”
Lo cual era, en parte, una gran mentira. Luffy no lo había perdido como tal, pero definitivamente no sabe su paradero. Cuando llegó a God Valley ya estaba sin él, así que decir que lo había perdido era una manera simplista de ver las cosas.
Roger resopla con exasperación. “Mejor no te digo nada, Luffy.”
“Shishishishi,”
Luffy se vuelve a acomodar en su lugar, esta vez con la cabeza apoyada en el hombro de Roger, y mira cómo el sol se va ocultando mientras los dos bebés prueban un poquito de arena.
.
La próxima vez que pudo volver a ver una noticia de Morgans, y en consecuencia de Xebec, es en dos meses después. En todo el tiempo transcurrido tuvo que lidiar con bebés aterradoramente escurridizos, peleas con otras tripulaciones y un interesante intercambio con Garp.
Su no-abuelo no había aparecido con el ánimo de pelear, solo quería ahogar sus penas en sake. Le sorprendió igual que a los demás. Garp había afirmado que estaba decaído porque Dragon se estaba haciendo un nombre, lo cual era imperdonable, pero estaba bien.
Era rarísimo porque se contradecía con cada palabra que decía. Primero estaba devastado porque su hijo desertó de la marina y luego se enorgullecía por el precio por su cabeza. Garp era raro.
De todas formas, las noticias.
En la primera plana se veía a Gloriosa junto a Shakky. Las dos hermanas habían regresado con fuerza para tomar su lugar como emperatrices piratas. Solo que esta vez el mundo sabía el alcance de la ira de la hermana mayor cuando se involucra a su hermanita. Luffy estaba feliz por ellas (aunque pudo ver de reojo como Rayleigh se quedaba mirando un poco más de tiempo a Shakky).
No se molestó en leer lo escrito y dio vuelta a la hoja.
Xebec. Xebec causando caos.
¿Por qué no le sorprendía?
Luffy ve las imágenes de los marines derrotados por el ex-pirata y resopla con diversión. Ese idiota no podía tomarse en serio su prematuro retiro. ¡Dios mío! Está seguro que si Roger de buena suerte se lo encuentra su batalla durará semanas. Por el momento confiará en que no se lo encontrará.
Morgans menciona, poco después, sobre detalles mínimos de su desconocido hogar y familia. Algunas conjeturas llenas de chismes y uno que otro rumor para difundir. Pero en concreto había ofrecido buena información sobre el estado de Rocks: a pesar de retirarse era intachable.
Luffy decide que está bien. Cierra el News Coo y se lo entrega a Crocus.
Xebec estaba increíble. Tenía a su misteriosa esposa e hijo, sus fuerzas seguían con él y su manera de joder al Gobierno permanecía intacta.
“¿Algo interesante?” pregunta con voz ronca Crocus.
“Mm,” Luffy mira vagamente el mar. “Rayleigh se quedó mirando a Shakky. ¿Algo que me esté perdiendo?”
Crocus emite un ruidito y es suficiente para que Luffy revolotee alrededor de Rayleigh para sacarle información.
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“Do-do.”
“Lu-lu.”
De alguna manera, los gemelos, a la interesante edad de siete meses, decidieron elegir sus favoritos.
Lo cual fue completamente inesperado, si podían argumentar.
Shanks, por su lado, había subido a Roger a su podio de personas favoritas. No le arrebataba el lugar a Luffy, pero realmente le fascinaba estar con el capitán del barco.
Shams, por otro lado, se afianzó de una manera asombrosa a Luffy. Era su predilecto en todo. Desde juegos hasta la siesta. Tenía un Luffytis divertido. Sin embargo, su segundo favorito parecía ser Rayleigh.
En realidad, ambos bebés amaban a Rayleigh.
“Es Ro-ger, mocoso.”
“Do-do.”
“Ro.”
Shanks le saca la lengua y sigue jugando con su gemelo.
Max aparece con una sonrisa divertida. “Cap, es un bebé. A ellos se les suele dificultar la pronunciación de la letra ‘r’.”
Roger hace un puchero pero asiente. No podría enojarse nunca con los tomatitos del barco. Era la adoración de todos allí, a pesar de los millones de problemas que traen.
“Lu-ffy~”
El ronroneo simultáneo de los bebés rompe la conversación.
Luffy solo chilla con fuerza y los levanta con brillo en sus ojos.
“¡Ese soy yo!” arrulla con encanto. “¡Tan lindos, mis tomatitos!”
Desde su lugar, Roger abre la boca. “¿No se supone que la ‘f’ debe ser más jodida que la puta ‘r’?”
Max se encoge de brazos.
“Tienen su favorito, Cap. ¿Qué te puedo decir?”
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“Vamos, no seas un idiota.”
Rayleigh vuelve a dejar caer su cabeza con fuerza sobre su escritorio, mirando de soslayo a Luffy.
“Estás acá para motivarme.”
“Estoy haciendo exactamente eso.” responde con una sonrisa. “Anda, ¿no querías disculparte con Shakky?”
El espadachín gruñe y vuelve a agarrar la pluma. La sumerge en tinta y continúa con su travesía que llevaba por nombre carta de disculpa.
Desde la cama también estaba Roger, con Luffy tumbado en su pecho mientras daba consejos periódicos a su espadachín.
Lo raro es que no sabía cómo sentirse exactamente.
Tanto tiempo flechado por la mujer Kuja para que un día llegue… ejem… pues Luffy y ponga su mundo patas arriba. No tenía sentido. Se supone que los flechazos debían ser… más. Roger nunca había leído un libro sobre el amor, pero puede intuir que lo que sea que haya sentido por Shakky debió durar un poquito más. O, al menos, no desvanecerse con tanta facilidad. Sin embargo, a pesar de que debió ser más, la muchosidad de Luffy derrumbó cualquier pensamiento lógico sobre su situación.
Luffy abarcó todo el espacio. Ni siquiera pidió permiso para hacerlo. Solo lo hizo.
Antes de que pueda seguir devanándose los sesos Rayleigh vuelve a hablar.
“¿Debo firmar?”
“Duh.”
Luffy lo dice con ese tono tan ufgggggg.
Roger no sabe qué sentir. Enviar ayuda.
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Con la navidad a la vuelta de la esquina, Luffy le da toda la razón a Roger. ¿Qué demonios? Ayer estuvo en God Valley. El tiempo estaba jodido, a la mierda.
Luffy tuvo la suerte de que no le toque Crocus, ya había visto su lista y no entendió ni pío de lo que decía allí. Sin embargo, le tocó Roger.
El capitán.
No necesita ser un genio para saber que su regalo debía cumplir todas las expectativas del hombre y hasta un poco más. Es lo esperado. Cuando estaba en el Sunny era igual, por mucho que les asegurara que con cualquier tipo de carne se conformaba ellos se aseguraban de conseguirle lo mejor de lo mejor.
Luffy arruga el papel entre sus manos y lo mira como si lo hubiera ofendido personalmente.
Sake de los dioses.
¿Era eso una broma de mal gusto? ¿Roger adulteró el sorteo?
A pesar de sufrir porque él no sabe una mierda sobre sake, Max estaba peor. A él le había tocado Crocus.
Luffy se siente mejor con su amigo secreto.
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“¿Lu-ffy?”
La voz pausada de Shams llega a su oídos. El mocoso escala hasta el regazo de Luffy para inspeccionar lo que tenía en su escritorio.
“No vas a entender nada, Shams.” argumenta Luffy con cansancio. Navidad estaba diciendo ‘hola, perra’ y él no tenía el puto regalo de Roger. ¿Qué se supone que debe buscar? ¿Un sake envíado del cielo? Luffy solo conoce por su Shanks del futuro que el East Blue tenía un exquisito sake. Pero no era el mismo tiempo, así que no podía fiarse de ello, duh.
El adorable de Shams se tumba sobre su escritorio y lo señala con una sonrisita chimuela.
“¿Yo? ¿Qué tengo?” pregunta con diversión.
“Ba.”
“Sí, ba, mocoso. Pero esto no me ayuda con el regalo de Roger.” responde con cansancio, pero Shams lo señala con más dedicación. Se sienta sobre el escritorio y lo señala hasta llegar a su nariz. “De nuevo, ¿qué tengo que ver yo con un sake de los…? Oh.”
“Ba~”
A veces Luffy podía ser un verdadero bruto cuando se lo proponía, honestamente.
“Eres un genio, Shams.”
Shams gorjea, emocionado.
.
Fuegos artificiales explotan en el estrellado cielo y toda la tripulación grita con euforia.
Luffy sostenía su copa de sake (a pesar de no encontrarle el gusto como todos los demás) mientras miraba cómo Roger levantaba a los inusuales bebés para que vean todo el espectáculo de luces desde una mejor perspectiva.
Toda la tripulación sigue haciendo su espectáculo de Navidad y Luffy solo da un sorbo a su trago. Después tendrá tiempo para hablar con el mar sobre su nueva teoría del viaje en el tiempo.
“¡Es hora del amigo secreto!” grita alguien tras unos minutos de admiración a los fuegos del cielo.
Roger asiente como un animal emocionado y, en un pestañear, todos ya tenían su regalo con una sonrisa comemierda. Parecía más una competencia que un acto de fraternidad.
“¡Comienzo yo!” proclama Roger con emoción. Da una breve descripción de la persona que le tocó y luego todos adivinan.
De ese modo la noche comienza y el intercambio de regalos procede. Luffy ahora sostenía a los bebés hiperactivos mientras la celebración continuaba. Los nombres de todos los tripulantes van y vienen junto a algunas bromas con respecto a la descripción de alguno. Luffy se ve riendo ante las estúpidas bromas de unos idiotas.
Tras pasar una hora, Rayleigh sale al medio para recibir su regalo con una sonrisa emocionada.
Para ese momento solo quedaba él, Rayleigh y la impaciencia de Roger. Ya era más que obvio, tras el anunciamiento del espadachín, a quién le había tocado Luffy.
“Bueno,” comienza Rayleigh. “Me ha tocado alguien… interesante.” canturrea con diversión. “Tiene una risa fuerte y el cerebro del tamaño de una nuez.” comienza como si las dos primeras pistas no encajaran en los dos restantes. “Es el favorito de uno de los tomatitos,” de nuevo, vaya pista, Ray. Aunque Luffy ya sabía que le había tocado a él, aún así. “Y, seamos rápido, tiene una cicatriz en forma de medialuna debajo de su ojo.”
Todos gritan con emoción cuando Luffy suelta unas risitas y debe salir al centro. Es aún más hilarante porque Roger, a pesar de saber que debido a los que faltaban debía haberle tocado a Luffy, estaba con la boca abierta cuando Luffy sale al centro. Su sorpresa era genuina, cosa que reafirmaba el hecho de que el muy imbécil de Roger no se había molestado en usar la lógica. Él genuinamente pensó que le pudo haber tocado a Rayleigh.
“Bueno,” resopla Luffy con una sonrisa. “¿Qué demonios debería decir? Solo queda una persona, cabrones.”
Los demás aullan entre risas.
“¡Vamos, Luffy! ¡Hazlo bien!” grita uno.
El hombre bufa pero asiente. Una mano la lleva a su cadera y levanta su regalo con cuidado.
“La persona que me ha tocado es la persona más libre del mundo.” recita con voz cantarina. “O lo será. ¡De todos modos!” su vista cae con pesadez en Roger. “Sake de los dioses…”
Todos jadean con sorpresa. ¡Menuda coincidencia! Roger les había estado jodiendo hasta la fecha de que, si le había tocado a alguno de ellos, recurran hacia Luffy para que el sake que le den esté bendecido por el Dios. Ahora resulta que no había necesidad de ello, ya que Luffy era quien le había tocado Roger.
“Roger,” farfulla Luffy con una sonrisa. “Tienes muchísima suerte.”
El capitán salta con brusquedad de su lugar y corre hacia el centro para abrir su regalo frente a todos. Al diablo con la privacidad, ¡Tenía un sake de un DIOS!
Roger saca la jarra con sumo cuidado y abre la boca cuando la ve brillar.
“Debes agradecerle a Shams, él me iluminó el cerebro.” murmura con burla.
“Está…” susurra, incapaz de creerlo. “¿Está bendecido? Quiero decir, ¿cómo… qué hiciste para que…?”
Luffy se cruza de brazos y le dice con una sonrisa:
“Que esté bendecido es lo de menos, Roger. Tiene mi poder, libertad y felicidad. ¡Anda, dale un trago!”
Oh, Roger definitivamente lo hará.
.
A diferencia de navidad, Luffy se escapa en año nuevo.
No hay una explicación para alguien de allí. Luffy solo se esconde sin previo aviso.
El hombre levanta su copa de sake y la deja caer con cuidado al mar.
Por Ace.
Luffy se lleva una mano al rostro y maldice.
Debía arreglarlo.
Tenía que.
.
“¡A este paso nos quedaremos sin dinero!”
“¡Deja de quejarte y cómprale un buen regalo a los mocosos!”
Esta serie de eventos considerablemente costosos era un ritmo alarmante. Navidad, Año Nuevo y ahora el cumpleaños de los mocosos era un trote galopante. Luffy era consciente de ello.
Crocus había hecho su magia para aproximar realmente bien la edad de los mocosos. Y ahora resulta que su año debía ser en algún día de marzo.
Zanjaron el tema lanzando un dardo al calendario.
9 de marzo.
Por supuesto que tenía que haber caído tan cerca de las dos fechas previas que consumieron gran parte de su trago y dinero.
Tuvieron suerte de haber llegado a una isla en pleno carnaval. Ahí estaban ahorrando en decoraciones infantiles. Solo… debían mantener a los mocosos de la feria. Al menos de los juegos trampa.
Roger y Luffy se habían separado del grupo para conseguir un regalo digno de los mocosos. Argumentando que los demás no conocían tan bien a los bebés como ellos —como si no todos vivieran en el mismo barco. El estrés de encontrar pura mierda en cada puesto se intensificaba con el pasar de las horas. Primero les ofrecían un estúpido carrito para caminar (en serio, ¿¡qué mierda!? ¡Cumplian un año, YA debían caminar, joder!), después intentaban endulzarles el oído con ropa estúpida (por amor al mar, QUÉ carajo harían unos bebés con ropa con volantes), y, santo dios, les empujaban en todo el rostro zapatitos.
¿Hola? ¿No se ven demasiado piratas? ¿Sí?
¿ENTONCES POR QUÉ CARAJO LES QUERÍAN VENDER ZAPATOS?
La noche empezaba a caer y con su haki podían ver cómo los mocosos empezaban a balbucear sus nombres. Su ánimo pasó de mal a pésimo.
Tenían que encontrar el regalo pero ya.
Roger había empezado a maldecir con el pasar de los minutos. Sus pisadas se volvieron toscas y su ceño se frunció en todo su esplendor.
Luffy no era muy diferente. Un brillo empezaba a encenderse por toda la extensión de su piel mientras su cabello oscilaba entre el blanco y el negro. Ya ni sabía muy bien qué carajo era ahora.
Cuando el primer fuego artificial explota en el cielo saben que ya se empezaba a hacer tarde, a pesar de que esos mocosos dormían en la madrugada y despertaban tarde en la mañana.
“Maldita sea,” gruñe Roger, deteniéndose en su sitio. “En este puto lugar no hay una mierda. ¡Al diablo con esto!”
Luffy gira su cabeza, irritado.
“¿Qué mierda dices? Debemos encontrarles algo. Déjate de quejidos y sigue avanzando.”
“¡Ya vamos a acabar con las tiendas y no hemos encontrado nada, Luffy! ¿Qué carajo esperas encontrar?”
El otro hombre gruñe y lo sujeta del brazo. Luffy lo arrastra hacia el callejón más próximo y lo empuja contra la pared corroída.
“Enfría la cabeza y cálmate, animal. Esos mocosos deben tener un buen regalo y no quiero tus estupideces.” advierte con voz grave. “Cálmate.”
Roger gruñe desde su posición y acerca su rostro hacia el de Luffy. La distancia se vuelve casi nula con ese movimiento.
“Estoy calmado,” responde con burla. “Solo que, quizás, como eres un Dios… pues no te das cuenta que los humanos somos-”
Un gruñido retumba en el pecho de Luffy y lo empuja con más fuerza contra la pared. Unos ojos rojos lo miran fijamente. Roger jadea para poder respirar bien, la presión era sofocante.
“Cálmate.”
“Eso hago.”
Luffy estaba peligrosamente cerca de su rostro mientras una tensión tóxica empezaba a emanar desde sus cuerpos. El aire era pesado y cargado. Roger realmente había olvidado por completo el punto de la discusión, solo pensaba en respirar correctamente.
O no hacerlo por completo, quizás. Luffy estaba cerca.
“Te juro que…” jadea Luffy contra sus labios.
Cerca, cerca.
“¿Juras qué…?”
Roger debería dejar de provocar a las personas, se lo había dicho Rayleigh muchas veces. Garp también.
Sin embargo, está muy seguro que ahora mismo es lo último que querría hacer.
Las manos de Luffy sujetan con fuerza su ropa mientras su antebrazo derecho hace una presión inexplicable contra su garganta. Sus rostros están peligrosamente cerca y dios mío, ¿por qué Luffy jadeaba así? ¿Por qué Roger no podía concentrarse en otra cosa? ¿Por qué demonios la presión era tan buena?
Mar hermoso, ¿por qué habían estado discutiendo?
Luffy empuja más su cabeza, sus labios rozan los suyos —entre jadeos y maldiciones— y su agarre cambia. Sube hacia su mentón, lo sujeta con fuerza. Esos ojos brillan con algo posesivo y Roger, joder, él quiere…
Y entonces una vocecita interrumpe en medio del callejón.
“¿Están discutiendo?”
Luffy prácticamente salta para alejarse de Roger.
Notes:
acabo de terminar este cap Y ME ACABO de enterar que una chica de mi curso se metió con un profesor. Eh... ¿pensé que eso era demasiado Hollywoodense para que REALMENTE suceda...? ¿¿Ayuda?? POR FAVOR díganme que no estoy sola en esto. ¿O en verdad es normal?
¡De todas formas! Teach. Toco demasiado su aparición y la pospongo. Ya veré cómo introducirlo sin que Luffy cometa homicidio. Por el momento veamos a ese pequeño mocoso que interrumpió el momento de Roger y Luffy, heheh.
También debo decirles que me demoré en traer este cap porque ando escribiendo un Marco/Ace y pues se me sube la imaginación y mis demás ff desaparecen de mi cabeza. :,)
Ummmm... ¿Debo etiquetar esto como slow burn? En mis notas y borradores no veo luz de una oficialización, al menos.
Graciassss porrr leerrrrrr<3<3

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