Chapter Text
Antes de empezar, me encantaría explicar algunos detalles de este AU:
1- Cuando Arc V nació, junto al hecho de la existencia de Ray y Zarc, esto provocó que la línea de tiempo original (Yu-Gi-Oh clásico, GX, 5ds, ect) que era la rama principal de las demás líneas del tiempo se rompiera y se reescribió sola, provocando que los seres quienes "debían" proteger su época sean eliminados.
Entonces, ¿Que paso con las otras líneas del tiempo dentro de la rama principal?, hubo dos reacciones: O desaparecieron por qué no estaban los protagonistas o tuvieron que mantenerse en una sensación de " tiempo paralizado" hasta que la línea principal vuelva a la normalidad.
2- Cuando Zarc fue derrotado y la línea principal se restauró, hubo cambios dentro de ella: Como que la línea principal ya no podía soportar que un reinicio sea provocado de vuelta ante tanto poder desordenado, así que decidió hacer algo:
¡Crear una nueva linea del tiempo!
Pero está fue diferente, ya que parecía agarrar elementos de la original y las mezcló para que formarán un nuevo mundo.
3- Los PERSONAJES (ojo acá) originales están relacionados con el "trio time" (osea Yugi, Juudai y Yuusei) obtienen sus poderes o directamente una relación fuerte con el elemento que representan. ¡Los tres tienen pasados adaptados a sus series respectivas!
4- Las parejas elegidas para el fic son elección mía, si nadie le gusta entonces ¿Para que leen esto?
5- Yu-Gi-Oh no me pertenece, pertenece a Konami, yo solo tengo esta trama para divertirme y disfrutar que mi hiperfijación con la franquicia no haya desaparecido.
Chapter 2: Prólogo parte 1
Summary:
Presentamos a nuestros protagonistas de esta... ¿Aventura? dónde posiblemente vayan a descubrir que alguien (o algo) hizo que todo su mundo se mezclaran como si estuvieran en una licuadora.
Chapter Text
Estaba oscuro, todo lo que veía era simplemente una oscuridad que se expandía por diferentes lados. Había espacios para áreas grises en el negro, pero aún así, seguía pareciendo un ambiente donde la luz del sol no llegaba. No lograba entender por qué estaba ahí.
" ¿Porqué? " resonaba en su cabeza constantemente, convirtiéndose en una palabra repetida en medio del silencio del ambiente, ya que no podía decirla en voz alta al no tener la capacidad de hablar... O al menos, expresar un sonido ahora.
Intentó hacer gestos con movimientos de su cuerpo y, por suerte o casualidad, se movieron.
"Oh, puedo mover mi cuerpo... ¿Acaso tengo un cuerpo?... No importa, ahora quiero saber por qué estoy aquí".
Su mente reprodujo su voz y empezó a caminar, pero por la situación, parecía que estaba caminando en un estado de ceguera, aunque él sentía que sí podía ver.
Caminó durante lo que parecían ser horas, interminables, donde solo encontraba el mismo lugar... Hasta que finalmente notó una luz.
Se fue acercando lentamente, cada paso que daba le hacía acelerar el ritmo para alcanzar la luz. Sus pasos ahora se oían, y podía escuchar su respiración, que antes no podía percibir. Y finalmente, cuando notó que la luz se acercaba a él con cada paso que daba, expandió su mano y tocó la luz que había ahí...
...Para al final abrir los ojos y solo observar un techo de color morado lila.
Su respiración estaba agitada, pero poco a poco sus pulmones se iban calmando, y también notaba que, en los segundos que veía, parecía estar en una habitación. Poco a poco, pudo darse cuenta de que podía mover su cuerpo y se fue incorporando de a poco hasta sentarse en lo que parecía ser su cama. La tela era suave al contacto, y también notó que estaba vestido con un pijama que solo consistía en una camisa y un short algo holgado.
Pero lo que más le llamó atención la fue la camisa: tenía la inscripción "Duelos de monstruos" escrita en negro en un idioma que no entendía, pero sí estaba entendiendo las letras de atrás que estaban en rojo.
- ¿Duelo de monstruos? - Agarró hacia arriba su camisa y la miró confundida. Siguió mirándola fijamente hasta que se la quitó y decidió admirar aquella extrañeza observando con más detalle la camisa.
Podía notar que el logo que leyó seguía ahí, y también notaba varias figuras en la camisa: dos personas vestidas de magos y un dragón azul rugiendo en el fondo del logo, con espacio suficiente para que los otros personajes sobresalieran.
Miró aún la camisa y alzó la ceja ante no entender qué significaba... Hasta que sintió la sensación de escuchar un zumbido sobre sus oídos y su visión empezó a mostrarle imágenes: eran imágenes que se movían a altas velocidades junto con el sonido que se iba convirtiendo en voces que hablaban al mismo tiempo y no se entendía nada.
Después de unos segundos más mirando la camisa, el sonido y las voces desaparecieron. Y solo pudo pronunciar una cosa después de aquella revelación.
Escuchó el sonido de una puerta al abrirse y mostrar a un niño pequeño, de tal vez 11 o 12 años, con cabello tricolor de tonos morados con negro y amarillo en forma de puntas. Su rostro mostraba una inocencia, como también una sensación de apenas despertar, y se notaba cómo se restregaba los ojos con las manos.
- Kay, mamá dijo que bajes a desayunar... Y ah, dijo que también vayamos a despertar a Yami, ya que seguro sigue durmiendo. - Estuvo unos segundos en silencio, mirando al niño ya la puerta en sí, mientras aún sostenía la camisa que poco a poco bajaba con sus brazos hasta tocar la cama.
El niño esperaba una respuesta del chico en la cama, quien ahora solo miraba fijamente al pequeño. Esto austó al pequeño, ya que no estaba acostumbrado a que el otro chico se quedara en silencio por mucho tiempo.
- ¿Yugi? - Finalmente, dijo algo, lo que alivió un poco al mencionado.
...
Kay no estaba seguro de lo que veía en sí, ya que lo único que lograba entender dentro de su mente era que Yugi no debería ser tan joven. Además, se refería a él como Kay, ¿quién es Kay? Sinceramente, la mente del joven daba vueltas y vueltas ante la búsqueda del sentido de esto.
- ...¡Sí!... sí, ya iré abajo. Deja que... -
Miro a su alrededor y notó cómo la habitación, aunque era decente, parecía estar algo desordenada. Había unas maletas pequeñas tumbadas en la pared de al lado, mientras que en un escritorio que estaba al lado de las maletas, había objetos y también un extraño disco sobre la mesa junto a unas cartas que estaban ahí. Tenía que organizar eso; su mente reconoció el desastre de la habitación y susspiró profundamente.
- ...¿Quieres que te ayude? - La voz de Yugi sonaba dudosa pero también tímida.
Kay miró al pequeño y, al mirarlo por segundos, decidió sonreírle al pequeño. Se volteó en la cama y se paró, aún con una mano sosteniendo la camisa que aún tenía. Este se acercó al niño y le acarició la cabeza, estrechando su cabello sobre sus dedos y, en sí, aún sonriéndole al otro.
-Sí quieres, pero podríamos hacerlo... ¿Tal vez más tarde?. Por ahora debo ir a ayudar al abuelo y, en sí, tú también debes desayunar. - Las palabras fueron mecánicas, como si estuvieran preparadas para decirlas.
El pequeño observa con sus ojos morados fijamente al otro, para después sonreír felizmente y decidir asentir. Yugi salió de la habitación y dejó la puerta abierta. Eso dejó a Kay en solitario de vuelta, mientras empezó a parpadear ante las palabras que dijo.
- ¿Yo le dije eso? - Miró a la puerta y al pasillo; una voz susurró sobre su cabeza que ya "conocía" este lugar, que debía dejar de mirar como un tonto todo. Meneó la cabeza, intentando alejar ese extraño murmullo sobre él, y se dirigió a recorrer las cartas regadas sobre su escritorio. Dejo la camisa sobre la cama, para después recogerla.
Mientras se dirigía hacia ellas y observaba las cartas, notó una carta en específico: era de una pequeña criatura que, según la carta, se llamaba Kuriboh. Kay se quedó intrigada por esta carta y se quedó mirándola fijamente, sintiendo curiosidad por lo que veía.
- Kuri Kuriboh... - Una voz resonó sobre su cabeza, haciéndole voltear hacia atrás, pero no notó nada. Este empezó a sentir que no era nada, pero su mirada notó que ahora estaba mirándose al espejo y ahí sus ojos se abrieron de golpe.
Tenía la piel levemente oscura, morena sería lo correcto para él; Llevaba un cabello similar al de Yugi, pero los tonos morados lilas eran reemplazados por tonos más oscuros del morado, junto al detalle de que llevaba un flequillo que cubría ligeramente su ojo derecho, donde se encontraba una cicatriz sobre ella. No notaba que estaba ciego, ya que no estaba nublado.
Pero lo que le hizo abrir los ojos no fue su apariencia y, al parecer, su buen físico, sino porque la misma criatura de la carta flotaba sobre su cabeza mientras le miraba con ojos llorosos.
- ¡Kuri Kuri! - Kuriboh, como si el mencionado fuera invocado, se acercó a la cara de Kay y empezó a intentar abrazarlo, además de que lloraba desconsoladamente.
Kay se asustó y levemente soltó un grito pequeño del susto al ver a la criatura, soltando la carta que tenía entre sus manos al suelo. Pero, poco a poco, decidió estar seguro de lo que veía, así que acercó sus manos hacia la criatura flotante y la tocó. Su pelaje era marrón claro y tenía brazos como piernitas de colores verdes.
- ¿Kuriboh? - La criatura, al sentir que era sostenida, miraba fijamente al otro, mientras aún caían lágrimas sobre sus enormes ojos marrones.
Finalmente, al tocar y mirar fijamente a la criatura, entendió que estaba pasando. Su nombre no era Kay... O bueno, sí lo era. Pero también era Atem, Faraón de Egipto, rey de su nación y el conocido como "Rey de los juegos".
Una voz resonó sobre su cabeza ahora que llegó a esa conclusión:
"Todo a su debido lugar, nunca volverán a hacer daño."
Kay abrió los ojos con fuerza al oír la voz, quien siguió hablando dentro de su mente.
"Tienen que ser suprimidos, deben ser suprimidos."
Después de unos segundos, la voz paró de hablar y Kay parpadeó. Ambos se quedaron mirándose fijamente hasta que Kay murmuró:
-Esto es malo... Esto es realmente malo... -
— ¡Kuri kuri! - Al final, entendió lo que la criatura estaba tratando de decir.
No estaban en su lugar... O mejor dicho, no deberían estar ahí.
...
- Supongo que entiende la situación... ¿No, señorita Yuuki? -
Una voz hizo que despertara del sueño. La chica parpadeó ante todo, mientras se incorporaba sobre el asiento donde estaba, al parecer, durmiendo. Parecía un hospital, o bueno, en cierta manera lo era. Había enfermeras, doctores, cirujanos... Todos ellos corriendo de un lado para el otro mientras gritaban órdenes a los demás internos como a los pacientes. Los ojos de la chica miraron hacia diferentes lados; Parecía que había más pacientes de lo común, casi todos ellos en estados críticos.
Sus ojos ahora miraban hacia arriba y notaba a un doctor, ya entrando en su vejez, hablándole.
Al notar que captó su atención, decidió seguir hablándole. - Lamentamos mucho que usted... A esta edad, para usted, perder a sus padres debe ser un golpe duro. - Al notar que captó su atención, decidió seguir hablándole. - Señorita Yuuki, sé perfectamente que usted es lo suficientemente responsable para cuidar de su último familiar. Según el expediente, su hermano se llama Juudai Yuuki, ¿no? -
La chica no dijo nada en un inicio, pero después murmuró cosas inexactas, para finalmente decir algo con una voz apagada pero fuerte.
-... En realidad es Jaden. Mi familia lo nombró Juudai, pero mis padres y yo lo llamamos Jaden o Jay. -
El doctor ascendió, anotando algo en unos papeles que sostenía en las manos con su respectivo bolígrafo.
En realidad, hoy no fue un buen día.
Después de que el doctor se fuera, la chica se quedó mirando por unos minutos a la nada. No sabía qué decir en estos momentos, ya que después de todo: perdió hacía unas horas a sus padres y su hermano sobrevivió de milagro...
- Kuri Kuri... - De repente, un espíritu de un Kuriboh con alas apareció a su lado, sentándose sobre sus piernas mientras agarraba con fuerza los brazos de la chica. Sus ojos marrones corrían lágrimas que cómicamente deberían manchar la chaqueta que llevaba, de tonos sutiles al azul marino llegando al negro. Llevaba también unos pantalones normales, de un tono más azul oscuro, junto a unos zapatos al estilo de botas de combate, de tonos verdosos ligeramente oscuros. Toda la aura que desprendía era bastante deprimente. Pero, lo curioso es que nadie podía ver a la pequeña criatura llorando, ni siquiera un sonido de nadie mirándola.
-No te preocupes Kuri... Jaden estará bien... - Intentó hablar a la criatura, pero el Kuriboh alado aún seguía llorando y soltando algunas lágrimas al piso.
La chica cerró por un momento sus ojos, mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Había dejado a Yubel con Jaden, lo había hecho ya que el niño insistió en que ella llevabase a la carta del Kuriboh alado, que ahora tenía, para un evento importante donde iría.
Ella no estaba segura de este plan, pero estaba convencida por los ojos de cachorro del más pequeño. Sus padres estaban con su hermano en esa ocasión, no podían ir con ella al evento ya que el evento no permitía que personas ajenas al duelista famoso fueran. Eso hizo que Jaden se sintiera decepcionado por la administración del torneo, pero aún así, se animó porque su hermana iba a ganar.
Después de todo, ella era Aspasia Yuuki, una de las mejores promesas juveniles en torneos de Duelo de Monstruos o DM, como se le apodaba cariñosamente. Una persona con un gran futuro si avanzaba bien por donde iba y gracias a sus cartas de la categoría Olympus, inspiradas en la mitología griega, fue demostrando poco a poco que podía convertirse en una duelista legendaria.
Así que la oportunidad de hacerse leyenda surgió cuando la invitaron a un torneo internacional que se celebraría en Estados Unidos, organizado por el fundador de los duelos de monstruos, Maximillion Pegasus, junto a su empresa Ilusiones Industriales y en colaboración con las multimillonarias Industrias Kaiba, y ella ganó gustosa.
Fue así que viajó a los Estados Unidos, con la promesa de ganar y de también cuidar de la carta de su hermano como traerle recuerdos del torneo. Hubo varios combatientes de diferentes países, pero terminaría ganando el primer lugar, siendo la primera vez que una chica duelista proveniente de Japón ganara un torneo. Anteriormente no existían chicas o mujeres que participaran en torneos, pero al ser la primera vez que se ganaba, muchas personas vieron potenciales para lanzarse como duelistas femeninas.
Cómo premio, Maximillion Pegasus le dio un deck de cartas totalmente diferente y nuevo que aún no había salido al mercado y sería la primera vez que se lo daba a alguien: las cartas HERO. Un mazo lleno de cartas inspiradas en los héroes de cómics. Pegasus pensó que crear un torneo internacional sería una buena promoción para este nuevo arquetipo. Fue un momento de celebración por completo y de alegría para la joven duelista...
...Hasta que llegó la noticia de que sus padres tuvieron un accidente automovilístico, en el que iba su hermano. Esto hizo que la chica se sintiera con un bajón enorme y, en sí, con la sensación de que todo se estaba yendo para el asco. Así que buscó con desesperación sus cosas, las cartas que ganó, el trofeo y su pasaporte, y buscó el primer avión que la enviara desde Estados Unidos a Japón. Y ahora ahí estaba.
Así que buscó con desesperación sus cosas, las cartas que ganó, el trofeo y su pasaporte, y buscó el primer avión que la enviara desde Estados Unidos a Japón. Y ahora ahí estaba e En un hospital esperando que su hermano mejorara. Habían pasado desde horas que sus padres ya habían muerto, su padre en el acto y su madre en el traslado al hospital. Jaden sobrevivió, según los doctores, como un milagro.
Sintió que pasaban los minutos, luego las horas, mientras esperaba poder tener el permiso de ver a su hermano. Había entrado a cirugía porque había ocurrido algo durante el accidente y terminó yendo a urgencias. Estaba preocupada, realmente preocupada.
Movía sus pies con inquietud mientras sostenía con fuerza a Kuriboh, quien aún seguía llorando de forma cómica.
—Usted debe ser la señorita Yuuki, ¿no? —
Una voz le hizo alzar la cabeza, y miró a una enfermera. Aspasias caminando con rapidez ante la pregunta; la enfermera le sonroja amablemente.
—Ya puede ir a ver a su hermano. La cirugía fue un éxito y ahora se encuentra en su habitación. —
Aspasias se levantó de golpe mientras sostenía la mochila circular que llevaba consigo. Esta se movió ligeramente, aunque parecía que llevaba algo más dentro que también se movía. La enfermera no notó ese detalle.
—Puedo… preguntar en qué habitación está? —
Su voz sonaba tímida, pero quería confirmar la ubicación en donde estaba Jaden. Kuriboh flotaba a su alrededor con una mirada esperanzadora hacia la enfermera, quien no podía verlo.
—Está en la habitación 293, piso 3 —señaló con su mano hacia dónde debía dirigirse—. Siga al ascensor; no use las escaleras, están fuera de servicio por ahora.
Aspasias avanzando ante esa información, murmurando constantemente la ubicación mientras la enfermera se despedía. Kuriboh le hacía gestos para que la siguiera mientras volaba de forma desesperada hacia el ascensor, seguido de la chica.
Cuando entró al ascensor, había espejos a su alrededor que reflejaban cómo era en realidad.
Tenía el cabello largo, recogido en un estilo de peinado llamado “corte medusa”, que consistía en unos mechones hasta los hombros del cabello superior, mientras que por debajo se encontraba una coleta baja. El tono de su cabello era rojizo con leves toques de marrón claro. Parecía entremezclado, ya que llevaba mechones desiguales donde el primer o segundo color se notaban más.
Sus ojos eran de un tono azul claro y su piel, blanca como la leche, aunque tal vez fuera por la palidez del miedo… o tal vez no.
Finalmente, el ascensor llegó a su destino y la chica salió, siguiendo a Kuriboh, quien buscaba con la mirada la habitación, hasta que finalmente la encontró y, como espíritu que era, la atravesó por la puerta.
Aspasias suspiro al ver al “espíritu de duelo” hacer eso como se les llamaba y decidió abrir la puerta por sí misma. Y ahí lo vio.
Se encontraba en la cama del hospital, sentado, mientras jugaba ligeramente con Kuriboh. Era un niño de cabellos marrones claros oscuros, con ojos marrones y piel blanca. El niño se mostró más animado al tener la compañía de su carta. Volteó a ver a la persona que abrió la puerta y sonriendo con felicidad al reconocerla.
Era tan solo un niño de nueve años, mientras que su hermana acababa de cumplir dieciocho.
—¡Aspy!—
“Aspy” era el apodo que Jaden le daba a su hermana mayor. Lo mencionado suena levemente al verlo y dejó la bolsa sobre la silla al lado de la cama.
—Hola, Jay. ¿Cómo estás? —
Quiso sonar más tranquila al hablar, pero se le notaba el cansancio y la falta de sueño por todo lo ocurrido.
—¡Oh, ya lo sabes! La comida del hospital es un duelo perdido, ¿eh? —hizo una mueca divertida, sacando la lengua—. ¡Y ni hablar de la gelatina, sabe peor que una carta trampa mal jugada! —
Aspasias no pudo evitar reírse ante su ocurrencia. Al menos, Jaden no parecía triste por ahora.
Suspir profundamente mientras escuchaba a su hermano quejarse de la comida del hospital y hablarle sobre los doctores que lo haban atendido, sin mencionar nada sobre sus padres ni sobre el incidente.
Ella sospechaba que Jaden no quería hablar de ello; tal vez le dolía demasiado y prefería ignorarlo, usando su imaginación infantil mientras estuviera con la única familia que le quedaba.
Chapter 3: Prólogo parte 2
Summary:
En alguna parte de Domino, se encuentran unos barrios deteriorados y compuestos por diferentes casas destruidas y lugares abandonados: Ese sitio es Satelite.
Chapter Text
Desde que tiene memoria, Yusei recuerda que tenía un hermano mayor, y uno realmente genial.
Haruto siempre supo cómo reparar cualquier cosa dañada que se encuentre en Satélite, o incluso construir aparatos desde cero creyendo que podrían ser útiles para el orfanato. Su ingenio era tal que, a veces, Martha se preocupaba por las ideas descabelladas que intentaba llevar a cabo; pero terminaba aliviándose cuando veía que ninguna de sus creaciones representaba un peligro real para los demás.
Sí, su hermano Haruto era genial.
En el orfanato, varios niños lo admiraban por las máquinas que armaba y por cómo los defendía cuando alguien intentaba robarles sus cosas. A Yusei siempre le daba curiosidad cómo lograba espantar a esos ladrones: con solo una mirada seria, el ceño fruncido y un tono de voz firme, Haruto hacía que cualquiera saliera corriendo. Yusei, demasiado pequeño para entenderlo, solo observaba fascinado.
Aunque también había ocasiones en las que escuchaba a otros llamarlo “demonio”. Y el niño no lo entendía.
¿Por qué sería un demonio?
Jack, con su actitud orgullosa incluso de niño, decía que era porque Haruto era demasiado solitario: "No necesita a nadie más que a sí mismo. Por eso da miedo".
Crow, por el contrario (y como siempre) se enojaba con Jack por decir cosas así: "¡No es que dé miedo! Es que nos cuida. Somos lo único que tiene en este basurero, ¿no ves?". Y como era habitual, ambos acababan discutiendo hasta que Yusei intervino para calmarlos.
Fuera lo que fuera, Yusei a veces deseaba ser tan fuerte y valiente como su hermano.
No recordaba mucho de sus padres. Haruto solía decirles que ellos ya no “estaban”, y que, siendo él el mayor, tenía que cuidarlo. Poco después, ambos fueron encontrados por Martha y llevados a su orfanato.
Con el tiempo, Yusei fue aprendiendo de Haruto el arte de reparar cosas, aunque más de una vez terminaban con un chispazo o un trozo de metal chamuscado. Pero Haruto jamás gritaba ni se enojaba; solo suspiraba, le revolvía el cabello con paciencia y decía: “No te preocupes, Yusei. La próxima va a salir mejor”.
Otra cosa que a Crow le encantaba de su “aniki” (como insistía en llamarlo) y que Jack nunca admitía en voz alta, aunque también lo pensaba, era lo mucho que se parecía a Yusei: casi idéntico, solo que con el cabello largo y varias mechas amarillas que llamaban la atención.
Crow decía que ese look lo hacía ver increíble, aunque no entendía de dónde salía el rubio. Jack, cruzado de brazos, aseguraba que seguramente se lo había tratado… lo cual solo generaba otra pelea sin sentido que Yusei terminaba deteniendo antes de que Martha los escuchara.
Otra cosa que llamó la atención a los niños era la diferencia de edad entre Yusei y Haruto. Según Martha, Haruto ya tenía unos 19 años, mientras que Yusei apenas llegaba a los 10.
A veces se preguntaban si tal vez, cuando Haruto tenía nueve, Yusei había nacido… y por eso ahora parecía tan joven adulto. Jack apoyaba esa teoría con convicción, pero Crow no estaba del todo convencido: Haruto hablaba muy poco sobre sus padres o parientes, y para ellos estaba claro que, en esencia, solo tenía a Yusei.
Y esa duda los llevó a la conversación de ahora.
—¿Creen que aniki vaya a tener amigos alguna vez? —preguntó Crow de repente, iniciando el tema de ese día.
Los tres estaban hurgando entre la basura, buscando algo que Haruto pudiera reparar o que le llamara la atención. Jack bufó al escucharlo, pero su ceño fruncido decía más de lo que quería admitir.
—Lo dudo mucho —resopló con brusquedad— Si quisiera irse, ya lo habría hecho. Sería raro que siga aquí todavía.
Yusei dejó de recoger las piezas que estaba clasificando y levantó la vista hacia sus amigos, sin decir nada. Solo observaba, como siempre.
Haruto nunca había dejado solo a Yusei, ni siquiera cuando algunos sospechaban que podría hacerlo. A pesar de tener edad para vivir por su cuenta, prefería quedarse en el orfanato. Varios huérfanos mayores ya se habían marchado, buscando suerte en Satélite… pero Haruto no.
—Además, ya viste cómo muchos se fueron para unirse a esas pandillas tontas — añadió Jack con una mueca de desagrado — ¿Por qué se quedaría él? Yusei puede ser una razón, pero no creo que sea la única.
—Tienes la mente tapada o qué? —Cuervo se giró con indignación, dejó caer las cosas que cargaba y se cruzó de brazos— ¡Aniki no se va a ir de Satélite ni aunque esté muerto!... Creo. ¡Pero no se iría! ¡Y punto!
Jack arqueó una ceja, poco impresionado.
—Ah, ¿sí? Entonces explicá por qué creés eso. —
—Yo… —Crow se quedó congelado un momento, pensando con fuerza, hasta que por fin exclamó— ¡Porque Haruto todavía tiene razones para quedarse!
Dicho eso, dijo eso señalando directamente a Yusei. El niño parpadeó, sorprendido por la acusación.
—Si Haruto se va, ¡Yusei se queda sin su hermano! ¿Te parece justo? —reclamó Crow, todavía molesto, mirando a Jack como si buscara obligarlo a entender.
Jack solo rodó los ojos, aunque su mandíbula apretada lo delataba.
—Se va a ir igual —murmuró con amargura, agitando la mano como si no le importara—. Al final todos se van. Cuando cumplen dieciocho desaparecen… y se olvidan de nosotros.
La última frase salió baja, casi ahogada, y esta vez cargada de una furia que no venía de enojo… sino de miedo.
Yusei solo observaba en silencio ante aquellas palabras de Jack, pero finalmente decidió hablar. Su voz sonó baja al principio, casi tímida.
—Yo… estoy de acuerdo con Crow. —
—¡¿En serio?! —Crow lo miró con los ojos brillantes, como si Yusei acabaría de decir la mejor frase del día.
Jack frunció el ceño en dirección a Yusei, pero no respondió seguidamente.
—No creo que nos deje —continuó Yusei. Poco a poco la timidez se desvaneció y su voz tomó un tono más firme. Si él se fuera, nosotros tendríamos que cuidar de Martha y de todos los demás solos. Pero si se queda... Haruto tendrá más gente a quien proteger.
Jack chasqueó la lengua y se dio media vuelta, comenzando a caminar hacia el orfanato con su típica actitud de “no me importa”.
—Bien. Pensá lo que quieras —rezongó. Luego señaló las cosas que Crow había dejado tiradas— ¡Crow, levantá eso! Haruto te va a retar si lo dejas atrás.
—¡Ya lo iba a hacer! —Crow infló las mejillas, molesto, y comenzó a recoger sus cosas mientras trotaba detrás de Jack para seguir peleándole.
Yusei quedó unos pasos atrás. Los observaron… y, aun así, sonriendo apenas. Estaba por seguirlos cuando algo brilló entre la basura, más específicamente una montaña de basura, llamando su atención.
Escuchó a Jack y Crow gritarle para que se apurara, pero los ignoró. Dejó cuidadosamente lo que llevaba en las manos y comenzó a subir esa pequeña montaña de desechos.
El brillo se fue apagando a medida que subía, hasta que llegó a la cima y se quedó inmóvil.
Ahí, medio enterrado, había un deck. Un montón de cartas estaban desparramadas, pero seguían juntas como si no se hubieran separado nunca. El estuche estaba al lado… y, encima, descansaba una carta de sincronía brillante, con un dragón que capturó su mirada al instante.
Yusei tomó la carta, fascinado, y leyó en voz baja:
— ¿Dragón de Polvo de Estrellas?... —
Para él, encontrar algo así en la basura era increíble. Las cartas perdidas de los oficiales de Domino aparecían a veces por Satélite… pero un deck entero, intacto, era distinto. Época especial.
—¡Yusei! ¡Bajate de ahí! ¿¡Qué encontraste!? — Crow le gritó desde abajo, claramente nervioso. Jack estaba justo detrás, mirando con el ceño fruncido.
Con cuidado, Yusei reconoció todas las cartas que parecían del mismo mazo, las guardó en el estuche y comenzó a bajar.
Crow se acercó apenas tocó el suelo.
—¡Yusei! ¿Qué te pasó? ¿Por qué subiste ahí? — Su tono mostraba preocupación genuina. Jack, aunque lo ocultaba, estaba igual.
—Miren esto… —Yusei les mostró el deck.
Crow abrió los ojos exageradamente.
—¡¡Un mazo!? —Parecía a punto de explotar de emoción— ¡Yusei, eso es increíble! Pero… ¿por qué tirarían un mazo completo?
—Tal vez ya no le servía —dijo Jack, tomando el estuche con cuidado, aunque lo disimuló arrebatándoselo a Yusei como si fuera lo más normal— O alguien lo perdió.
—¡Igual es un hallazgo genial! —Crow pegó un saltito de alegría y le quitó el deck a Jack de las manos, con un “¡Hey!” indignado de parte de él— ¡Vamos con Haruto a ver si podemos jugar!
Y así, Crow salió corriendo hacia el orfanato como si estuviera en un Turbo Duelo. Jack lo siguió gritándole que no corriera tanto y que todavía no había terminado de ver el deck. Yusei, cargando las cosas que había dejado atrás, los siguió con una energía nueva en sus pasos, emocionado por lo que acababa de encontrar.
