Chapter Text
La mañana amaneció clara sobre la mansión Mathers. El sol, todavía suave y dorado, se extendía por los jardines como un velo cálido, iluminando las rosas que aún conservaban gotas de rocío. Una brisa ligera cruzaba el campo abierto que rodeaba la propiedad, llevando consigo el aroma fresco de los árboles y el canto de pequeños pájaros que despertaban entre las ramas.
En el interior, los largos pasillos de mármol quedaban bañados por haces de luz que entraban por los ventanales altos, creando destellos sobre los candelabros y las molduras. El silencio era profundo, casi solemne, roto solo por el eco distante de la mansión acomodándose al amanecer: el crujido de la madera, el leve susurro de las cortinas moviéndose con el viento.
En un cuarto de dicha mansión, se encontraba un niño de mirada malvada. El día de ayer llegaron a la mansión cuando todos estaba durmiendo. Emilia se despidió para ir a su cuarto a seguí durmiendo.
Subaru tuvo la mala suerte que Ram le mostrara donde iba a dormir. Primero estaba intentando convencer a Emilia que podía dormir en los establos, Subaru la vio con fastidio pero no se quejó ya que para él dormir en esos lugares era muy común.
Cuando Emilia se negó rotundamente, no tuvo más opción que aceptar, Ram preparó la habitación de Subaru no sin antes insultarlo incluso por qué respiraba.
Ambos entraron en un juego de insultos pero que al final, a su manera se la pasaban bien.
Subaru se encontraba en la cama acostado, disfrutando de la suavidad de una cama. No sé acuerda cuando fue la última vez que había dormido en algo tan cómodo, para Subaru sentía que estaba en las nubes ahora mismo.
Pero no duró mucho. No por que lo fueran a despertar, más bien era por qué ya estaba acostumbrado a levantarse temprano y empezar su día con su estiramiento llamado “Radio Calistenia”. Había pasado toda su vida en este mundo haciendo la misma rutina, era un método de estiramiento pero también lo hacía acordarse de su otro mundo.
Decidió levantarse, tenía una bata puesta. Ram le dijo que se cambiara de ropa ya que no quería que ensuciara la cama, ya que no quería tener que hacer más trabajo.
{Toda una perezosa}, pensó Subaru cuando escuchó las quejas de la criada. Salió con su bata y una sandalias, llevó su ropa y bufanda con el al jardín ya que la tenía que lavar su ropa.
Camino por los pasillos, se perdió muchas veces, camino por un largo rato, ya que la mansión era muy grande y casi todos los pasillos eran iguales. Subaru se preguntaba cómo la gente puede vivir en lugares así y no perderse.
Siguió caminando hasta que vio las escaleras de la entrada, las mismas que recordaba de ayer cuando entró por primera vez. No puso casi nada de atención ya que estaba muy cansado de todo el trabajo que tuvo ayer… bueno, prácticamente fueron dos días contando el bucle.
Salió al jardín, el aire fresco ondeaba su cabello que ahora cubría su frente. Vio un amplio jardín, Subaru pensaba que podrían hacer 2 canchas de futbol por lo grande que era.
Camino por el amplio jardín buscando un buen lugar para hacer sus estiramientos y lavaba su ropa. Subaru nunca había permanecido en un hogar y el único que tuvo en este mundo fue hace 7 años, así que tenía un poco de vergüenza preguntar si podría usar el lugar donde lavaban la ropa los demás.
Vio una mesa con sillas a su alrededor, decidió que era un buen lugar y se dispuso a ir hacia allí. rápidamente dejó su ropa y sus sandalias, quedándose nada más con su bata y descalzo.
Empezó sus estiramientos matutinos como siempre lo hacía, con un “Victoria” al final de cada uno.
Después que terminara todo sudado, se dispuso a lavar su ropa y su bufanda. Ocupó magia de agua, viento para lavar su ropa, creando agua e hizo un remolino de viento pequeño para lavarlo.
Después que termina de lavarla, usó magia de viento y magia de fuego para secarla, formando un pequeño tornado caliente, lo suficientemente bajo para no quemarla y alta para secarla rápido.
Después que su ropa y bufanda estuviera limpia y seca, se dirigió de regreso a la mansión, directo al baño que estaba en su cuarto para tomarse un baño, algo nuevo para Subaru. Tenía pensado bañarse como siempre lo ha hecho, igual que su ropa, pero ya que tenía un baño lo iba a aprovechar
Camino feliz por los pasillos, con su ropa ya limpia y lista para ponerse. Todavía no había nadie despierto, o eso creía Subaru.
No se dio cuenta que un par de ojos azules lo miraban con un aura asesina, dispuesto a matarlo sin pensar en las consecuencias.
Subaru encontró su cuarto después de pasar minutos buscándolo, perdido otra vez. Se dio una ducha que casi lo hizo llorar de felicidad, se colocó su ropa de siempre con su bufanda, sus zapatos negros, su collar y su espada en la cintura que nunca olvida.
Ya que estaba listo, decidió dar un paseo por los pasillos, turisteando el lugar, esperando a que Emilia-tan se despertara y le preguntara si podía hacer algo para ayudar.
Camino por los pasillos viendo cuadros, floreros pero algo sintió que no iba bien. Vio el mismo cuadro muchas veces, sentía que estaba en un pasillo infinito sin salida.
— Pero… ¿que estaba pasando? — se preguntó algo confundido — ¿Es uno de esos lugares donde tengo que encontrar un puzzle y solucionarlo para poder avanzar?
Siguió caminando examinando todo a su alrededor buscando algo que podría utilizar, y lo encontró.
Sintió algo en una puerta, una extraña sensación que lo atraía a ella, rápidamente se dispuso a ir hacia la puerta. Ya estaba parado agarrando la manija de la puerta, abrió lentamente la puerta.
Se quedó mirando por un rato mientras su cabeza captaba lo que veía, una biblioteca, no, eso era un error… una Gran Biblioteca con cientos de libros en las estanterías que estaban a cada lado haciendo un pasillo. Pero eso no fue lo que más sorprendió a Subaru.
En medio del pasillo se encontraba una niña, parecía una muñeca antigua colocada con demasiado cuidado en medio de la biblioteca. Su cabello rubio, dividido en dos coletas enormes que caían con la forma taladros doradas, estaba adornado por lazos rosados que casi brillaban bajo la luz de las lámparas. Sus ojos, de un azules profundo y delicado, con un iris con forma de mariposa rosada, observaban el mundo con una mezcla de fastidio y nobleza que no concordaba con su diminuta estatura,
Llevaba un vestido rosado lleno de volantes y bordes blancos, tan elaborado que cada pliegue parecía pertenecer a una noble de un cuento de hadas. A pesar de su apariencia infantil, su porte era firme, casi altivo, como si incluso el aire a su alrededor estuviera obligado a seguir sus reglas.
— ¿Qué haces aquí niña… te perdiste? — preguntó Subaru preocupado.
— ¿A quién llamas “niña”? — dijo la niña. — ¿Y qué hace un humano irritante en la biblioteca de Betty?
— Estaba buscando la salida de un pasillo infinito, abrí la puerta y te encontré aquí. Además, ¿que haces aquí? ¿Te perdiste?
— ¡No me he perdido niño idiota! — gritó una molesta loli — Tú fuiste el que vino a interrumpir a Betty de su lectora, supongo
— Oye oye… no fue mi culpa de acuerdo. Además no es de buena educación gritarle a los mayores niña, ¿que acaso no te enseñaron modales?
— ¡¿Que le acabas de decir a Betty?! — gritó perdiendo la paciencia. — Betty no es una niña supongo… Betty es mucho mayor que tú de hecho.
— ¡Pero si eres una loli, no puedes ser mayor que yo! — gritó el chico frustrado
— ¿Qué es una loli? A Betty le parece un insulto, de hecho. Bueno no importa, ¿que quieres de Betty mocoso? — preguntó la niña intentando calmarse.
— La verdad es que nada. Cómo te dije, estaba caminando por un pasillo infinito, sentí esta puerta extraña y entre. No sabía que había una niña de mal humor aquí. — respondió Subaru.
— ¿Y quién eres tú?, me imagino que eres el invitado de la niña tonta de Bubby, supongo.
— ¡Oye, no le digas tonta a Emilia-tan!… — giró indignado — pero si, soy su invitado.
El niño sonrió con orgullo. Este era el momento favorito cuando conocía a una persona.
Con un dedo apuntando al cielo y el otro brazo en su cadera, con una pose ridícula se presentó.
— ¡Mi nombre es Natsuki Subaru… un ignorante de pies a cabeza pero que intenta mejorar… mucho gusto! — se presentó el tonto chico.
La niña taladró lo vio con cara de pena, no por el, más bien por ella de ver semejante acto de estupidez.
— Que patética presentación, supongo.
— ¡Ouch! ¡Mi corazón se quiebra por tus palabras niña taladro — dijo dramáticamente Subaru mientras se agarraba el corazón.
— Deja de hacer el tonto y vete supongo. Solo haces perder el tiempo de Betty, de hecho.
— Yo pensé que nos estábamos llevando bien… además, ¿no se quien eres? ¿Eres hija de ese tal Roswall? — preguntó el chico con curiosidad.
— ¡Claro que no! ¡No involucres a Betty con ese fetichista!.
— Perdón perdón… no sabía que te llevaras mal con ese tipo. La verdad es que no lo conozco así que no sé cómo será… — confesó Subaru. — Pero entonces, ¿Quién eres?
— Tú, humano… tendrás el honor de saber el nombre de Betty, supongo — contestó la orgullosa niña — Yo soy la guardiana de la gran biblioteca y el gran espíritu del Yin, Beatrice. — se presentó la orgullosa espíritu.
El niño que escuchó la presentación se quedó sorprendido al escuchar a la niña siendo una gran espíritu. {Vaya suerte la mía al toparme con otro gran espíritu } pensaba Subaru.
— Así que eres un gran Espíritu… — susurró.
— ¡¿Porqué pones esa cara a la presentación de Betty?!, ¡¿no piensas respetar a la gran Betty, supongo?! — preguntó fastidiada pero también con curiosidad al ver al niño actuar así.
— Oh, no… perdón no era por ti, lo prometo — contestó rápidamente con nerviosismo — Es que solo tengo malas experiencias con los espíritus… no fue mi intención
— Más te vale humano insensato, o si no Betty te tendría que poner en tu lugar, supongo.
— vale vale, lo entiendo. — respondió el niño con una sonrisa.
—…Hmph… — resopló orgullosa la pequeña Beatrice. — Déjame extraer un poco de Maná para que dejes a Betty en paz, supongo.
— ¿Eh? ¿Para qué quieres extraerme Maná? — preguntó algo preocupado el niño de otro mundo.
— Para saber si eres un enemigo, supongo. — respondió sin titubear.
— ¿Dolerá? — preguntó con una pizca de miedo en su voz.
— Un poco. Deja de ser llorón y acércate, de hecho.
Subaru a regañadientes se acercó. No tenía nada que temer ya que sabía que no era un enemigo pero el miedo al dolor lo hacía temblar.
Beatrice resopló de fastidio por el niño. pero ella tenía que cumplir su parte, aunque se miraba que este chico no tenía malas intenciones, tenía que cumplir el contrato. Se acercó y extendió su mano para tocar el estómago del chico.
Subaru suelto un pequeño grito de dolor, lo intentó disimular ya que no quería que esa loli se burlara de él. Aguanto hasta el final como un hombre, o eso era lo que se decía mentalmente para motivarse.
Beatrice abrió los ojos de par en par sorprendida. Lo que sintió no era normal, tenía una gran cantidad de reservas de Maná, quizás igual al payaso. Eso la dejó en shock, ya que aunque Roswall no era una presencia que a ella le agradara, sabía que ese fetichista era sumamente poderoso y una anomalía entre las anomalías.
Y ahora enfrente de ella había otro. Además de la gran cantidad de Maná, tenía un portal multicolor, mejor dicho de 6 colores… pero era diferente, raro, anormal… 5 de esos 6 colores eran más bien, impuesto, como si los 5 elementos restantes se lo hubiera pegado a su puerta a la fuerza, y su verdadero elemento, una parte se siente distinta, como si fuera de otra persona.
— ¿Tú, chico… como es que tienes afinidad a los 6 elementos pero no naciste con una puerta multicolor supongo? — preguntó la desconcertada espíritu
— …Oh… ya entiendo… — dijo con tristeza.
Subaru sospechaba que eran por el sacrificio de sus espíritus… {“Una parte de nosotros estará en ti”}, se acuerda de las últimas palabras de sus espíritus.
Al principio no entendida, más bien, no quiso entender. Todavía estaba destrozado por la pérdida de sus amigos, sonreía por fuera, pero por dentro sentía un gran vacío. Pero lo entendió rápidamente, sus espíritus se había unido su puerta a la fuerza para sacar a Petelguese de su cuerpo. Lo entendió cuando todavía podía seguir lanzando hechizo de diferente elemento sin necesidad de que ellos estuvieran.
Para muchos, el simple hecho de tener una gran cantidad de Maná y afinidad con las 6 elementos sería la mayor bendición, pero para Subaru fue una cadena que lo asfixiaba, ya que dicho poder fue a costa del sacrificio de su familia.
Subaru también se preguntaba el por qué resultó así. Por lo que había entendido, era un milagro lo que le había sucedido. No había escuchado de nadie que haya hecho algo imposible como potente los 6 elementos sin nacer con ellos.
Subaru pensaba que lo más seguro sería que fuera por su excepcional afinidad con los espíritus. Por lo que le dijeron sus espíritus, Subaru era el ser humano que tenía la mayor afinidad espiritual que ellos hayan visto. La mayor prueba eran sus espíritus menores, supuestamente se llevan años, décadas para que los espíritus evoluciones pero con Subaru no fue así.
Gracias a su afinidad absurdamente alta, en 5 años alcanzaron ser espíritus completos, nadie ha podido hacer un acto tan milagroso, supuestamente en unos 20 años iban a poder ser grandes espíritus, algo increíble ya los grandes espíritus tardaron incluso más de 100 años en poder ser grandes espíritus.
Beatrice vio la cara del chico, mostraba una cara de confusión pero también una profunda tristeza, ella sabía que el chico si sabía lo que pasó para que este fenómeno ocurriera pero también era consciente que era una mala experiencia del chico.
— No hace falta que le diga a Betty, supongo. Puedes irte y dejarme en paz, de hecho. — dijo con una voz autoritaria
Subaru entendió lo que la niña estaba haciendo, sonrió cálidamente ante la niña espíritu.
— Gracias, ya me voy… no te preocupes, te visitaré seguido, así que espérame — dijo guiñando un ojo.
— Que te hace creer que Betty quiere que la vengas a molestar, supongo.
— Nada. Simplemente… quiero ser tu amigo Beako — contestó el chico antes de cerrar la puerta.
Beatrice quería protestar, todo está mal, y la forma en llamarla era un insulto para un gran espíritu.
— ¿Quieres ser mi amigo? — susurró todavía desconcertada por dicha estupidez. — Tonterías… Betty no necesita amigos… yo solo… — dijo mientras sus ojos se humedecían. — Madre… por favor ayúdame, no se que hacer y si él es… ¿Y si ese niño es “esa persona”? —
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— …fiu… pensé que me mataría, salí lo más rápido que pude — dijo mientras se secaba el sudor — Eso fue un poco… raro… Pero bueno, la loli taladro es buena persona, solo un poco Tsundere — hablaba consigo mismo analizando la situación.
Camino por los pasillos perdido en sus pensamientos, escucho una voz que el reconocía, un tintineo de campanas de plata.
— ¡Subaru tonto! — gritó mientras se acercaba rápidamente. — Te estuvo buscando por toda la mansión… pensé que te habías ido. — dijo con timidez pero tristeza en su voz
— Oh Emilia-tan — dijo alegre el chico — Claro que no me iría, no podría dejarte después todo.
La semielfo sintió una pulsada en el corazón que la hizo sonreír inconscientemente.
— Me alegro que no te hayas ido… ¿pero dónde estabas Subaru?, te busqué por todos lados.
— Si jejeje, es que estaba en una biblioteca con una loli taladro, Beatrice. — contestó sonriendo frotándose la nuca.
— ¡¿Eh?! ¿Encontraste a Beatrice? — preguntó sorprendida la semielfo.
— Bueno, más bien creo que ella me encontró… estuve caminando por un pasillo infinito hasta que abrí una puerta y allí se encontraba Beako. — respondió
— Si, estuve un hechizo de Beatrice, pero me sorprende que haya dejado que entrarás en su biblioteca. Aparte de Puck, no deja a nadie que entre a menos que sea algo importante. — dijo Emilia — ¿Beako? ¿Que es eso?
— No fue para tanto, creo que solo quería saber si era un enemigo, nada más… y Beako, es el apodo que le puse a la niña espíritu. — respondió con una sonrisa
Emilia hizo un puchero, ni ella sabía por qué se sentía así. Quería que solo a ella le pusiera apodos, pero ahora ya tiene Beatrice uno. Movió la cabeza frenéticamente para quitarse esos pensamientos de chica mala.
— Ya veo…
— Bueno Emilia-tan, ¿porqué me buscabas? ¿Necesitas que te ayude en algo? — preguntó el chico de mirada malvada listo para ayudar a su amiga sintió era necesario.
— …Eh… yo… Bueno… — tartamudeo sin poder hablar. — Yo… yo solo quería saber si estaba bien… claro eso era. — mintió. Pero ella era muy mala para mentir — No era por que quería verte y hablar contigo, eso no era en absoluto.
Estaba muy nerviosa, no sabía el motivo por el cual se levantó muy temprano, ella siempre fue muy mala para despertarse, por veces dormía hasta el mediodía. Pero hoy sintió mucha energía y alegría cuando se despertó y lo primero que pensó fue ir a buscar a Subaru.
Subaru se rio entre dientes al ver los patéticos intentos de mentiras de la semielfo, le pareció adorable ver como se esforzaba en mentir.
— Te creo Emilia-tan, se ve que dices la verdad — dijo sarcásticamente con una risita burlona.
— ¡Subaruuuu! — dijo la sonrojada semielfo.
— Quieres enseñarme la mansión, me levanté temprano pero me perdía con facilidad… una buena guía me vendría bien. — dijo con un sonrisa amable — Y así podremos hablar y divertirnos.
— ¡Sí! Me encantaría. — dijo Emilia emocionada
— Me alegro. Emilia-tan, ¿y Puck? No lo he visto, ¿no está despierto? — preguntó con curiosidad.
— Oh, Puck todavía no despierta. Es muy temprano, vendrá pronto no te preocupes. — contestó.
— Ya veo. Bueno Emilia-tan, ¡no perdamos más el tiempo! — dijo un entusiasmado Subaru con el pulgar en alto.
— Jejeje tonto.
Pasaron un largo tiempo caminando mientras Emilia le mostraba los lugares importantes. Le mostró primero donde se encontraba el cuarto de ella, para sorpresa de Subaru, no se encontraba muy lejos que el suyo.
Después siguieron caminando por los pasillos, habían muchos cuartos de invitados que nada más omitían, le enseñó donde se encontraba la cocina por si quería preparar o comer cualquier cosa que él quisiera. También le explicó que habían sirvientas a las cuales les podía pedir que le prepararan comida si el quisiera.
Obviamente Subaru se negó rotundamente en sus pensamientos, no podría molestar a los demás con temas tan banales. Además, Subaru sabía que Ram era una sirvienta, el simple pensamiento de pedirle a ella un favor de esos, lo hizo sentir escalofríos. Pero no le dijo nada a Emilia ya que sabía que ella se molestaría con él.
Siguieron caminado, le mostró el comedor, la oficina de Roswall aunque obviamente no entraron, terminaron su recorrido en el jardín, en la misma banca donde Subaru había estado antes.
— No entiendo de qué sirve un lugar tan grande para vivir — comentó Subaru mientras se sentaba en la banca viendo el jardín
— Bueno, Roswall es un noble de gran estatus, tiene una reputación que cuidar. Además de mucho dinero. — contestó Emilia que se sentó al lado de él
— Pero eso no lo explica, bueno, los nobles y sus cosas de nobles supongo. — dijo el chico con cansancio. — ¿Y tú Emilia-tan? ¿Eres una noble o porqué vives en una gran mansión?
Subaru cuando vio a Emilia sospecho que era una noble por sus vestimentas, pero su actitud era muy diferente a los nobles, ya que la mayoría eran niños nacidos en cunas de oro, engreídos, egocéntricos y que se creían los dueños del mundo. Pero Emilia era una persona genuinamente amable, bondadosa, una chica que ayuda a los demás sin pedir nada a cambio, muy distintos a los nobles.
— No, yo no soy una noble, yo antes vivía en un bosque sola con Puck. — contestó un poco desanimada.
— Me imagino lo sola que estuviste Emilia-tan. — respondió con tristeza.
— Si… bueno, al principio sí me sentía muy mal, ya que no entendía el por que todos se alejaban de mí y me odiaba. Conforme pasó el tiempo me dejó de importar y me acostumbre a vivir sola. Hasta que Roswall me encontró y me dijo que viniera a vivir aquí. — confesó la semielfo de cabello plateada mientras miraba el jardín.
— Emilia-tan…
— No pasa nada Subaru. Creo que con el paso del tiempo, todo fue mejorando, creo que eso es lo que importa. — dijo con convicción en su voz.
— Pero no está bien… lamento que hayas tenido que pasar eso. — dijo el chico con tristeza.
— Yo también… pero es lo que merezco por parecerme a la bruj…
— ¡SILENCIO! — gritó Subaru con frustración.
— Subaru… — dijo la semielfo sorprendida por el arrebato del niño.
— ¡Que acaso eres tonta? ¿O eres idiota? Creo que simplemente eres tonta! — gritó. — ¡¿Como puedes decir que es tu culpa por parecerte a esa tipa? ¿Acaso tú pediste nacer con esa apariencia?!
Subaru estaba lleno de ira, no por Emilia, más bien, con el mundo que tuvo que soportar para que una chica tan increíble como ella tuviera que vivir su vida odiándose solo por su apariencia.
Emilia intentó interrumpirlo y explicarle que todo era su culpa, si no salía del bosque Elior todo las personas estarían mejor. Si no hubiera nacido el mundo sería un lugar mejor. Eso era lo que creía Emilia que significaba su existencia… una maldición que no tuvo que existir. Cuando iba a levantar la voz, las palabras de Subaru la dejaron en silencio.
— ¡¡¡La culpa es de esos idiotas que te insultaron nada más por parecerte a esa bruja! ¡Tu solo eres una persona normal que intenta vivir una vida normal!!!
— …
— ¡¡¡No es tu culpa que la bruja destruyera el mundo, no es tu culpa que el mundo te odie por algo que no hiciste, no es tu culpa el querer vivir una vida normal Emilia!!!
— …
Suspiró intentando calmarse. Para luego hablar con suavidad — Ya te lo dije Emilia-tan, no eres ese monstruo, solo eres tú, no es tu culpa, así que deja de culparte por lo que los demás piense de ti y preocúpate por lo que realmente importa.
— …¿E… eso que sería? — preguntó con los ojos llenos de lágrimas.
— En las personas que nos importa Emilia-tan — dijo con suavidad mientras la miraba a los ojos. — Que seas tú misma con nosotros y hagas lo que tú quieras hacer, y si los demás te odian por ello… se las verán con mi espada. — dijo Subaru con una sonrisa genuina y divertida.
Emilia no sabía que decir, este chico le decía sin miedo todo lo contrario que el mundo le dijo. Llegó a pensar que todo era verdad, que el mundo estaría mejor sin ella, todo lo que hacía era hacer sufrir a los demás. Pero aquí estaba él, diciéndole que no. Que nada de eso era su culpa, que siguiera adelante.
Escuchar esas palabras para ella fue como si la herida un corazón golpeado, sanará por fin. Muchas veces había querido escuchar esas palabras, muchas veces tuvo la esperanza de que alguien llegara a su vida y le dijera que nada de eso era su culpa, y ahora lo tenía, nunca se permitiría dejarlo ir.
Se recompuso. Ya no vería para abajo, tenía que ser mejor… ya que él cree en ella.
— Subaru tu… Gracias — Dijo mientras se limpiaba las lágrimas — Desde que te conocí, me has tratado como una persona normal, me has ayudado, me has salvado y a la vez, todo ese mundo de soledad que una vez sentía… contigo desaparece. — dijo con una sonrisa genuina.
El corazón de Emilia era un torbellino de emociones, gratitud, felicidad, tristeza y sobre todo un sentimiento que predominaba sin que ella lo supiera.
— Sabes Emilia-tan yo también siento lo mism…
— …Huaaah… — Un bostezo interrumpió a Subaru. Vio como partículas de luces salían del collar de Emilia y formaban a un gato gris. — Buenos días Lía, dormiste bi… ¿Qué haces aquí mocoso? — preguntó Puck. No se había dado cuenta de la presencia del niño.
— ¿Eh? ¿Puck? — dijo el chico, no se acordaba del gato. — Pues estoy sentado nada más en el jardín de la mansión. — contestó inocente.
— Ya me doy cuenta donde estamos, mi pregunta es… ¿que haces aquí… en la mansión? — preguntó con un dejo de desagrado en su voz.
— Bueno verás… Emilia-tan me invito a venir después de la capital, acepte y aquí me tienes — dijo con una risita divertida.
— ¿Tan? ¿Que es eso?
— Oh… es un apodo que le puse a Emilia-tan… eso quiere decir que somos cercanos.
— ¡LÍA! — Gritó el gato volteando a ver a su hija sonrojada, lo que vio lo asustó. Sintió los sentimientos de su hija, esto iba más allá de la gratitud, más allá de la amistad, esto era…
— Puck yo…
— ¡Señorita Emilia! — se escucharon dos voces al unísono que venían de la mansión. — El amo Roswall acaba de llegar, quiere que llegue al desayuno y que lleve a su invitado. — dijo la sirvienta Rosa.
— ¿Eh? Roswall… supuestamente vendría el día de mañana… ¿Sabes por qué llegó hoy? — preguntó una confundida Emilia.
— El señor Roswall dijo que una cita fue cancelada. Vino inmediatamente al saber lo que pasó en la capital y a ver a su supuesto héroe. — ahora fue el turno de la otra sirvienta.
Subaru abrió los ojos de par en par al ver a la otra sirvienta. Era una joven de figura esbelta y delicada, con la piel tan pálida que parecía reflejar incluso la luz más tenue. Su cabello azul, corto y suave como el aleteo de una pluma, caía en un flequillo desigual que dejaba a la vista solo uno de sus grandes ojos color aguamarina, brillantes como cristales pulidos. El otro quedaba oculto tras un mechón perfectamente colocado, dándole un aire tímido y encantador.
Llevaba un pequeño adorno de flores blancas en el costado de la cabeza, junto a una cinta negra que mantenía su peinado en orden. Sus pestañas largas y finas contrastaban con la dulzura de sus rasgos, mientras que sus mejillas, ligeramente rosadas, completaban su expresión tranquila.
Su uniforme de sirvienta delineaba una figura femenina y bien proporcionada, con volantes impecablemente arreglados y una falda que se movía suavemente con cada paso. En conjunto, Rem daba la impresión de una chica frágil pero meticulosamente cuidada, como una porcelana azul que, aun en silencio, atrapaba la mirada de cualquiera.
Era como ver a una doble de Ram, solo que azul y tapándose diferentes ojos. Las criadas vieron la mirada perdida del chico por ellas y decidieron hablar.
— Hermana Hermana, el invitado te esta violando en su mente.
— Rem Rem, estás sufriendo una humillación en la mente del invitado
Dijeron las dos mientras se abrazaban temblando.
— ¡¿Eh?! ¡¡¡Eso es mentira, yo no estaba pensando cosas sucias de ustedes dos!!! — gritó Subaru rojo de la vergüenza y también indignado.
— jajajaja, eres un completo pervertido Subaru… ya vez Lía, tienes que alejarte de este tipo, es un peligro para las damiselas. — dijo Puck divertido por la situación, le encanta burlarse del chico que está robando a su hija.
— ¡Puck! ¡¿Como puedes decir eso?! — gritó el chico. — ¡Te juro que me vengaré, gato idiota!
— ¡Ya dejen de molestar a Subaru! — dijo una voz autoritaria pero también divertida a ver las reacciones del chico.
— Gracias Emilia-tan, se que siempre puedo contar contigo.
— Claro Subaru, eres un buen chico — dijo Emilia inocente.
— No sé si sentirme bien o sentirme mal por ser tratado como un perro — comentó el niño encogiéndose de hombros.
Emilia inclinó la cabeza confundida, ya que no entendió el comentario de Subaru.
— ¡Ja! Es lo que un Barusu se merece, ser un perro, nada más eso puede ser Barusu — Ram no desaprovechó la situación.
— ¡Ahora tú de nuevo, demonio rosado, todavía me acuerdo del golpe de ayer! — se dirigió con molestia.
— Que llorón, no aguanto un suave masaje de una hermosa doncella — dijo con una sonrisa orgullosa.
— ¡¿Suave golpe dices?! ¡Si casi me sacas un diente!
— ¡Jajajajajaja! Por qué me pierdo lo mejor… buen trabajo criada. — dijo Puck. Esto había sido una de las mejores noticias que había tenido el gato desde hace días.
— Claro, una sirvienta siempre tiene que hacer bien su trabajo — dijo mientras agradecía el cumplido, para luego ver a la víctima de los ataques — Ram tiene que poner a la basura, digo, a Barusu en su lugar. — dijo cruzándose de brazos con orgullo.
— …Tsk… ¡juro por mi vida que no me moriré hasta hacerlos pagar a los dos, par de idiotas!
— Disculpe mi intromisión, pero el señor Roswall nos está esperando. — dijo la criada azul con frialdad.
— ….Ufffff… Gracias Rem, por salvarme de este par de idiotas — dijo con cansancio.
Rem solo lo miró fríamente sin contestar, en sus ojos ocultaba un odio profundo hacia la persona que tenía enfrente.
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Las criadas se adelantaron, atrás de ellas se encontraba un chico vestido de negro, una semielfo de cabello plateado y un gato que iba en la cabeza de esta última.
Caminaban por los largos pasillos de la mansión, cuando Subaru sintió de nuevo algo extraño en la puerta. Rápidamente se acercó dejando confundida a la pareja.
Subaru sonrió, ya que sabía quién estaría atrás de la puerta. La abrió lentamente.
— ¡Beako! ¡Me alegro verte de nuevo! — dijo con una sonrisa en su rostro.
— …Tsk… ¿Qué haces aquí de nuevo molestando a Betty, supongo? — dijo la niña espíritu que se encontraba leyendo un libro.
— Vamos vamos Beako… creí haberte dicho que vendría a visitarte.
— Que irritante de hecho, Betty no te pidió que vinieras.
— Pero igual vine… así que podremos pasar el tiempo juntos Beako. — dijo con una sonrisa divertida, parecía un niño pequeño.
— ¿Y qué te hace creer que Betty quiere para tiempo contigo? Solo eres un mocoso molesto, de hecho.
— ¡Ay Beako! ¡Me duele que me digas eso! — dijo con exageración mientras se agarraba el pecho.
La niña loli ya estaba preparando un ataque para mandarlo a volar pero vio dos siluetas acercarse
— ¡¡¡Bubby!!! — dejó todo comportamiento tsundere atras, ahora parecía una niña que acaba de ver llegar a casa a sus padres.
— ¡Betty! Te extrañé mucho, ¿cómo has estado? — preguntó el gato mientras se acercaba a la niña espíritu.
— Te extrañé Bubby, ahora te quedarás conmigo para jugar — dijo mientras lo abrazaba
— Claro… ahora nos quedaremos aquí por mucho tiempo, así que tendremos tiempo para estar juntos.
— ¡Siiii! — chilló Beatrice.
— ¿Eh? Parece otra persona — comentó Subaru. Tenía una cara decaída
— No te preocupes Subaru — dijo la Semielfo — Beatrice solo con Puck actúa así.
— Eso veo… Oye Beako, ¿quieres ir con nosotros al comedor? — preguntó el chico mientras veía la escena de los espíritus.
— Por qué Betty tendría que ir a ese lugar? Betty solo quiere pasar tiempo con Bubby, de hecho.
— Claro… sabes, Emilia irá a com nosotros, eso quiere decir que Puck también vendrá… ¿No quieres pasar más tiempo con Puck? — dijo con una sonrisa de orgullo. Ahora sabía el punto débil de la loli.
— Claro Betty, vamos… así podremos jugar juntas. — se unió el gato.
— Solo por que Bubby quiere, supongo.
Subaru logró sacar a la pequeña loli tsundere de la biblioteca para sorpresa de Emilia, ya que nadie había podido sacar a Beatrice de ese lugar.
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Emilia y Subaru ahora se encontraban sentándose, enfrente había una gran mesa, hecha para más de 20 personas. Los espíritus se encontraba algo lejos mientras jugaban, solo la pareja de humano y semielfo se encontraban sentados uno al lado de otro mientras esperaban al señor de la mansión.
— Bueno,~ señorita Emilia,~ es uno placer~ verla con buena salud — habló una voz melodiosa.
Subaru ya no sabía que pensar de esta mansión, primero, una sirvienta rosa orgullosa y grosera. Después un espíritu loli tsundere que siempre estaba de mal humor. Una criada azul que lo miraba con ganas de matarlo. Un gato celoso, una semielfo y ahora…
Un payaso… Un hombre alto y delgado, de piel muy pálida y rasgos elegantes. Su cabello es largo y azul oscuro con un mechón amarillo que cruza su rostro. Sus ojos son heterocromáticos: uno amarillo y uno azul. Viste un traje llamativo de colores púrpura, azul y rojo, con maquillaje que acentúa su expresión extravagante, en pocas palabras… un payaso.
— Roswall, me alegro de verte… espero que te encuentres bien. — dijo la amble semielfo con una sonrisa.
— Gracias~ señorita Emilia — inclinó la cabeza un poco. Después voltio la mirada al niño frente a él — Me imagino~ que él debe ser el héroe~ que la ayudó a recuperar la insignia — dijo con una sonrisa inquietante.
El mago de la corte veía al chico de pies a cabeza, examinando cada detalle, quería conocer bien a la persona que sería su socio del crimen.
— Es cierto… el es Subaru, mi amigo y la persona que me ayudó a recuperar mi insignia. — asintió con una gran sonrisa Emilia.
— Vamos Emilia-tan… no es para tanto… — dijo un poco sonrojado de la vergüenza.
— ¡Subaru! Lo que hiciste fue increíble, tienes todo el derecho de sentirte orgulloso señor — regañó al chico jalándole la oreja.
— ¡Ay, ay! ¡Entiendo, por favor suéltame! ¡Duele! — gritó mientras se escapaba del agarre de la semielfo.
— Eres muy humilde ~ Natsuki Subaru… para~ alguien tan famoso~ me esperaba algo más… orgulloso — dijo Roswall con su sonrisa que no desaparecía mientras se sentaba.
— ¿Eh? ¿Me conoces?
— Claro,~ es imposible no saber ~ acerca de la leyenda.
— ¿Yo? ¿Leyenda? — preguntó incrédulo — Es demasiado… no he hecho nada que lo merezca. Es mi trabajo.
— te subestimas~ Subaru… un héroe~ que e está al nivel~ de él Santo de la Espada, Reinhard Van Astrea. — dijo con su voz cantarina mientras sonreía.
— ¡¡¡QUEEEEE!!! — gritó Subaru levantándose de la silla en shock. — ¡¿Reinhard es el famoso Santo de la Espada?!
Toda la sala se quedó en silencio. Incluso Roswall había perdido su sonrisa y los espíritus lo miraban incrédulos.
— ¿Subaru? ¿No sabías que Reinhard era el santo de la espada? — preguntó la chica con los ojos abiertos de la sorpresa.
— Qué tan idiota puedes ser, supongo — dijo la niña espíritu, no era una pregunta, era una afirmación.
— Bueeeeno~ esto es interesante. — dijo Roswall que su sonrisa de come mierda regresaba.
Subaru estaba en shock, hace solo un día había hablado y se había hecho amigo de la persona más poderosa del mundo, o eso había escuchado. Nunca pensó que ese tipo tan amable era el legendario Santo de la Espada.
— No… yo no sabía que Rein era el Santo de la Espada… ¡¿Por qué no me lo dijiste, Emilia-tan?!
— Yo pensé que ya lo sabías Subaru… todo el mundo conoce al Santo de la espada. — contestó la confundida Emilia.
— ¡Pues yo no lo sabía! — se gritó a él mismo por ser tan ignorante. Se dejó caer en la silla derrotado
— Fufufufufu… eres~ muy divertido~ Subaru— se rio Roswall del chico.
— ¡Mierda! Parecí un completo idiota con Rein
— Tranquilo Subaru, le agradaste mucho a Reinhard, es tu… amigo. — dijo Emilia.
— Ufff… creo que tienes razón Emilia-tan — suspiró Subaru — La próxima vez me disculparé con Rein.
— Bueno~ ya que terminó~ está agradable conversación… — dijo Roswall — El desayuno~ ya está listo, hablaremos~ después de comer.
Después que termino de hablar, entraron las hermanas con una gran cantidad de comida, la sirvieron en la mesa con una preciosa quirúrgica.
Subaru abrió los ojos como platos, nunca había visto tanta comida en una sola mesa, no sabía quién se podría comer tanta comida.
Comieron mientras charlaban, Subaru y Emilia hablando mientras sonreían, Ram por veces insultaba de gratis a Subaru y este devolviendo el insulto, los espíritus seguían jugando, Roswall estaba perdido en sus pensamientos y su felicidad al ver a su pieza más importante, y Rem… Rem miraba de reojo a Subaru con una mirada fría que ocultaba una gran cantidad de odio.
El desayuno terminó, las criadas rápidamente limpiaron y ordenaron el comedor mientras llevaban los platos sucios, pasó un tiempo cuando las criadas regresaron.
— Bueno~ ahora hablaremos de lo importante. — dejó su acento para dejar ver que estaba hablando serio. — Subaru, ¿estás consciente el favor que acabas de hacernos a la señorita Emilia y a mí?
— Hmmm, la verdad es que sigo pensando que no es para tanto. — contestó con seguridad.
— Ya veo… Subaru, ¿sabes de la situación en la que se encuentra Lugunica actualmente? — preguntó con los ojos entrecerrados
— La verdad es que no, es mi primera vez en la capital y antes de llegar aquí, me encontraba más preocupado en mi trabajo — contestó con firmeza.
— Entiendo… Bueno déjame explicarme. — dijo mientras se aclaraba la garganta — hace aproximadamente un año atrás, trágicamente, una enfermedad atacó a toda la familia real, no había cura, ni el “”Azul” logró salvarlos. El reino se encuentra en un estado bastante… preocupante.
— Entiendo. ¿Pero que tiene que ver conmigo Roswall?
— Bueno verás… que un héroe legendario que estaba en búsqueda por dos años, llegue a la capital después que el rey haya muerto es un poco… sospechoso, ¿no lo crees?
— Espera espera espera… ¿El reino me estaba buscando? — preguntó el chico todavía más sorprendido.
— Quizás querían felicitarte por salvar a muchas personas — dijo la ingenua Emilia.
— No creo Lía… — El gato se metió a la conversación — Más bien, creo que al mocoso molesto lo veían como una amenaza.
— Pero Subaru no haría daño a nadie. — respondo Emilia convencida
— Gracias Emilia-tan — dijo el chico con una sonrisa genuina.
— Pero el reino no lo vio así… era una fuerza que no pueden controlar y no saben que intenciones tenía. — explicó Roswall.
— Y que yo viniera justo en el peor momento fue aún peor… — terminó de explicar Subaru.
— Exacto. Pero ahora que estás con nosotros no tienes de qué preocuparte.
— Fiu… eso me tranquiliza — Suspiró el chico. — Pero eso no explica el que tiene que ver con ayudar a Emilia con su insignia y el porqué me deben mucho. — volvió al tema
— Bueno, ya que sabes la situación del reino. La insignia es propiedad del reino, quien sostenga esa insignia es considerada por el gran Dragón Volcánica, una de las elegidas para gobernar el país… — paró para que el chico asimilara sus palabras.
— ¡Emilia-tan, ¿perdiste algo tan importante? — preguntó Subaru sorprendido por la imprudencia de su amiga
— ¡No lo perdí, me lo robaron! — contestó la semielfa sonrojada
— ¡Es lo mismo! — puso los ojos en blanco, para luego pensar mejor la situación. — Eso quiere decir que si esa insignia estaba en manos de Emilia… — Abrió los ojos de par en par por la sorpresa.
— Así es Subaru, soy una candidata para ser la Cuadragésima segunda gobernante de Lugunica. Perdón por no decírtelo antes — dijo con la cabeza baja. No quería que Subaru pensara que no confiaba en él después de todo.
— No te preocupes, ayer pasaron muchas cosas que no nos dio mucho tiempo de que habláramos de este tema. — dijo con seguridad
Emilia suspiró aliviada.
— Ahora sabes el porqué te debemos mucho Subaru… así que dime, que es lo que deseas como recompensa. — Sonrió, esperaba que todo saliera en orden
— Bueno, debo admitir que lo hice bien… pero la verdad es que no qui…
— No acepto un no por respuesta Subaru — interrumpió Roswall.
— Ufff… Bueno, déjame pensar… — se puso la mano en la barbilla pensando en que podría pedir.
No quería dinero, no quería armas, la verdad era que Subaru no necesitaba mucho, su vida siempre, nunca necesitó mucho para vivir. Solo tenía su ropa, su espada, y su bufanda y su…
— Ya se que puedo pedirte… — dijo con una sonrisa — Ya que sé que eres un mago muy poderoso… quiero que me ayudes a reforzar mi collar. Quiero que sea prácticamente irrompible. — dijo con una sonrisa orgullosa.
— …
— …
— …
— …
— …
El silencio reinó en el comedor de la mansión Matters, dos criadas, dos espíritus y una semielfa miraba al chico incrédulos, y quien podría culparlos.
Subaru se puso nervioso pensando que la había cagado y pedido mucho más de lo que le ofrecían, vio las caras de lástima de los demás y eso hizo sudar frío.
El chico tenía al mago as poderoso de Lugunica, un noble con mucho dinero ofreciéndole una recompensa, una oportunidad. Pero el chico frente a ellos lo único que pidió fue algo que cualquier mago con un conocimiento moderado podría hacer.
Ese chico era un completo idiota.
El único feliz era un payaso fetichista que tenía una sonrisa de oreja a oreja. El sabía que todo iba de acuerdo a sus planes y esto lo confirmaba.
— ¡Achú! — un estornudo de cierta criada rosa fue lo que rompió el silencio.
Todos despertaron del trance en el que se encontraban gracias a cierto chico de mirada malvada.
— Subaru… ¿estás seguro que es eso lo que quieres? — preguntó Emilia que no sabía cómo sentirse
— Estoy completamente seguro Emilia-tan. — dijo con felicidad en su voz.
— Bueno~ se puede saber~ el por qué quieres~ que refuerce un simple collar? — Roswall recreo a su asentó de la felicidad que sentía.
— Esto aunque sea una baratija que compré en Priestella, para mí es mucho más que eso… — dijo con melancolía en su voz.
— No tengo~ problema con ayudarte~ con tu deseo Subaru — dijo Roswall — Si quieres~ me puedes dar el collar~ y te lo regresaré lo más pronto~ que pueda, ya listo~ y reforzado.
— Gracias Roswall — dijo mientras se quitaba el collar — Espero que este pronto… no me gusta estar sin él
— Claro~ no te preocupes Subaru, estará~ lo más tardar mañana.
— Subaru… bueno, espero que te haya gustado tu recompensa — dijo Emilia todavía insegura, pero vio a Subaru feliz así que todo estaba bien.
Subaru le dio el collar con una piedra de 6 colores en las manos a Roswall, estar cerca del payaso le dio un escalofriante, sus instintos se activaron, sintió que algo no estaba bien con este noble fetichista, pero no tenía nada más que sus instintos así que lo dejó pasar.
— No te preocupes Emilia-tan, para mí es más que suficiente — dijo Subaru dedicándole una sonrisa cálida.
— Eres un humano raro, Supongo. — comentó el espíritu pero dejó de darle importancia.
— Creo que más bien es un mocoso tonto — se unió el gato gris.
— Bueno, eso no lo puedo negar jejeje — dijo rascándose la nuca.
Roswall ya tenía la piedra en sus manos, la tocó mientras la examinaba ~ {Maestra, con esto… pronto cumpliremos nuestro sueño} ~ dijo en sus pensamientos mientras su sonrisa se ensanchaba.
— Ahora es mi turno Subaru… — dijo Roswall, dejó su acento de nuevo, ya que lo que vendría sería importante
— ¿A que te refieres Roswall? — preguntó confundida Emilia.
— Bueno verá señorita Emilia, tengo una propuesta que hacerle a Subaru.
— ¿Una propuesta a Subaru? ¿Que es lo que buscas de él, Roswall? — siguió preguntando la semielfo.
— Hmmm, ¿Qué es lo que quieres Roswall? Si puedo ayudar en algo yo estaría encantado. — dijo Subaru con determinación.
— Bueno Subaru, como ahora ya lo sabes, la señorita Emilia es una candidata para gobernar Lugunica, pero lamentablemente es un poco más complicado…
— ¿Qué quieres decir Roswall? No estoy entendiendo… — comentó confundido el chico de otro mundo.
— Creo que ya sabes que desafortunadamente nuestra candidata sufre discriminación, tanto por ser semihumana, pero lo peor… por ser una semielfa desafortunadamente cabello plateado y ojos amatistas… — Explicaba el payaso con una sonrisa
Emilia solo bajo la cabeza entristecía, sabía que la gente no la querría por más que lo intentara.
Subaru vio lo entristecida que se encontraba Emilia, así que decidió ponerle una mano en su hombro para apoyarla. Pero también tenía que saber adonde llegaría esta conversación…
— Si, ya sé que este mundo es una mierda… ve dierecto al grano Roswall.
— Claro~ Bueno, para ser directo. Gracias a su parecido con la bruja, es muy difícil encontrar ayudantes, nobles que quieran colaborar, personal para el campamento y sobre todo, un caballero…
— Mmmm, creo entenderlo… quieres que te ayude a buscar personas que ayuden al campamento y un caballero que proteja a Emilia. — comentó Subaru, pero el sabía que no tenía muchos amigos que podrían ayudar.
— No exactamente… — comentó Roswall.
— Roswall, ¿adonde quieres llegar? No estoy entendiendo mucho — dijo la confundida Emilia.
Los demás se habían quedado en silencio escuchando, incluso los espíritus prestaban atención.
— No se preocupe Señorita Emilia, ahora lo entenderá. — dijo con una sonrisa inquietante.
— Continúa Roswall, ya me estoy cansando que andes dando vueltas en círculos. — dijo Subaru un poco desesperado, llevaba un tiempo queriendo y no queriendo decir la petición que tenía.
— Natsuki Subaru… — dijo mientras abría los brazos con teatralidad. — Una leyenda en este país y el mundo, una persona que todos los semihumanos, plebeyos y algunos nobles adoran como un héroe incluso igual que el santo de la espada, una persona sumamente fuerte y además de buen corazón… — dijo mientras lo miraba a los ojos. — por eso yo, Roswall L. Matters, te propongo… ¿Quieres ser el caballero de nuestra candidata, Lady Emilia?
— ¡¡¡Ehhhhhhh!!! — gritaron todos al unísono. Si la recompensa del niño antes los había dejado con la boca abierta, esto ahora los había dejado en shock directamente.
Pero había alguien que estaba en las nubes en su cabeza. No era otra que Emilia, sin darse cuenta se sonrisa se ensancho de pura felicidad genuina, nunca imaginó que podría tener un caballero, ella estaba resignada a no tener a nadie a su lado pero ahora.
Su corazón saltaba de felicidad, si ella quería un caballero, no quería a nadie más que a Subaru, no le importaba la fuerza y lo poderoso que sea, lo que a ella le importaba era su corazón y Subaru era la persona más amable que conocía, además que no la viera como una noble importante o como reina, simplemente con ser Emilia estaba bien y Subaru la veía como era ella. Para Emilia no hay ni encontrara a nadie mejor que Subaru y eso era lo que ella más quería ahora mismo.
— ¿Yo… yo? ¿Un caballero? — se preguntó todavía en shock.
Subaru quería apoyar a Emilia, sabía lo que la chica sufría por este mundo de mierda, además de que pocos o nadie más aceptaría ser un caballero de una semielfo de cabello plateado y ojos amatistas. Para Subaru eso no era ni un problema, el no sabía nada de caballeros, el prácticamente era un mercenario que asesinaba a la escoria del mundo.
Además tenía su trabajo, no podría dejar que las personas mueran, sufran o sean vendidos mientras el juega a ser caballero, eso nunca sean lo perdonaría. Pero también, vio la cara de Emilia, una cara que gritaba felicidad, esperanza de ya no sentirse sola. No sabía que hacer, sentía como si las paredes se cerraban y el aire se reducía.
— Sé lo que estás pensando Subaru, no te preocupes, no te pediré que dejes tu trabajo con los esclavistas. Al contrario, bajo el nombre de Roswall L. Matters, llegarán mucho más fácil y rápido la información de los campamentos y todos los criminales que estés buscando. — afirmó con una sonrisa. Solo faltaba un último empujón. — ¿Usted que opina, Lady Emilia?
— A mi… a mi me encantaría que Subaru sea mi caballero, no querría que fuera alguien más — dijo tímidamente la sonrojada Semielfo.
— ¿Eh?, ¿Enserio Emilia-tan? — preguntó el chico
— Si, no quiero a nadie más… fuiste la única persona que me apoyó cuando nadie más lo hacía, que se me acercó sin miedo ni asco, no podría confiar ni querer a nadie más como mi caballero que a ti, Subaru — dijo tímidamente pero con una gran certeza en sus palabras.
Subaru no sabía que hacer, sus pensamientos estaban bailando en su cabeza sin detenerse, pensó en toda su vida, las veces que la pasaba solo con sus espíritus mientras buscaban comida y un lugar donde quedarse a noche. Se acordó cuando recién pisó este mundo, los sueños que tenía de ser un héroe de fantasía y lo equivocado que estaba en este mundo. Se acordó de las enseñanzas de su maestro, las aventuras con sus espíritus, cuánto lo amaban sus padres y todas esas personas que el salvo y le agradecían con lágrimas en los ojos.
Pensó que tal vez si así podría cumplir su sueño, valdría la pena, pero entre todos esos recuerdo hubo uno que nunca lo abandonó.
{Sé que buscarás tu camino y encontrarás tu felicidad}. Ahora lo sabía, ahora encontró su camino y con quienes poder caminarlo y buscar un mundo donde todos puedan sonreír pero también… su propio final feliz.
Vio a Emilia y le dedicó una sonrisa genuina — Gracias Emilia-tan, por tus palabras. — volteo a ver a Roswall a los ojos. — Está bien, Acepto. — dijo con una voz firme y con determinación en sus ojos.
— Yo, Natsuki Subaru… seré el caballero de la candidata semielfo, Emilia.
